Hoy se cumplen 40 años de la muerte de Francisco Franco, jefe de Estado desde la Guerra Civil hasta 1975. Su fallecimiento dejó atrás cuarenta años de dictadura y fue el punto de partida de la Transición y todo lo que ella conlleva:_la democracia y la Constitución de 1978, pilar que sustenta el Estado español hasta nuestros días, la legalización del Partido Comunista y las elecciones libres, entre otros aspectos.

Con la ruptura del régimen anterior llegaron también, lógicamente, numerosos cambios económicos, legislativos y sociales que propiciaron el desarrollo de un país que pasó poco a poco del blanco y negro al color. España logró entrar en la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europa, y los cambios han sido tan sustanciales en todos los sentidos que ahora mismo tiene España hasta dos reyes: Juan Carlos I y Felipe VI y la banda terrorista ETA –que tanto daño ha causado– está prácticamente derrotada y desaparecida.

Cuando Franco murió, España era fundamentalmente un país de emigrantes. Miles de españoles tuvieron que buscarse la vida fuera de nuestras fronteras. Tres años de Guerra Civil dejaron el país bajo mínimos y la recuperación no fue rápida. Ahora, cuatro décadas después, los españoles sigue emigrando pero fundamentalmente como mano de obra cualificada y no como personal de baja cualificación en los países más prósperos. España es ahora también un país de acogida, miles de emigrantes llegaron al país al amparo de la bonanza económica que vivió España durante los años del boom inmobiliario. Ahora mismo hay en España 4,6 millones de extranjeros mientras que en 1975 la cifra de extranjeros en el país era de 155.039, según refleja el Instituto Nacional de Estadística.

La bonanza económica y el desarrollo de la industria también trajo el confort a buena parte de los hogares. La televisión, el medio de comunicación más influyente, fue entrando en los hogares españoles a pasos agigantados. Si hoy es habitual que en una casa haya varios aparatos (salón, cocina, dormitorios, etc), hace cuarenta años sólo había en ocho de cada diez casas y, mayoritariamente, eran en blanco y negro. Hoy, la penetración de este aparato se sitúa en el 99,5 por ciento y suele ser una opción personal y muy minoritaria no tener al menos una televisión en casa.

Transportes

La comodidad también llegó con el transporte. En 1975 el coche era un lujo al alcance sólo del 34 por ciento de la población y el litro de gasolina costaba 24 pesetas. En 2015, hoy día está a 1,2 euros el litro (199 pesetas). La tecnología también camina a pasos agigantados y de los 2.000 ordenadores que había en 1975 en España, esta cifra se ha multiplicado por infinito. 1975 fue también un año importante para la informática ya que Paul Allen y Bill Gates fundaron Microsoft. Entonces, se dispararon las ventas del ordenador Altair 8800, un equipo cuyo éxito de ventas supuso uno de los detonantes de la revolución de los ordenadores personales que llega hasta nuestros días. Fue el año en que Niki Lauda se proclamó campeón del Mundo de Fórmula 1 con Ferrari, El Padrino II logró el premio Oscar a la mejor película del año, Zara abrió su primera tienda en una céntrica calle de La Coruña, un periódico se vendía a diez pesetas, una barra de pan costaba nueve pesetas y unos pantalones vaqueros, 3.500.

Comparando datos actuales con los de hace cuatro décadas. Se observa también un descenso en el número de nacimientos, 662.084 frente a 426.303. La población activa, por el contrario, sí ha sufrido un importante ascenso dado que cuando murió Franco esta era de 13,3 millones de personas mientras que ahora es de 22,8. Hoy día, la población total en España es de 46,7 millones de personas mientras que en 1975 era de 35,4. Cómo hemos cambiado.

LA PÉRDIDA DE LA CULTURA DEL ESFUERZO

El colectivo de profesionales andaluces Vicente Plural, que desde 1980 colabora semanalmente en las páginas de opinión de El Correo, ha destacado lógicamente la gran transformación que ha sufrido el país en todos los aspectos y campos, pero lamentan que se haya perdido en buena medida la «cultura del esfuerzo», ese valor que lleva a los ciudadanos a aprender por aprender y a trabajar con el ánimo de mejorar profesionalmente en lugar de adoptar una postura más cómoda que exija menos esfuerzo y sacrificio. Así lo han manifestado varios miembros de Vicente Plural durante un encuentro con El Correo. Florencio del Valle Rodríguez, arquitecto y catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, echa de menos «el concepto del mérito, el esfuerzo y el trabajo. Creo que se han perdido un poco, antes teníamos un poco de más ilusión y se trabajaba por terminar una carrera y ahora se trabaja más por aprobar», lamentó el arquitecto.

En el mismo sentido, José Vallés, catedrático de Política Económica de la Universidad de Sevilla, afirmó: «Yo me pasé cinco años opositando en el momento de la vida en que uno puede divertirse y ahora echo en falta la cultura del esfuerzo, la disciplina. El esfuerzo que no depende de los demás sino de ti».

Igualmente, el abogado del Estado Carlos Suan, jubilado como funcionario aunque letrado en activo, también señala el esfuerzo como factor clave al considera que «quizás haya que prestigiarlo más». Rafael Leña, notario, también quiso destacar que durante todos estos años hemos cambiado «prácticamente en todo y que la sociedad es prácticamente distinta». No se atrevió a calificarla como «mejor», y tampoco se atrevió a comparar la sociedad de entonces con la actual dado que «no había ninguno de los instrumentos que hoy se tienen, ni los digitales ni los no digitales».

Una vez instaurada la democracia, «algo que no tenía ni comparación con la época anterior», el cambio fundamental para él fue «la ruptura no violenta con todo lo anterior ya que era una situación completamente distinta». «La libertad trajo nuevos valores, nuevas formas de enfocar la vida y nuevos sistemas educativos», continuó Leña, que recuperaría del pasado «la cultura del esfuerzo y el rigor en el pensamiento», precisó.