Música
El triunfo del flamenco en la tierra de San Fermín
Con teatros llenos y recitales gratuitos abarrotados el Festival On Fire culmina su 12 edición conquistando al público navarro con artistas como Tomatito, Riqueni o Yerai Cortés

El guitarrista Yerai Cortés durante su actuación este martes en el Teatro Gayarre de Pamplona dentro de la duodécima edición del Festival Flamenco on Fire. / Villar Lopez / EFE

Mientras en las redes los agoreros siguen cada día vaticinando el fin del flamenco y quejándose de la falta de espectadores, o incluso de talento, en Pamplona la pasión por lo jondo se expande aún más en cada edición del Flamenco On Fire, conquistando a un público entusiasta que, sin necesidad de saber o conocer en profundidad lo que escucha, abarrota los recitales gratuitos y completa los aforos de los teatros sin prejuicios para ver a artistas como Tomatito, Rafael Riqueni, Yerai Cortés, Duquende, Alba Heredia o las jóvenes cantaoras María Terremoto, Lela Soto y Ángeles Toledano.
Aquí, doce años después del chupinazo que dio lugar a este proyecto de llevar el flamenco al Norte, como advertían los primeros lemas, hay ya caras habituales de nuevos aficionados fieles a la cita y otras que se suman a un encuentro con cada vez más calado en la ciudad.
La prueba es que, tras la exitosa actuación de La Macanita y el guitarrista José Valencia en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona desde el que a la misma hora (12 horas) se da el chupinazo para los sanfermines, encontramos a decenas de curiosos arremolinados en el cruce de la calle Chapitelas con Mercaderes, dos de las principales vías del casco viejo de Pamplona que forman parte del recorrido de los encierros, haciendo palmas a otro cantaor local callejero que entona tangos y bulerías por unas monedas. La espontánea iniciativa, vista por primera vez, denota desde luego el tirón que empieza a protagonizar la cita, considerada ya el segundo evento cultural más importante de Pamplona después de San Fermín.

El artista flamenco Kiki Cortiñas durante su actuación este viernes en uno de los balcones balcón del mítico Hotel La Perla de Pamplona. / Villar López / EFE
“Que la gente la haga suya y produzca un movimiento natural en torno al festival es lo que marca el éxito y la solidez de un festival, como ocurre en otros lugares donde comercios y artistas de la zona lideran un circuito off”, comentaba el director de otra gran cita en una de las muchas charlas que se producen aquí entre promotores, investigadores y personalidades influyentes de lo jondo a los que el festival convoca. Como los flamencólogos José Luis Ortiz Nuevo y José Manuel Gamboa y la gestora cultura, ex directora del Festival Flamenco de Jerez, Isamay Benavente, premiados este 2025 con el Galardón On Fire.
Es verdad que, desde el origen, con el objetivo claro de que los pamplonicas conocieran el evento y se familiarizasen con este arte, el festival puso el foco en múltiples y originales actividades de dinamización y divulgación que, en su momento, levantaron polémica entre un sector del flamenco anquilosado que encontraba denigrante la apuesta por nuevos formatos. Así, había bicicletas que recorrían las calles con melodías flamencas, los bares incorporaron la ruta gastronómica Sabicas, en torno al genial guitarrista pamplonés que impulsa la cita, se sirvieron cervezas con espuma pintada de lunares y se celebraron conciertos al aire libre con food trucks, sesiones de dj’s jondos y un ambiente distendido, más propio de los festivales indies.

La cantaora Tomasa Guerrero, «La Macanita», durante su actuación este viernes en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona. / Villar López / EFE
De todas, permanece un amplio programa extramusical que esta edición ha incluido flashmob liderados por escuelas de baile navarra; el On Fire Kids para los más pequeños; una exposición fotográfica póstuma del joven jerezano Javier Fergó, fotógrafo oficial del FOF; las jornadas Eterno Sabicas “que hemos dirigido hacia la escucha activa”, explicaba el director Arturo Fernández antes de la interesante audición que ofreció el especialista en patrimonio sonoro Carlos Martín Ballester; y un homenaje a la pelota vasca que pretende tender puentes entre territorios, memorias y formas de expresión profundamente enraizadas, como hace el cartel que utiliza la idea de patio, en su término caló Tandal, para relacionar el flamenco con este deporte con el que “comparte valores esenciales: el arraigo, la creatividad y la transmisión oral”.
Desde luego, la vinculación con el territorio es clave para el éxito del On Fire. Contar con la colaboración de colectivos y asociaciones culturales y sociales navarras y buscar relaciones con las tradiciones que favorezcan el hermanamiento y contribuyan a singularizar el festival es, como manifestaba el director a este medio, prioritario. Ya sea imponiendo a los artistas el famoso pañuelo rojo o subiéndolos a los balcones que aquí tienen un peso tan significativo en la fiesta.

El guitarra flamenco José Fernández Torres, «Tomatito» (2d), durante su actuación este sábado en el balcón del Ayuntamiento de Pamplona. / Villar López / EFE
-“¿Qué se siente al cantar en el balcón?”, le preguntaba un inocente Manuel de la Tomasa (-que ofreció el viernes un magnífico recital junto al guitarrista David de Arahal-) a La Macanita en el transfer de vuelta al tren. –“Genial, es muy bonito asomarse a la plaza llena de gente escuchando. Lo malo que veía a todo el mundo mirar para arriba y hubo un momento que pensé si se me estaba viendo algo más de la cuenta”, bromeaba con aje la jerezana que se metió en el bolsillo a los espectadores del Ciclo Nocturno del Tres Reyes haciendo alarde de gitanería.
Otro de los grandes éxitos es, sin duda, la diversidad de un público en el que conviven pamploneses de todas las edades, que llenan los recitales gratuitos y se animan cada vez más a acudir al resto de propuestas, con los de la comunidad gitana del Norte, cada vez más involucrada, gracias también a la labor de la Casa Sabicas, y con los aficionados cabales que acuden desde otras ciudades del país.
En este sentido, más que la programación, donde se repiten con demasiada frecuencia los nombres del star system flamenco, apenas hay estrenos ni sorpresas y se deja poco espacio a los espectáculos de baile, el Flamenco On Fire potencia el carácter familiar de este arte dando a quienes se acercan la posibilidad de conocer a respetadas y admiradas figuras que son ídolos universales. Para su embajador, Pepe Habichuela, o para Tomatito, otro de los habituales, es imposible dar un paso sin que los paren a pedirles fotos, y la expectación por Yerai Cortés fue tal “que había público para llenar otro teatro”, comentaban los presentes.

El cantaor Antonio «El Turry» durante su actuación este sábado en uno de los balcones del emblemático Gran hotel La Perla de Pamplona. / Villar López / EFE
Como sello, no obstante, el festival, en coherencia con el maestro que les sirve de guía, arriesga con la guitarra de concierto, una de las disciplinas menos valoradas en el resto de programaciones. Este año a través de nombres como Juan Vargas, José Antonio Rodríguez, Daniel Casares, David Cerreduela o Alfredo Lagos, además de la producción propia Alzapúa que ha reunido en su tercera convocatoria a Manolo Franco, Gerardo Núñez, Rafael Riqueni y el mismo José Antonio.

La cantaora Esmeralda Rancapino durante su actuación esta tarde-noche en el patio del Palacio de Ezpeleta. / Villar López / EFE
Con la firme convicción de que “sólo desde la emoción se crea la afición” y la seguridad de que “el talento de los flamencos y la riqueza de este arte hacen el resto”, como mantenía Arturo Fernández en la previa, el FOF ha combinado siempre el flamenco más ortodoxo con propuestas periféricas normalmente reservadas a ciclos concretos. Sin embargo, la decisión de incorporar a Los Planetas entre los Grandes Conciertos del Auditorio Baluarte, escenario principal que se llenó de modernitos de camiseta y canas, levantó suspicacias entre muchos de los habituales de la cita que, o bien se lo saltaron o acudieron a curiosear y se salieron al segundo tema de psicodelia indie que nada tenía que ver con lo jondo aunque el músico Fernando Vacas, el presentador del acto, se empeñara en señalar que “Los Planetas son flamenco” y “lo especial” de este concierto que contó con la colaboración del guitarrista Edu Espín.
En cualquier caso, después de cinco intensos días de abrazos, oles y compases el festival navarro se despide en su duodécima edición con la misma melancolía con la que se entona el Pobre de mí, demostrando que el flamenco es un arte que donde llega arrasa.
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