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Música

¿Aún no conoce a Manuel García?

Cuatro propuestas musicales nos acercan a uno de los más singulares y legendarios músicos nacidos en Sevilla, tenor y compositor de renombre en su época

Una escena de la ópera 'I tre gobbi'.

Una escena de la ópera 'I tre gobbi'. / María Alperi, Fundación Juan March

Juan José Roldán

Juan José Roldán

Sevilla

Para quienes no lo conozcan o quieran hacer un somero repaso a su vida y relevancia, proponemos una semblanza de sus hazañas y virtudes. Lo hacemos aprovechando la representación este martes y miércoles de la ópera de cámara I tre gobbi en la sala del Teatro de la Maestranza que lleva su nombre, un recital de arias y canciones que interpretará el tenor de Estepa Francisco Fernández Rueda el próximo día 14 en el Espacio Turina, y dos espectáculos programados en el próximo Festival de Música Antigua de Sevilla.

Femás propone la versión en concierto de El poeta calculista en el Turina el 30 de marzo en función matinal, con el tenor Juan de Dios Mateos y la Orquesta de Cámara de Bormujos bajo la dirección de Alberto Álvarez Calero, y su Misa nº 4 en re menor en San Luis de los Franceses el 6 de abril también a las 12 de la mañana, a cargo del conjunto vocal Numen Ensemble. Cuatro apuestas que conforman una visión completa de su trabajo como compositor, desde la ópera a la música religiosa, pasando por sus canciones.

Pero, ¿quién es Manuel García y por qué no hemos empezado a conocer su talento y habilidades hasta hace relativamente poco? Ha sido gracias fundamentalmente al empeño y la dedicación que ha puesto el historiador, académico y crítico musical Andrés Moreno Mengíbar, de cuyo libro Los García: Una familia para el canto, publicado en 2018 por el Centro de Estudios Andaluces, extraemos muchos de los datos que ilustran esta somera crónica.

Manuel García.

Manuel García. / El Correo

Una familia muy influyente

Baste unas notas para conocer la relevancia de la familia García en el panorama musical universal del siglo XIX. Rossini compuso El barbero de Sevilla pensando fundamentalmente en Manuel García, quien por su parte fue el principal artífice de la introducción de la ópera en Estados Unidos. Su hija María Malibrán fue la cantante mejor pagada de su época, y su hijo Manuel Patricio inventó el laringoscopio y se convirtió en el primer estudioso de las facultades físicas de la voz, y primer otorrinolaringólogo oficial de la historia.

Pauline Viardot fue la intelectual de la familia; frecuentaba los salones de París organizando legendarias veladas musicales. Su música y su figura como cantante e intérprete sensacional del teclado se ha ido recuperando paulatinamente con el tiempo, formando hoy parte habitual de los programas camerísticos en cualquier parte del mundo, sobre todo cuando se trata de reivindicar el trabajo de la mujer en la música.

Calle Tenor Manuel García.

Calle Tenor Manuel García. / El Correo

De María Malibrán no hace muchos años que la mezzo italiana Cecilia Bartoli grabó un suntuoso álbum recreando su estilo operístico, que se convirtió rápidamente en éxito de crítica y público.

De Sevilla a París

Dicen que la soprano aragonesa Elvira de Hidalgo seguía los métodos de enseñanza de García, incluso cuando impartía clases a la gran María Callas. Manuel Vicente del Pópulo Rodríguez Aguilar, García para el mundo de la farándula, nació en la calle Cestería de Sevilla, en el barrio del Arenal, el 21 de enero de 1775, hace ahora doscientos cincuenta años.

Era una época en la que el pasado glorioso de la ciudad fenecía debido a sucesivas epidemias y al poder castrador de la Iglesia, que desaprobaba la diversión lúdica que proporcionaba el teatro, razón por la que se fueron cerrando locales dedicados a la divulgación de la cultura.

Ni las reformas de Pablo de Olavide, asistente del rey, lograron cambiar este panorama. García, por lo tanto, cultivó su talento natural para el canto en instituciones religiosas, como la Colegiata del Salvador o la Catedral, con profesores tan prestigiosos como Antonio Ripa. Con dieciséis años decidió marcharse a Cádiz, donde la proliferación del comercio propició una nueva burguesía ávida de entretenimiento, la consiguiente apertura de recintos teatrales y un creciente cosmopolitismo y libertad de miras.

Allí abordó con su canto natural libre de afecciones boleros, seguidillas, polos y otros aires de danza muy populares en la época. Y también conoció a su primera esposa, Manuela Morales, con quien tuvo una hija y un hijo. Con ella viajó a Madrid, donde empezó a acariciar nuevos estilos como la ópera, y concebir sus primeras composiciones, como El majo y la maja.

García y sus hijas, Pauline Viardot y María Malibrán.

García y sus hijas, Pauline Viardot y María Malibrán. / El Correo

En la capital llegó a cantar Las bodas de Fígaro junto a Joaquina Briones, con quien entabló una relación sentimental que derivó en matrimonio antes incluso de anular el anterior. Fue también la época que vio nacer la ópera en un solo acto y con un solo personaje El poeta calculista, donde cabe apreciar numerosos cambios de registro y color, así como agilidades complejas..

Pronto la ciudad se quedó pequeña para sus ambiciones, seguro de su talento y creatividad, lo que le llevó a probar suerte en París. Allí logró ser contratado en el Teatro Odeón, donde incluso pudo estrenar la ópera mencionada, a pesar de que su voz no contaba todavía con la técnica precisa, lo que le llevó a viajar a Italia en busca de la ayuda para superar este inconveniente.

París, Italia y el Nuevo Mundo

En París cosechó también mucho éxito con piezas como el Polo del contrabandista, pero con treinta y cinco años decidió dar un vuelco a su carrera y plantarse en Nápoles. Trabajó en el Teatro San Carlo de la mano de su amiga Isabel Coltrán, amante del empresario Domenico Barbaja y más tarde esposa de Rossini, y estudió con el prestigioso profesor Giovanni Ansani, uno de los mejores tenores italianos, alcanzando la depuración técnica que precisaba.

En Italia compuso El califa de Bagdad, pero su fuerte talante y la rivalidad con el tenor de moda Giovanni Battista Rubini, le hicieron zarpar a Londres, donde conoció a Rossini, protagonizó Elisabeta, Regina d’Inghilterra y sirvió de modelo para encarnar al Conde Almaviva en El barbero de Sevilla.

Tras una breve estancia en Londres y de vuelta a París, publicó Chansons espagnoles y estrenó su primera ópera seria, La muerte de Tasso. Pero una misteriosa enfermedad en 1822, un año después de nacer su hija Pauline, empezó a hacer mella en su voz. La incorporación al clan García de su hija Josefa avivó las sospechas de bigamia y tuvo que emigrar de nuevo a Londres, donde se convirtió en su propio empresario.

Como tal, emprendió viaje a Nueva York, donde introdujo la ópera italiana y estrenó El barbero de Sevilla, al que siguieron otros títulos suyos y de Rossini. Pero un accidentado Don Giovanni evidenció la falta de medios de la compañía. En 1826, sin María, que decidió permanecer en Estados Unidos, la familia viajó a México, donde compuso nuevo material, como El gitano por amor o su propia Semíramis. Pero tras la independencia reinaba una atmósfera anti española, por lo que tuvo que regresar a París.

Su voz ya no brillaba como antaño, por lo que se aventuró a abrir una academia de canto que se convirtió en una de las más prestigiosas de París, y para la que compuso varias óperas de cámara, como L’isola disabitata o Un avvertimento ai gelosi, que como otras de las apuntadas, han sido objeto de revisión en nuestra ciudad desde que su figura se ha ido recuperando.

El 10 de junio de 1832 murió como consecuencia de una afección de garganta, o quizás pulmonar debido a su afición al tabaco. Está enterrado en el Cementerio Père Lachaise de París. Las nuevas generaciones de la familia habitan en Canadá, mientras aquí, además de la sala del Maestranza, una calle lo recuerda en el Tiro de Línea.

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