Teatro Maestranza
György Ráth exalta su tierra con excelencia
El reencuentro del maestro húngaro con la ROSS, en un excelente recorrido por las tierras que le vieron nacer, no pudo resolverse de forma más satisfactoria

Nebolsin y Ráth. / Marina Casanova

Agota referirse al maestro György Ráth, cada vez que se sube al podio de la Sinfónica, como el eterno candidato a convertirse en su director artístico titular. Pero no queda más remedio que hacerlo, y que repetir así mismo la excelente sintonía que siempre ha manifestado con los y las maestras del conjunto sinfónico. Reencontrarse con la orquesta le habrá supuesto una enorme sorpresa, al comprobar la cantidad de rostros nuevos que la integran, especialmente en un concierto como el de esta semana, que habrá necesitado sin duda un importante número de refuerzos.
En los atriles, un recorrido sentimental y estilístico por la música de su Hungría natal, con dos partes bien diferenciadas, el romanticismo a ultranza de Liszt y la cara más folk del país y la vecina Rumanía. El poema sinfónico Los preludios sirvió justamente como obertura a dicha ruta, y de paso introdujo una primera parte protagonizada íntegramente por Liszt.
La técnica de la transformación temática, tan cara al género, se benefició de una interpretación clara y transparente, muy atenta a cada inflexión expresiva, cuidadosa con las dinámicas, los perfiles y los matices. Nada que ver con otras ocasiones, la última en 2020 rompiendo el silencio pandémico, en que apreciamos cierta suavidad en la forma de dirigir de Ráth. Pura efervescencia, acierto en los contrastes y una inusitada forma de atacar los pasajes más enérgicos de la pieza, de la misma forma que los más poéticos alcanzaron cotas sublimes, caracterizó el estilo del maestro, sensacionalmente respondido por una orquesta extensa, con hasta ocho contrabajos y solos maravillosos.

Ráth y la ROSS. / Marina Casanova
Un pianista acorde a las circunstancias
No cabía malograr tan esperanzador arranque con un pianista que no estuviera a la altura, y vaya si Eldar Nebolsin volvió a convencer al público maestrante. Nacido en Uzbekistán pero formado fundamentalmente en nuestro país, lo que le permite hablar un fluido castellano, el intérprete logró hacerse con el Concierto nº 2 de Liszt y regalarnos una interpretación de altura, para el recuerdo.
Se adhirió a sus perfiles rapsódicos con total elegancia y naturalidad, dominando la melodía y controlando el virtuosismo, manteniendo su carácter protagónico pese a la brillante intervención de los músicos de la orquesta, especialmente un solista de violonchelo de enorme solvencia y delicadeza.
Prodigio de sutileza, a veces intimista, otras enérgico, según se exige, Nebolsin acusó perfecta sintonía con el director, lográndose una excelente versión de tan icónico concierto. El acertado mantenimiento de la tensión fue otra de las cartas bien jugadas de ambos maestros, sin afectar al clima en continua transformación que caracteriza a la pieza. Disfrutamos también magníficos solos de oboe y clarinete, mientras como propina, el pianista hizo gala de agilidad en trinos y arpegios con una edulcorada interpretación de una pieza de Schumann en transcripción de Liszt.
Fiesta y drama
Menos efectivos necesitó el director húngaro para afrontar una página tan festiva como el Concierto Rumano de Ligeti, una obra de juventud que sólo puntualmente adelanta el estilo que le hiciera célebre y con el que revolucionara la música occidental, concretamente en el movimiento lento, con aportaciones intrigantes y colmadas de misterio de la trompa solista. El resto es pura efervescencia basada en el uso de melodías del folclore rumano. Un trabajo no exento en su momento de polémica, por cuanto se le acusó de no ceñirse a las indicaciones del realismo socialista en el uso de este tipo de melodías, añadiendo disonancias e intervenciones atrevidas.
El trabajo fulgurante de la orquesta, con solos agitados y aceleradísimos de Alexa Farré al violín, se vio corroborado con una más que satisfactoria interpretación de la pieza de concierto extraída del ballet El mandarín maravilloso de Bartók. Hacía tanto que no escuchábamos esta increíble obra en el Maestranza, que algunos consideramos la oportunidad un acontecimiento, saldado con satisfacción gracias a las formas aseadas y enérgicas de la batuta, y el trabajo integral, sintonizado, armónico y exuberante de la orquesta, en formación muy extensa.
Siguiendo una narrativa que preconiza el uso de la banda sonora veinte años después en el cine negro hollywoodiense, la interpretación de Ráth y la ROSS fue en todo momento incisiva y brillante, haciendo hincapié en su parentesco con el universo stravinskiano y en sus perfiles de seducción y sensualidad. Excelentes solos también, además de un magnífico trabajo de metales y percusión, derivando todos y todas en un espléndido final fortissimo.
ROSS *****
Gran Sinfónico nº 5 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Eldar Nebolsin, piano.György Györiványi Ráth, dirección. Programa: Les Préludes S.97 y Concierto para piano nº 2 en La mayor S.125, de Liszt; Concert Românesc, de Ligeti; A csodálatos mandarin Op. 19, de Bartók. Teatro de la Maestranza; jueves 16 de enero de 2025
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