Un trabajo para calmar el duelo

Empleo. Funerarias y aseguradoras se encargan de hacer de la muerte un trago menos amargo para el familiar. Estas empresas no sólo se ocupan de organizar el funeral, sino también de borrar la huella digital o dar de baja suministros

31 oct 2017 / 23:11 h - Actualizado: 01 nov 2017 / 13:07 h.
"Día de Todos los Santos"
  • Un grupo de personas entra en el cementario de San Fernando de Sevilla. / Jesús Barrera
    Un grupo de personas entra en el cementario de San Fernando de Sevilla. / Jesús Barrera
  • Distintas urnas para contener las cenizas de los difuntos. / El Correo
    Distintas urnas para contener las cenizas de los difuntos. / El Correo
  • Nuria Montagut, tanatopractora de Mémora en el tanatorio de la SE-30. / El Correo
    Nuria Montagut, tanatopractora de Mémora en el tanatorio de la SE-30. / El Correo

Pasar por la muerte de un ser querido no es un trago amable. Menos todavía tener que hacerse cargo de todo el papeleo y organización del sepelio mientras se trata de hacer frente al dolor de la pérdida. Por eso, es de agradecer que las funerarias y aseguradoras cada vez tengan un papel más relevante en el proceso final de la vida, y no sólo para gestionar lo que al entierro se refiere, sino también para que la última voluntad sea un motivo de tranquilidad para los familiares.

Funerarias como Mémora conocen bien el duelo, por eso son líderes en sector. En Sevilla son los responsables de la gestión del tanatorio de la SE-30, desde donde abarcan «absolutamente todo» el proceso final de la vida de una persona. Desde los trámites que hacen falta para el entierro o la incineración, pasando por la organización del velatorio y ceremonia hasta la gestión para anular la memoria en redes sociales del difunto, dar de baja todas las domiciliaciones de agua y luz o el cálculo de la pensión, explica el director territorial de la zona sur de Mémora, Fernando Pouso. El objetivo es liberar a las familias de toda la carga.

Uno de los pasos más importantes de este proceso es conocer las últimas voluntades del fallecido. Por eso, «se valora y ve cómo ha sido el proceso final de la vida y si el difunto ha podido expresar algún deseo para el día de su funeral». Y es que son cada vez más los que en vida no sólo dejan testamento de sus bienes materiales, sino también vital, «donde expresan cómo quieren que sean sus últimos días, si desean ser sedados o renuncian a determinados tratamientos agresivos en caso de enfermedad o si desean ser incinerados o enterrados». Un cambio de mentalidad para el que Mémora ya tiene un producto que permite a las personas elegir cómo será su despedida: Electium.

Cada vez son más los que optan porque su adiós sea «un momento de gratitud» con la vida. De hecho, hace unas semanas circulaba por internet un vídeo de una charanga como parte del cortejo fúnebre. Fue en Sevilla, a principios de octubre, cuando un estibador sevillano pidió como última voluntad que una charanga tocara en su funeral. Y así lo hicieron durante el tramo que separa el tanatorio de la SE-30 con el cementerio de San Jerónimo.

Pero no es el único servicio atípico que gestiona Mémora. Según Pouso, cada vez son más los que optan por un coche de caballos para trasladar el féretro.

Esta funeraria también ofrece la posibilidad de llevar el recuerdo de la persona siempre encima. Concretamente en forma de diamante. Esta piedra se realiza a partir de las cenizas o el pelo del difunto, aunque es esta última opción la más demandada, «ya que mientras que sólo necesita un mechón para hacer el diamante, en el caso de las cenizas se necesita entre kilo y kilo y medio. Además, la pureza de la piedra está certificada en Amberes. Aunque es un producto de elevado precio, Pouso asegura que la carga emotiva es «tremenda» y además permite llevar el recuerdo no sólo de difuntos, sino también de vivos, como fue el caso de un hombre que decidió realizar este diamante con el cabello de su esposa fallecida y de sus dos hijas vivas.

En Mémora no sólo trabajan con las familias, también con la sociedad y los profesionales de este sector a través de su fundación. El objetivo es proporcionar ayuda a la sociedad y «mejorar la atención de las personas que están en el proceso final de la vida». Para ello cuentan con un área de sensibilización con tal de trabajar el concepto de la muerte como una parte de la vida, para asimilar que «cuando nacemos estamos destinados a morir», señala Pouso. «La muerte, normalmente a lo largo de la historia ha sido un tabú, poco a poco se va desmitificando, pero es una parte de la vida y cuando las personas han tenido una vida plena tienen derecho a tener una muerte digna no como momento, sino como proceso final».

Afrontar gastos

En la despedida, interviene más de una veintena de variables, de las que más de la mitad son externas a la funeraria, como pueden ser el certificado médico, las exequias, los servicios religiosos? Son gastos que los familiares deben de afrontar, pese a que no es momento para pensar en facturas.

Gran parte de los gastos pertenecen a los servicios funerarios (un 45 por ciento). Esto contempla el traslado del difunto, el velatorio, la asistencia personal, la ceremonia, la gestión del certificado médico, los trámites en el registro civil, el servicio de tanatoestética o la asistencia psicológica a los familiares, según recoge la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef).

La forma de enterramiento es otro de los aspectos más costosos, y engloban en torno a un 20 por ciento de los gastos. Le siguen los impuestos, que suponen un 17 por ciento de la factura; y los complementos como coronas de flores, la celebración religiosa, la publicación de una esquela o la lápida representan en torno a un 15 por ciento de los gastos, según Panasef.

Todo esto puede hacer que un funeral parta de unos 2.400 euros, según Mémora, y de 3.500, en base a los cálculos de la asegurado Mapfre; aunque nunca es demasiado para despedir a los que más queremos. Aunque también depende del lugar donde se realice el entierro. Explica Pouso que en municipios como Mairena del Aljarafe el nicho puede alcanzar los 1.200 euros, mientras que en la capital el coste es de 200.

Todos estos gastos pueden suponer un menor quebradero de cabeza si se cuenta con una póliza de deceso, o el popularmente conocido como seguro de los muertos. Andalucía es la comunidad con mayor penetración de este tipo de productos. En Sevilla, por ejemplo, «cerca del 85 por ciento de la población cuenta con uno de estos seguros», asegura Pouso. Y es que contar con uno de estos productos «al fin y al cabo no sólo es tener una tranquilidad económica, también buscan y demandan profesionalidad a la hora de la prestación de estos servicios». Tranquilidad que parte de unos 130 euros anuales por asegurado, según Mapfre.

Según datos de la Asociación Empresarial del Seguro (Unespa), a cierre de 2016, en Sevilla había 400.688 pólizas de seguro de decesos, un 1,55 por ciento más que un año antes. La capital andaluza se sitúa entre las cuatro ciudades con mayor número de pólizas, por detrás de Madrid, Barcelona y Valencia. En base a estos datos, la implantación de este tipo de seguros en Andalucía es del 60,5 por ciento y es superada por comunidades como Extremadura (70,2) y por Asturias (64 por ciento).

Predomina la incineración

En Sevilla, la incineración es la forma de enterramiento más habitual. De cada diez fallecidos siete son incinerados. Un patrón que se repite en el resto de Andalucía, donde se ubican un tercio de los hornos crematorios de España en esta comunidad. La cifra de incineraciones en Andalucía es casi el doble que en la media nacional, donde el porcentaje oscila entre el 34 y el 40 por ciento, según el director territorial de Mémora.