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El Cristo de las Tres Caídas regresa a casa rejuvenecido

La limpieza practicada por Manzano respeta la huella devocional de la talla

27 oct 2017 / 14:57 h - Actualizado: 28 oct 2017 / 10:15 h.
"Cofradías","Esperanza de Triana"
  • El Cristo de las Tres Caídas, tras su restauración. / Jesús Barreras
    El Cristo de las Tres Caídas, tras su restauración. / Jesús Barreras

En realidad sólo ha permanecido alejado de la capilla de los Marineros unos 200 metros, la distancia física que separa su casa del taller de Pedro Manzano, en la calle Rodrigo de Triana. Pero estos 187 días de ausencia se han hecho muy largos para los hermanos de la Esperanza y para toda esa legión de devotos que acudían a diario a rezar a las plantas del Vecino más antiguo del barrio. De ahí que su vuelta a casa haya despertado tan enorme expectación.

Decenas de personas aguardaban en plena calle a que la capilla abriera sus puertas a las diez de la mañana de este viernes para apreciar in situ el resultado de una intervención que ha mantenido en vilo a los hermanos de la Esperanza y al mundo cofrade en general. Tras medio año largo sin verlo, la inquietante espera tocaba a su fin. «El primer momento ha sido de auténtico aluvión. Había hasta tensión por ver al Cristo después de tantos meses», atestiguaba a pie de altar Ignacio Sánchez Rico, uno de los integrantes de la comisión técnica que ha seguido paso a paso la evolución de esta delicada intervención.

Dispuesto a los pies del altar de la Virgen, para su reposición al culto el Cristo de las Tres Caídas ha aparecido ataviado con la túnica de Carrasquilla de 1978, bordada en oro sobre terciopelo morado –la misma que lució la Madrugá pasada– y las potencias realizadas en oro por el taller de Villarreal en 1987, que son las que utiliza habitualmente el Señor en su estación de penitencia. «Se ha escogido esta túnica precisamente porque es la que mejor realza esa estética del Señor de los años 70 que se ha querido rescatar con esta intervención», subraya Sánchez Rico.

El también director del proyecto del tesoro devocional de la Esperanza de Triana ha sido una de las escasas personas que han seguido muy de cerca el proceso de rejuvenecimiento que ha experimentado la imagen del Cristo trianero de la mano del restaurador Pedro Manzano. Junto a él, la comisión técnica de seguimiento ha estado integrada por el historiador del arte y catedrático universitario Emilio Gómez Piñol, el también historiador José Roda Peña, el diseñador Javier Sánchez de los Reyes y el actual hermano mayor de San Gonzalo, José Fernández, a la sazón catedrático en Historia del Arte de la Hispalense, amén de los antiguos hermanos mayores.

Sánchez Rico asegura que, técnicamente, la intervención no ha sido muy complicada, aunque sí delicada, ya que uno de los principales cometidos de la comisión ha sido determinar el alcance de la limpieza a que se ha sometido a la imagen. «En primer lugar, se procedió a retirar una capa superficial de barniz con un extraño componente de silicona que actuaba como atrapapolvo de la suciedad y la grasa de las velas, de ahí que el proceso de oscurecimiento fuese cada vez más acusado».

Aunque a simple vista bastante profunda, la limpieza gradual de la imagen ha resultado a plena satisfacción de la comisión de expertos, pues en todo momento se ha «respetado la huella devocional de una talla datada a principios del siglo XVII». De tal forma, apunta el propio restaurador, Pedro Manzano, que «la policromía que luce ahora el Cristo tras la intervención es mayoritariamente la que resulta de la restauración de Manuel Gutiérrez Reyes Cano en el año 1894». Estructuralmente, la imagen no presentaba problemas. «Únicamente, se le han incorporado todos los nuevos avances en cuanto al sistema de ensambles, caso de las articulaciones de rótula», explica Sánchez Rico-

La intervención, sin embargo, no ha deparado grandes descubrimientos en cuanto a la historia material de la imagen. «Qué más hubiera querido yo que encontrar un hueco en su interior con algún documento», refiere Manzano.