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Una dosis de amor propio

La llegada de Alexis Trujillo al banquillo verdiblanco y la implicación de jugadores como Adán, Joaquín, Bruno o Ceballos, permitió calmar las aguas en el Villamarín

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15 may 2017 / 18:53 h - Actualizado: 15 may 2017 / 19:07 h.
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  • Una dosis de amor propio

La tarde en Heliópolis se presentaba ayer calentita. El desarrollo de los acontecimientos después de la ominosa derrota cosechada en Butarque y la cascada de acontecimientos que se venían sucediendo hacían presagiar la reacción de un beticismo cansado, que avisó a través de las redes sociales de una protesta a los directivos que se fue diluyendo con el paso de los días.

Ángel Haro y José Miguel López Catalán decidieron coger el toro por los cuernos y actuar. Echaron a Víctor y pusieron a Alexis al frente del banquillo. El canario no defraudó y dejó de nuevo muestras de ser eso que llaman un hombre de club. Y es que el bueno de Alexis, menos pintar las rayas del césped o las paredes del viejo Villamarín, por hacer, en el Betis ha hecho de todo. Esta vez no sería menos. Tomó las riendas y pidió ayuda a los suyos en el vestuario. A esos que, como él, se han partido la cara por una afición acostumbrada a los sinsabores continuos a los que, históricamente, la entidad ha venido habituando a sus fieles. Conoce bien la casa y, sobre todo, el vestuario. Eliminó de un zarpazo el experimento Víctor de la alineación y recurrió a jugadores como Bruno, del que no habíamos tenido noticias esta temporada para que acudiese al rescate de una zaga indolente, que evidenciaba una falta de contundencia importante. Su paisano no falló y dio la cara, quizá para devolver la confianza mostrada cuando apostó por él para que el central desembarcara en el Villamarín. Joaquín tampoco podía faltar a la cita y se volvió a echar el equipo a la espalda demostrando galones y una inagotable calidad. La primera ocasión verdiblanca es la mejor muestra de ello. Pero el de El Puerto se apagó conforme avanzaron los minutos. Lógico por otra parte, es junto a Rubén el más veterano de la plantilla. El ariete canario tampoco quiso dejar tirado a Alexis y también destacó. Pero el que más lo hizo fue Dani Ceballos. El niño maravilla se fajó para tomar la manija en el centro del campo. Escoltado por un voluntarioso Brasanac y el incansable Petros, se asoció con Joaquín y Rubén. Buscó la portería de Oblak y la encontró. Él solito levantó al público de sus asientos una y otra vez. Es la bandera de este Betis y él lo sabe. Le gusta el protagonismo y ha dado con la tecla. Ha corregido pecados de juventud y se ha dado cuenta que en esto del fútbol, para destacar como él lo hace, necesita la ayuda de los otros diez. Dani es el amor propio hecho futbolista. La mejor aplicación del concepto que los taurinos conocen como vergüenza torera a esto del balompié y el mayor exponente de que este Betis, a pesar de los pesares, sigue vivo. Un cheque en blanco que Alexis ha sabido aprovechar. Y es que no había un día mejor para hacerlo que la tarde de ayer. Primero por el equipo, necesitaba a su referente. Después por la afición. Ya era hora de ver a los suyos competir. Y, por último, por él mismo. En juego está una renovación en ciernes y un contrato que le abrirá las puertas de otro gran club si sigue por ese camino. En definitiva, buenas noticias para el Betis muy necesitado.