La Virgen de Barcelona

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23 sep 2017 / 18:03 h - Actualizado: 23 sep 2017 / 19:45 h.
"Cofradías","La apostilla"

La fiesta de Nuestra Señora de la Merced es, progresivamente, celebrada con mayor intensidad en esta Sevilla nuestra. Han sido esta vez los cultos y el besamanos a la Virgen Mercedaria en la iglesia de San Gregorio, a cargo de su Grupo de Devotos, los que a través de las redes sociales se han sumado a la veneración que, desde antiguo, le profesaba la cofradía de gloria de la Puerta Real o la penitencial hermandad de Pasión (por cierto, felicidades a sus CCMM por las reflexiones marianas del Papa Francisco).

No ha faltado la veneración que le rinde el colegio de las Mercedarias en la plaza de ídem, ni tampoco el fervor con que la van a celebrar en mi querida hermandad de Mairena del Aljarafe, donde preside el altar mayor de la iglesia parroquial, o en Bollullos de la Mitación, donde tiene una corona de oro hecha con medallas de Vírgenes de toda España. La devoción mercedaria está extendida por toda España, por toda la patria que la Virgen misma eligió, queriendo hacerse presente de forma real y sustancial una noche de agosto de hace casi setecientos años, según cuenta la piadosa tradición, ante San Pedro Nolasco.

Hoy, esa Virgen sin patria y sin carnet de identidad que es la Reina del Cielo mira desde allá con especial ternura los miedos y las preocupaciones de Cataluña. La Virgen de la Mercé, por si fuera poco, es la propia patrona de la Ciudad Condal. Doña María de las Mercedes, la abuela de nuestro monarca don Felipe, remató su vida siendo Condesa de Barcelona y hermana y camarera de la Virgen de la Merced, en El Salvador. Ahora, los insurgentes, los que quieren separarse, piden a la laicidad de un estado que les libere de los grilletes de la opresión y les conceda precisamente, esas Mercedes de una independencia mal comprendida y una libertad no entendida bien del todo.

Cuando hace más de tres años, mi amigo Antonio Orellana, otro buen devoto mercedario, compartía conmigo la inquietud que le producía vivir en Cataluña mientras sabía que se gestaba toda esta eclosión independentista. Ahora, cuando ustedes me leen, Cataluña, su gobierno y una parte de sus funcionarios prepara, a pesar de todas las cortapisas del ejecutivo de Mariano Rajoy, unos alicates en forma de referéndum para cortar las cadenas que mantienen cautiva a una Cataluña que, dando nuevo sentido a sus franjas rojigualdas, quiere ser independiente de España. Ella, la Virgen de la Mercé, catalana y señorial, prima de la Hiniesta de San Julián, que de allí vino, tienda su manto y no permita que entre los hombres se tiendan más cadenas ni grilletes. Ella, Virgen liberadora, conceda al espíritu catalán la libertad de elegir y decidir sobre el futuro. Mare de Deu de la Mercé, prega per nosaltres.