CINE | José Luis García Berlanga Productor, director y cocinero
"En el último plano que rodó mi padre se lee 'Tengo miedo', de 1999 y ya decía que veía lo que pasó en la España de 1936"
El hijo mayor de Luis García Berlanga repasa el legado y la vigencia del director de 'Plácido', un nombre cumbre en el cine español del siglo XX del que el Caixafórum Sevilla acoge la exposición 'Interior Berlanga. Cine, vida y humor'

José Luis García Berlanga (en el centro) junto a Sol Carnicero y Bernardo Sánchez Salas. / Caixaforum

"Hola, soy José Luis García Berlanga, hijo de Luis García Berlanga, director del cine, y tengo una casa llena de archivos, documentos, cartas y papeles de de mi padre y no sé qué hacer". Grosso modo, éste fue el mensaje que el hijo mayor del director de Plácido (1961) y La escopeta nacional (1978) mandó un día de hace unos cuantos años al buzón de sugerencias de la Fundación La Caixa. A su muerte, en noviembre de 2010, su familia toma consciencia de la enormidad del legado, no sólo cinematográfico, sino también documental, en forma de fotografías, cartas, anotaciones, poemas, dibujos y piezas que le acompañaban en su despacho en la casa familiar de Somosaguas.
Así nace la exposición Interior. Berlanga. Cine, vida y humor, que tras su inauguración en Valencia, tierra natal del cineasta, y su paso por Barcelona, recala en el Caixafórum de Sevilla, en la que es una de las grandes apuestas de la temporada para el centro que dirige Moises Roiz. Casi 300 piezas conforman un recorrido por las distintas facetas de un autor sin el que no se entiende el cine del siglo XX, en España y Europa, y el maestro que mejor supo retratar las mezquindades del país que fuimos y el que arrastramos.
PREGUNTA. Me ha sorprendido mucho cómo se gesta esta exposición: ese email que manda al buzón de sugerencias de la Fundación la Caixa. Pensé que las instituciones estaban mucho más pendientes de estas cosas, que a la muerte de un gigante del cine de España como su padre iba a haber un interés por custodiar todo ese legado que había dejado en casa: archivos, en fotografías... ¿Qué lectura queda de esto?
RESPUESTA. Llevaba cuatro años hablando con secretarios de Estado, ministros iban pasando legislaturas y ya no sabíamos qué hacer. Mi madre iba a vender la casa de Somosaguas y se me ocurrió ir a instituciones privadas. Y entonces me metí en CaixaForum, escribí eso y a la semana me contestaron. Nosotros sabíamos que ellos no compraban archivos pero nos propusieron hacer una megaexposición y que ellos podían catalogarla, digitalizarla y eso hicieron. Y ahí está el resultado, que es magnífico. Eso es la punta del iceberg, lo que hay en la exposición es un 3% de lo que es el archivo de mi padre.
P. ¿Qué papel ha tenido en esa labor de selección de piezas?
R. La selección es obra de los comisarios, Sol Carnicero y Bernardo Sánchez Salas, que han estado un año entero viendo cajas y seleccionando en colaboración con la Fundación hasta llegar a esta selección que se hizo. Me consultaban, iba a algunas reuniones y eso es lo que hice. Sí me encargué de los audiovisuales que se ven durante el recorrido.
P. ¿Con qué pieza se queda o qué pieza recomienda al visitante que se fije de manera especial?
R. Con lo más personal, con las cartas. En concreto, con una carta que escribió al acabar la Guerra Civil. Al día siguiente o a la semana siguiente, se reúne con la familia y son las conclusiones que saca. A mí es lo que más me... Siempre me motiva. Esas reflexiones con 18 o 20 años son de una clarividencia. Y luego, es que hay mucho, mucho de verdad inédito que le descubre de alguna forma, aparte de lo que es su cine. Muchas cosas íntimas, mucha carta, mucha poesía, mucho escrito, mucho dibujo... aparte del personaje que se conocía, todo lo que no se conocía de Berlanga.
P. Esa precocidad para entender su tiempo la llevó a su cine. Bienvenido Mr. Marshall la dirige en plena dictadura, con poco más de 30 años y ya sabía por dónde iban a ir los tiros de este país.
R. Sí, sí, la verdad es que mi padre era... me da vergüenza decirlo pero era un genio. Luego tenía una clarividencia que a veces era intuitiva y no reflexiva... Su cine sigue completamente vigente ahora y aplicable a la sociedad actual.

Un visitante hace una foto a una de las obras de la exposición ‘Interior Berlanga’, en el CaixaForum. / Rober Solsona - Europa Press / Europa Press
P. Se sigue utilizando berlanguiano, ya aceptado por la RAE, para definir muchas situaciones que, lamentablemente, sufre el país. No sé si viendo cómo está ahora mismo el patio le hubiera dado hasta pereza meterse a fondo o hubiera sabido trasladar los debates sociales al cine como hizo con El Verdugo, con Plácido o La escopeta nacional.
R. No sé, porque lo que reflejaba su cine es más a los españoles que a España. Es el siglo XX de España, a través de sus películas. Sus historias son, al principio, de sociedades, de pueblos: son Bienvenido Mr. Marshall, Calabuch (1956). Luego ya empiezan a ser problemas de un individuo frente a la sociedad.
La verdad es que lo último que hace en el cine es el último plano de Paris, Tombuctú (1999). Estaba en su último día en postproducción, había una gran piedra en la carretera vacía y el montador le dijo "Mira, ahora podemos hacer cosas con los temas digitales, ahí si quieres puedes poner una pintada o algo". Y volvió al día siguiente y puso "Tengo miedo". Eso es lo último que se ve en la última película que hace. Y tenía miedo, me decía, tenía miedo porque estaba... Y eso, fíjate, es final del siglo XX, es en 1999, porque decía que estaba viendo reflejado lo que ya vio en el 36 en España y en Europa. Fíjese si veía las cosas.
P. En un mundo tan individualista, su padre tuvo una relación con Rafael Azcona enormemente fértil, fecunda. La dirección y el guión formaban un todo muy natural que traspasaba la pantalla.
R. Ellos fueron muy, muy amigos. Se admiraban mucho uno al otro y hacían mucha vida juntos. Aparte de cuando escribían, se veían todas las mañanas, a lo mejor se iban a ver una exposición de muebles de oficina, porque eran muy curiosos por cualquier cosa. Se complementaban perfectamente.
'Plácido' es una película redonda. No hay nada que sobre, desde el primer plano al último. Refleja la incomunicación absoluta: todos hablan, nadie escucha
P. Supongo que es complicado elegir, pero ¿tiene una película favorita?, ¿cuál es la película menos conocida que habría que echarle un nuevo visionado?
R. Yo y casi todos los que nos hemos dedicado al cine nos parece la mejor Plácido, y también lo pensaba mi padre. Es una película redonda. No hay nada que sobre, desde el primer plano al último. La vuelves a ver cuatro veces y vas descubriendo cosas nuevas: el figurante de atrás, el actor que aparece por un lado. Es maravillosa y es una película que la ves en una sala grande y cuando acabas no has parado de reírte pero acabas con una patada en el estómago, de lo que es la soledad. Como decía el otro día Manolo Gutiérrez Aragón, que coincidimos en un coloquio en Zaragoza, en esa época estaba de moda la incomunicación con Antonioni y con Rosellini y lo que hacían era poner dos personas que no se hablaban en un plano, pero no hay mayor incomunicación que en Plácido, que está todo el mundo hablando y nadie escucha.

Luis García-Berlanga en el porche de su casa en Somosaguas / Archivo Berlanga. Colección Filmoteca Española
P. ¿Y cuál es esa película que ha pasado desapercibida precisamente por la preponderancia de Plácido, de El verdugo, de Bienvenido?
R. Me encanta Novio a la vista (1954), su tercera película. Es un poco Jacques Tati, me recuerda a Las vacaciones del Monsieur Hulot. Es en Benicassim, en un veraneo y es esa madurez de unos adolescentes y luego también la decepción al final, como en casi todo su cine. Es una película que a mí me encanta verla. Luego yo creo que a él estaba muy orgulloso de la última, es una película más caótica, ya no está Azcona en el guión pero él lo disfruta y a mí me gusta mucho, creo que también hay que verla otra vez.
P. Ha dirigido el documental Berlanga, fanáticamente contradictorio, para CaixaFórum Plus, que se proyectará en octubre como actividad paralela en el marco de la exposición. ¿Qué ha querido reflejar?
R. Es parte del material que no está en la exposición, material inédito... Intenté hacer algo diferente a gente hablando sobre él. Así que lo que he utilizado es un almacén de atrezzo de cine antiguo, muchas televisiones viejas y una actriz, Eva Isanta, recorriendo esas entrevistas. Como si se entrevistara él mismo. Y a partir de ahí vamos viendo diferentes situaciones: su poesía, su paso por la guerra en el frente de Rusia, su hipocondría... Y él nos va contestando a través de estos televisores viejos.
P. Sobre la huella de Berlanga en el cine español de hoy. ¿Quién cree usted que ha sabido recoger su legado de una forma mucho más evidente?
R. Ahí lo que no se debe hacer es creer que estás haciendo un Berlanga, por eso es él nada más. Pero sí hay muchos herederos y mucha gente que ha sido influenciada y ha seguido un camino que, creo, por la admiración lo han intentado o están haciéndolo a su forma personal. Me acuerdo que una vez intenté producir una idea suya, una serie y él quería hacerla con directores jóvenes. Y entonces me dijo: "hay tres que yo considero que son discípulos míos". Santiago Segura, Alex de la Iglesia y Javier Fesser. Esto dicho por él, en boca de él. Pero hay bastante gente que reivindica la comedia y hace una comedia estupenda y creo que la influencia de Berlanga se nota en su obra.
Mi padre, dicho por él, creía que había tres discípulos: Santiago Segura, Alex de la Iglesia y Javier Fesser
P. Aparte de este gran proyecto de exposición, ¿qué otra forma de acercar el legado de Berlanga está realizando la familia? No sé si hay una Fundación Berlanga, perdone mi desconocimiento.
R. No hay Fundación Berlanga. Esta exposición de CaixaForum es de las mejores que se ha hecho y él estaría encantado. No es un panegírico, ni son lugares comunes, se ahonda en la persona y se avanza para comprenderle, para comprender su obra a través de todo lo que vas viendo.

José Luis García Berlanga (izquierda) con Sol Carnicero y Bernardo Sánchez Salas. / Caixaforum
P. ¿Se explica Berlanga en la escuela?, ¿sabe la familia cómo se cuenta Berlanga a las nuevas generaciones?
R. No sé nada, pero lo que sí sé es que hay mucha gente joven que sí ha visto las películas, que le conoce y le gusta. No quiero decir que sea lo común entre la gente joven. Lo común es hoy en día algo que tiene diez años ya les parece viejo, pero hay mucha otra gente, que sin tampoco tener una avidez cultural, lo ve, lo descubre por las teles y le encanta. La tele continuamente, en algún canal. Está poniendo una película de mi padre: en el canal clásico, en FlixOlé, en TVE... Hay gente joven que me dice pues que he visto tal película y me cuenta "qué buena es, qué actual".
P. Un último apunte personal: ¿cuándo se da cuenta de que su padre es ese genio del que me hablaba al principio?
R. No sé, yo crezco teniendo unos padres maravillosos, burgueses, normales, con una familia que hacemos la vida habitual de este tipo de familia y mi padre era director de cine. Tú piensa que mi padre no tuvo éxito comercial de dar entrevistas hasta más tarde, así como para que se le reconozca así. Entonces estaba todo en un mundo más intelectual, porque su cine fuera intelectual, si no porque era un circuito más cerrado... Hasta La escopeta nacional (1978) no se le conoce para el gran público. A partir de ahí Patrimonio Nacional (1981), La Vaquilla (1985) y ya es ese personaje que la gente reconoce y sale en las teles. Para entonces, yo ya era adulto, tenía una productora. Siempre ha sido un orgullo, porque el respeto a Berlanga en cualquier sitio que vayas ya entonces pues era maravilloso. Llamarse Berlanga te abría las puertas de todo.
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