Ciclismo
La Vuelta se convierte en una manifestación propalestina en Madrid
Miles de personas se lanzaron a la calle y obligaron a cancelar la última etapa, ni hubo podio, ni se pudo coronar a Jonas Vingegaard como ganador de una carrera marcada por el rechazo popular al equipo del Israel-Premier Tech

Las protestas propalestinas en el final de la Vuelta a España en Madrid, en imágenes / EP

La Vuelta no pudo acabar en Madrid y desencadenó en la mayor manifestación propalestina en la capital de España. La organización de la carrera trató hasta el último kilómetro -faltaron 50- de llegar a Cibeles donde estaba el podio, que fue anulado, como todos los actos previstos para coronar a Jonas Vingegaard como ganador de una edición marcada por el rechazo popular a la presencia del Israel-Premier Tech.
Miles de personas, la mayoría con banderas de Palestina, irrumpieron en el circuito por donde debía pasar el pelotón. Era imposible llegar a Cibeles entre gritos contra el Gobierno israelí y el genocidio en Gaza. Los ciclistas fueron informados justo cuando llegaban a la capital de España.
La presencia de Díaz Ayuso
Ya hacía un buen rato que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que se fotografió con todos los corredores del Israel-Premier Tech en la salida de Alalpardo, se había bajado del coche de Javier Guillén, director de la Vuelta, que no consiguió el objetivo de acabar en Madrid, después de una carrera muy accidentada en el apartado extradeportivo, pero sí mantener la competición hasta una etapa final que sólo debía servir para vivir un esprint intrascendente en la capital española.

Cargas policiales a varias personas que protestan por Palestina en Atocha. / Jesús Hellín - EP
Desde la salida en Turín, tan lejana por la carga de tensión en esta Vuelta, se pidió a Unipublic, empresa organizadora, que expulsara al Israel, algo que se apartaba de sus competencias; la decisión era exclusiva de la Unión Ciclista Internacional (UCI). La federación, después del primer incidente grave, la cancelación de la llegada a Bilbao, cerró la puerta a cualquier medida drástica. La UCI proclamó su neutralidad política.
Cualquier intento para convencer al Israel Premier Tech de dejar la Vuelta, con lo que se habrían calmado los ánimos y la carrera se hubiese desarrollado exclusivamente en el ámbito deportivo, resultó infructuoso. Sólo accedieron, por decisión propia, a retirar el nombre de Israel del ‘maillot’ de competición.
Nadie llegó a Madrid
Al final no llegaron a Madrid ni ellos ni ningún otro corredor de una Vuelta que incorpora Vingegaard a su palmarés y la une a los dos Tours ganados en 2022 y 2023. En lo deportivo, sólo dos ataques para la victoria: uno en Valdezcaray y otro en la Bola del Mundo; nada más, hasta la cancelación de la última etapa.
En lo extradeportivo, una prueba ciclista que aprovechó mucha gente en diversas comunidades, desde Cataluña a Madrid, para hacer altavoz del genocidio en Gaza y rechazó a un equipo, el Israel Premier Tech, fundado en 2014 y que nació para servir como embajador deportivo del país, con apoyo institucional, por obra y gracia de un multimillonario Sylvam Adams, con nacionalidad canadiense e israelí, y que no esconde su amistad con el primer ministro Benjamin Netanyahu. De ahí, que haya aflorado ese rechazo general a la participación de la escuadra en la Vuelta.

Cargas policiales en Madrid. / Jesús Hellín - EP
Hubo protestas desde que la carrera llegó a Figueres procedente de Francia. Siguió el rechazo en Aragón y la Rioja, alcanzó el grado máximo en el País Vasco, se apaciguaron un poco los ánimos en Cantabria, creció la condena en Asturias y el ambiente hostil obligó a anular también el final de la etapa 16, en la localidad gallega de Mos (en Pontevedra). Con cierta calma por Castilla y León, el pelotón llegó a la Sierra de Guadarrama donde se produjo una acción absolutamente injustificable. Una treintena de activistas se abalanzó contra los corredores, poniéndolos en peligro, cuando iban a más de 40 kilómetros por hora.
En Madrid nunca llegaron a estar expuestos. Se detuvo la carrera a 50 kilómetros de la meta. Hubo una pequeña reunión con Fernando Escartín, director técnico de la carrera, Carlos Verona, como portavoz del pelotón, representantes del jurado internacional y jefes de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Los ciclistas se montaron en los coches y se fueron a los hoteles, algunos ya directamente al aeropuerto para regresar a sus países.
Sin cargas, en las etapas
Nunca, en ninguna de las etapas con fuerte tensión por la masiva presencia de manifestantes por Palestina, hubo cargas policiales. Los agentes sólo intervinieron cuando hubo riesgo para los ciclistas. Nada más. La Vuelta siempre permitió la exhibición de banderas palestinas.
Los ánimos se fueron caldeando. Si es cierto que ciclistas y equipos, al margen del Israel, recibieron insultos en nada justificibles, los ánimos y las campañas de boicot fueron aumentando hasta que todo se desbordó en el centro de Madrid.
La Vuelta no pudo acabar. El ciclismo sirvió de escaparate al drama de Palestina. La UCI tiene ahora un problema sobre la mesa con un equipo que todavía tiene carreras pendientes en diversos países donde este domingo se vio en directo el rechazo madrileño al genocidio de Gaza.
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