«Sevilla jugó un papel protagonista en la igualdad de la mujer en las cofradías»

El libro ‘La palabra cofrade no tiene género’, de Julián Domínguez, analiza la lucha nacional por la equiparación de las féminas dentro de las hermandades

h - Actualizado: 17 nov 2017 / 09:17 h.
"Cofradías"
  • Dos nazarenas de la hermandad de San Esteban aguardan la salida de la cofradía en el interior del templo. / Javier Díaz
    Dos nazarenas de la hermandad de San Esteban aguardan la salida de la cofradía en el interior del templo. / Javier Díaz
  • El autor de este estudio, Julián Domínguez.
    El autor de este estudio, Julián Domínguez.

«Sevilla ha tenido un papel protagonista en la lucha por la igualdad de género dentro del mundo de las cofradías». Así lo sostiene Julián Domínguez Romero, abogado profesional y autor del libro La palabra cofrade no tiene género, un tratado a nivel nacional sobre la igualdad de hombres y mujeres en el ámbito de las hermandades que será presentado este sábado en la sede del Círculo Mercantil y que arroja algunas conclusiones que podrían llamar la atención. «Aunque a algunos les resulte extraño, la religión cristiana es, sin lugar a dudas, la que menos discrimina a la mujer, llegando a ser precursora de la defensa de sus derechos desde el siglo XIX», apunta de entrada.

Asesor jurídico de varias hermandades en Huelva capital y en su provincia y discípulo del recordado profesor de Derecho Canónico de la Universidad de Sevilla, Alberto Ribelot Cortés, este jurista onubense ha tratado de componer un estudio «histórico, antropológico y jurídico» del papel que ha venido desempeñando la mujer dentro de las cofradías donde, asegura, «Sevilla ha tenido un papel protagonista». Se trata de «un estudio nacional y aspira a ser una herramienta en manos de todos los cofrades», apunta.

«Bien es verdad que en nuestro ámbito geográfico próximo la situación de las féminas no es mala, pero en localidades como Zamora las mujeres tienen vetado el acceso a las hermandades como hermanas de pleno derecho, no pueden asistir a cabildos y, por supuesto, no pueden acceder a cargos en juntas de gobierno. Son meros floreros espirituales», señala Domínguez.

Aunque la situación de la mujer se ha ido equiparando a la de los hombres en «nuestro entorno geográfico más próximo», hay zonas del país «que nos llevan ventaja» en ese sentido. Tal es el caso del Levante español. «Allí la mentalidad es más abierta, fruto de años de trato con distintas culturas mediterráneas que han fructificado en un posicionamiento más flexible, principalmente en el ámbito del costal».

En el caso en concreto de Sevilla, «muchas mujeres, entre ellas mi adorada Maruja Vilches (ex hermana mayor de Los Javieres), fueron la punta de lanza de ese movimiento que abrió camino a muchas otras», comenta. La batalla por la equiparación de derechos alcanzó su punto álgido con ocasión de la exhortación del cardenal Amigo de 12 de octubre de 2001 para que las cofradías reconocieran «la plena igualdad de derechos de los hermanos y las hermanas». Por aquel entonces, aún eran 20 las hermandades sevillanas que impedían la salida de mujeres en sus estaciones de penitencia.

«Esa lucha sin sentido finalizó jurídicamente en el 2011 con la promulgación del Decreto Asenjo, en el cual, sin ningún tipo de paliativos ni resquicios interpretativos, quedaba zanjada la cuestión con la plena igualdad entre ambos sexos, algo que, en un principio, hasta cinco hermandades de la capital y la provincia se resistían a cumplir y que, como no podía ser menos, se acató sin mayores estridencias», asevera.

No obstante, Domínguez cree que en la Archidiócesis de San Isidoro «aún se echa de menos algunos oficios y situaciones en las que la mujer no se introduce de forma deseada, léase las costaleras y Ministerios Menores, como los acólitos, en los que considero que Sevilla tienen algún camino que recorrer».

LAS DE GLORIA SON MUCHO MÁS AVANZADAS

Pese a los avances registrados en la lucha por la igualdad de la mujer dentro de las hermandades, el autor del libro La palabra cofrade no tiene género reconoce que todavía «resulta extraño» que las mujeres ocupen cargos de alta responsabilidad en el organigrama de gobierno de estas asociaciones religiosas. «Habitualmente sus funciones se circunscriben al ámbito de la caridad, la formación o la juventud, y, en menor escala, a ser diputadas mayor de orden o de gobierno», apunta Julián Domínguez. En este sentido, este abogado refiere que «las hermandades de gloria o letíficas son un punto y aparte en este sentido, mucho más avanzadas y concienciadas en poner en valor el verdadero papel de la mujer». Domínguez mantiene que «el rol de la mujer en las hermandades y cofradías no es sino un reflejo del papel de la mujer en la sociedad que le ha tocado vivir» y, parafrasendo a Victoria Camps, lanza una teoría: «el siglo XXI será el de la mujer o no será». «Lo primero es que la mujer tiene que creerse su papel, que entienda que ella es la primera que tiene que estar al frente del movimiento». Y reflexiona: «Muchas mujeres siguen resignadas a conformarse en ser la mayoría silenciosa de las hermandades, las que sostienen su vida doméstica de la cofradía y la de sus casas para que sus maridos puedan sentirse plenos en su hermandad. Pero está en marcha la revolución de la costilla de Adán». Y culmina. «Creo que Sevilla, con el arzobispo actual, tiene a un magnífico adalid en dicho sentido y un infatigable defensor de la dignidad de la mujer». ~