Todos somos parias en el siglo XXI, ¿por qué?

Los parias actuales se están formando o los vemos ya en acción, son los parias conscientes, marginados, y los digitales sin memoria histórica y pendientes de alcanzar la fama mediante la posesión de bienes diversos. En realidad, todos somos parias

Karl Marx. / DallE 3

Karl Marx. / DallE 3 / Ramón Reig

Ramón Reig

La alternativa de Marx —la salvación del mundo por parte del proletariado— al problema del humano —la explotación del humano contra el humano— ya no se tiene en pie cuando observamos cómo ha evolucionado el mundo —pienso sobre todo en lo que llamamos Occidente y en el mundo paulatinamente industrializado, tecnologizado, mundializado— gracias sobre todo al empuje del mismo segmento social hegemónico que él mismo alabó por su papel en la Historia para luego llamar a su destrucción debido a su evolución hacia la corrupción y la generación de miseria.

Tal vez Marx debió medir mal la capacidad de reacción de una clase capitalista que, para seguir adelante, entre otras estrategias, lo leyó a él y pensó que tenía razón, que o soltaba lastre para que el número de parias disminuyera o realmente esa masa desesperada de personas —que no tenía nada que perder y mucho que ganar— podía eliminarla. El capitalismo no estaba muerto, al contrario, no había hecho más que empezar su andadura contemporánea y el siglo XIX explica el XXI. La guerra existe pero la está ganando el capitalismo, según la conocida frase de Warren Buffet.

¿Qué ha hecho el capitalismo desde el siglo XIX hasta hoy? Introducir paulatinamente en el sistema al paria, borrarle su memoria histórica como especie y explotar su pulsión explorativa, permitiéndole el uso y abuso de la tecnología doméstica. El dominio se ejerce ahora mediante la libertad aparente y el caos es el orden. Una jugada maestra de quienes tenían mucha más vida de la que Marx supuso, de quienes Marx acaso creyó un enemigo en decadencia, un enemigo minusvalorado en su fuerza que ha demostrado que el paria no quería ser paria sino imitar a quien se supone que debía destruir. El paria quiso cambiar el mundo pero fue ese mundo quien lo absorbió a él, nada más entró el paria en contacto con los bienes y el progreso que permite el mercado, se olvidó de su condición y traicionó a Marx porque el paria era y es un ser humano, no el superhombre que buscaba Marx, en su teoría, que no en su convencimiento interno.

El paria no es alternativa de nada ni lo es el paria vulgar del siglo XXI: el homo ciber o incluso el homo economicus, ambos desposeídos de conocimiento y repletos de infoxicación y codicia, respectivamente. Sólo el conocimiento, es decir, la comprensión mediante el método estructural que nos lleva a la sincronía, puede empezar a hacernos libres pero al hacernos libres —por ahora y en el actual contexto histórico— nos lleva a la marginación.

El paria sigue existiendo en el siglo XXI y es, para simplificar, de cuatro clases. Primero tenemos al paria que no es alguien que no tiene donde caerse muerto sino al revés: es el marginado por arriba, quiero decir el que es humano, demasiado humano, consciente de sí y de su conexión con su entorno próximo y remoto. El paria verdadero, consciente, del siglo XXI, es de naturaleza cognitiva y espiritual, no económica. Se trata de una minoría que debe soportar la dictadura del capital y la de los propios sujetos que se creen parias o progresistas.

El segundo tipo de paria es el progresista/consumista, progresista acaso sólo por abstracción teórica, por instinto y por moda, no por consciencia. En cuanto pueda, traicionará al paria real al que rechaza con mayor o menor explicitud. Es un paria similar al de la masa de Marx en el siglo XIX, el paria del individualismo gregario que se cree libre y no lo es, el que alcanza un mayor grado de libertad es el paria consciente, el verdadero, no el pseudoparia ciber o económico.

El paria consciente es el marginado por arriba, el castigado socialmente por haber salido de la cueva y saber demasiado, el vencedor ha sido el homo economicus, el paria de Marx, en efecto, pero contaminado por aquello que dijo Marx que debía destruir. Y es que Marx no estaba defendiendo a superhombres ni a seres sabios sino, a eso, a parias que hoy son pseudoparias, es decir, masa dispersa e inconsciente que juega y sueña.

Konrad Lorenz da en el clavo: explicar nuestra conducta no nos priva de valor ni de dignidad ni quiere decir que no seamos libres ya que al aumentar el conocimiento que tenemos de nosotros mismos aumentamos nuestro poder de control sobre nosotros. En efecto, pero cuando en el siglo XXI mundializado intentamos eso nos convertimos en parias marginados por arriba, algo que, por otra parte, seamos sinceros, ha ocurrido siempre, lo asombroso es que siga ocurriendo en el siglo XXI pero me temo que va en aumento porque el otro nuevo paria, el tercero, que rechaza al paria marginado por arriba o paria real, como le puede ocurrir al paria progresista/consumista, se caracteriza por no ser consciente de sí a causa de la excesiva información y distracción que le proporciona lo ciber. Y es que es peligroso manejar armas o máquinas si no se está preparado para ello, si en lugar de ser un paria consciente estamos ante un consumidor o paria secundario, económico, un pseudoparia.

El cuarto tipo de paria es el paria de la codicia antes nombrado, el elemento hegemónico, que vive bajo el gobierno de la materia que ha transformado a través de los siglos, lucha con ella, a veces la controla, a veces, las más, no lo logra. Esa materia, ya muy externa a él, es su patrón, el paria de la codicia vive en un contexto de «lucha de clases», contra lo que ha creado, contra parias similares a él y contra el resto de los parias aquí citados.

Entonces, ¿todos somos parias?Parece que sí, todos somos parias, unos por exceso de consciencia y sensibilidad hacia lo que les rodea (los marginados por arriba), otros por la ilusión de ser libres y la presencia del ciber al que consumen sin descanso (los parias comunes) y otros por estar poseídos por aquello que han creado, una estructura socioeconómica y mediática mundial que sirve en el fondo a su codicia. Es el paria homo economicus que da lugar y estimula al homo economicus menor, al paria consumidor del ciber, un espécimen que se desarrolla y crece porque a la actividad del paria de la codicia se une la inclinación humana a mercadear, poseer, imitar al rico y consumar una tendencia hacia la voluntad de poder.