ENTREVISTA
Ismael Sanz, doctor en Economía Aplicada: "Por cada alumno menos en clase, se aprende un 1 por ciento más, lo equivalente a una semana"
"Con la caída de alumnos se va a producir una mayor competencia entre los centros educativos; los hay que lo pasarán mal, pero serán más importantes las preferencias familiares", avanza el economista ante el inicio del curso en Asturias

Ismael Sanz. | / José Luis Roca
Mariola Riera
Asturias es la comunidad autónoma que más alumnos ha perdido en el segundo ciclo de Educación Infantil (de tres a cinco años) en la última década, con una caída del 31,4 por ciento. Hoy se conocerán los datos de matrícula del nuevo curso educativo, que empieza en todos los ciclos, si bien la tendencia ha sido a la baja en los últimos años. Pero lejos de ser un dato negativo, en cuestiones educativas puede ser una oportunidad. Así lo sostiene Ismael Sanz, doctor en Economía Aplicada en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), en una investigación publicada en Funcas.
Habla de una "transformación silenciosa, pero de gran calado" en la red educativa.
Habrá menos alumnos por clase y, por lo tanto, eso va a permitir a los docentes llevar a cabo prácticas diferentes, más individualizadas, más trabajos en grupo, tareas que se puedan hacer durante varios días... Podrán profundizar en la comunicación oral, la creatividad... Va a haber más tiempo para individualizar la atención. Eso mejorará la satisfacción de los docentes y de las madres y padres.
¿Se puede contabilizar esa mejora?
Por cada alumno menos en clase, de media los estudiantes que siguen en el grupo aprenden un 1% más, que es equivalente a lo que se aprende en una semana. Ese efecto es general, pero más positivo aún en primaria y en centros con situaciones más desfavorecidas. Cuantos más alumnos disruptivos hay, mayor es el impacto positivo de reducir la ratio por clase.
La caída es general en toda España, con Asturias al frente.
Eso viene explicado por la caída de natalidad. A veces es un proceso que se retroalimenta, en el sentido de que cuanto más envejecida tienes la población, más cae la natalidad, porque menos población tienes entre 25 y 50 años.
La inmigración, en este caso, que siempre se señala como un contrapeso a la caída poblacional, no sirve. ¿Por qué?
España tiene ahora 49.300.000 habitantes; aumentan 150.000 por trimestre. Eso es por inmigración. La población española está creciendo, está máximos históricos; vamos a los 50 millones, registro que nunca habíamos alcanzado. Es porque llegan muchos inmigrantes, pero eso no afecta tanto a la población joven ni a la natalidad, porque llegan adultos y luego se reproduce el reagrupamiento familiar al venir luego los hijos. Hay que esperar a que empiecen a fundar aquí sus familias. En resumen: la caída de natalidad es más fuerte que el efecto positivo que puede provocar la inmigración.
Habla de que el sistema educativo puede aprovechar esa caída para reorganizarse y mejorar. ¿Cómo?
Ya en parte se está produciendo, porque este efecto viene ya de los últimos 15 años, o sea, que no es nada nuevo. La caída en Infantil ya se ha trasladado a la educación primaria y luego llegará a secundaria. Aunque en la ESO ese impacto no se ha notado, porque aunque empiecen a llegar menos, también la tasa de abandono se ha reducido. Pero sigue siendo elevada, la de España es la segunda más elevada de toda la Unión Europea, detrás de la rumana.
¿Qué hacer?
La administración pública debe estar atenta para reducir la ratio de alumnos por clase en aquellos centros que más lo necesitan, donde hay situaciones más desfavorecidas, más estudiantes rezagados o disruptivos. Ahí se podrá ver un efecto positivo.
¿Puede esto perjudicar a la enseñanza concertada si en el futuro la pública es capaz de absorber a todo el alumnado?
Es verdad que en el caso de Asturias, que se sale de lo que es el patrón del resto de España, la caída ha sido algo mayor en la concertada. Pero lo que creo es que se va a producir es una mayor competencia: hay centros que lo van a pasar mal. Efectivamente, en ese sentido, los centros públicos pueden aguantar mejor tener menos estudiantes que los concertados. Pero lo que va a pasar también es que importen más las preferencias de la familias y habrá centros con más demanda que otros en función de lo que ofrezcan: proyectos, extraescolares, jornada partida... Ya se nota.
¿Cómo afectará la caída de alumnado al mercado laboral, donde ya se nota la falta de mano de obra?
Algo que nos falta en España en cuanto al mercado laboral es incentivar a los jóvenes. Cada uno puede elegir lo que quiera, por supuesto, ya que la vocación es clave y muy importante. Pero también es relevante que conozcan aquellos ámbitos donde hay más inserciones laborales. Y que luego decidan. En España nos faltan estudiantes de las STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, y Matemáticas). Al menos un joven tiene que conocer toda la oferta, saber que hay demanda y luego decidir. Todas las profesiones son importantes, pero parece que vamos a un mercado de trabajo en el que predominan la inteligencia artificial, la robotización, la automatización, el Big Data...
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