Un vino con… Santiago Padilla, presidente de la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte
“El mostrador debía estar tipificado como formación reglada”

Jorge Jiménez

No hay mejor invitado para este sábado que Santiago Padilla, eso es una realidad. Y es que, coincidiendo con el fin de semana grande de El Rocío, mi amigo me ha concedido una entrevista, al calor de una buena copa, en uno de los santuarios de los vinos de Sevilla, Bodegas Salado, en Umbrete, uno de esos pueblos que vive con enorme intensidad esta romería desde 1814. La historia de la bodega y la de la hermandad de esta localidad van de la mano porque casi coincide en el año fundacional.
Le recibo en el patio de la bodega, lleno de flores, propio de la época del año en la que nos encontramos. El calor ha decidido darnos una tregua y corre una más que agradable brisa. Antes de empezar, nos damos un paseo viendo los distintos lagares y nos sentamos a la sombra de sus frondosos árboles. Abrimos una botella de Finca Las Yeguas y comenzamos a charlar. Su semblante serio no debe confundirnos. Santiago es un hombre simpático y amable. Tremendamente profesional y un ejemplo a seguir en lo que a responsabilidades empresariales se refiere. De hecho, mi admiración hacia él proviene de este sector. Gerente de la Asociación de Hoteles de Sevilla y Provincia, vive en Almonte y se desplaza todos los días al centro de Sevilla para desempeñar su actividad profesional.
Santi nace en Sevilla, como era la costumbre de la época por “circunstancias sanitarias”, pero es natural de Almonte y su infancia transcurre como la de un niño más de la época. Hereda de su padre sus ansias por aprender, formarse, conocer… De su madre hereda su sensibilidad, su bondad, el amor por darse a los demás e intenta en su día a día transmitirlo a quienes le rodean. Con su hermana Rocío como uno de sus referentes vitales, los juegos con sus amigos en las calles o en la plaza Virgen del Rocío, donde su familia tenía un comercio de tejidos y confecciones, era la diversión más común. En esta plaza, todas las tardes, se reunían los hombres del campo porque los capataces iban allí a buscar peones para el día siguiente y él recuerda al pequeño Santi correteando entre aquellos enormes tipos. Recuerda con cariño al pregonero, dedicado a transmitir la información de interés para los vecinos. Las casas con establo añadido al fondo, incluso con una entrada específica para el paso de las bestias. Los huevos de las gallinas que los vecinos tenían en sus casas. Mil cosas de una intensa infancia asoman a su memoria. Un pueblo en blanco y negro que estaba empezando a tomar color con los avances que el final del siglo pasado trajo consigo, que Santi disfrutó al máximo. Una época pasada que, quizás por la añoranza de la juventud, pensamos que fue mejor. Una infancia plena.
Esta infancia no estuvo exenta de trabajo. Como buen hijo, desde pequeño, echaba una mano en el negocio familiar y me asegura que puede que esta fuera la primera universidad a la que asistió. La relación con clientes y comerciantes fue un máster de vida en el que mi entrevistado reconoce que aprendió mucho en lo que significa el trato con las personas. Observar los pequeños detalles y tratar con personas dando y aportando lo que necesitaban se convirtió en una obsesión. Me confiesa que su carácter, en buena medida, fue moldeado por estos años de cara al público y se siente orgulloso de ello. “El mostrador debía estar tipificado como formación reglada”, me dice. No es para menos. Darse a los demás es una virtud más que algo que se aprenda, pero en la atención al público se demuestra quién es apto para este desempeño.
En su juventud, Santiago se forma en el Centro de Nuevas Profesiones, reconociendo que su padre hizo un esfuerzo importante para que eso fuera posible. Podía extrañar en aquellos años que un niño de un pueblo quisiera hacer turismo. Sin embargo, en la cabeza de Santiago estaba la plaza de Matalascañas como objetivo profesional. Sin embargo, la vida decidió por él y no fue así. Tras unos años trabajando en el hotel Los Seises, finalizó su carrera de Derecho. Manolo Otero, actual director del Hotel Inglaterra y compañero de formación de Santiago en aquellos años, le propuso como gerente para la Asociación de Hoteles, donde aún hoy trabaja pudiendo dormir todas las noches en Almonte.
Pasan los años y vuelve a aparecer la Virgen del Rocío en la vida de Santiago. Ella, que nunca le deja de la mano, siempre está en los momentos importantes de su vida, como en el que conoce a Toñi, su mujer, en su casa de la aldea. Allí se conocen. Compañeros de camino durante años, surge el amor entre ellos y, como no podía ser de otra forma, se casan y tienen dos preciosas niñas que, sus nombres, unen Almonte y Sevilla. Rocío y Ángela. No esperaba menos. Dos tesoros bajo los que Santiago supedita su futuro. Quiere estar cerca de ellas. Mi amigo siente como grata obligación inculcarles sus creencias, sus costumbres y su fe en Ella. Verlas crecer junto a la Reina de las Marismas es un orgullo del que, modestamente, le gusta presumir.
Hoy ya, y el lunes con mayor intensidad si cabe, la aldea de El Rocío será el epicentro del mayor homenaje que se le hace en España a la imagen de una Virgen y Santiago me habla con la satisfacción de quien se siente parte activa de todo lo que pase estos días en torno a la hermandad, pero con la tremenda responsabilidad de saber lo que todo esto implica. “Compartir momentos con amigos que vienen al encuentro con la Virgen de El Rocío es impresionante”. Con su liderazgo y dedicación, Santiago Padilla continúa fortaleciendo los lazos de fe y tradición que unen a la Hermandad Matriz del Rocío con miles de devotos. Su compromiso con la comunidad y la cultura andaluza refleja la pasión y el espíritu que hacen de esta hermandad un pilar fundamental en la historia y la vida de Almonte. Sin duda, su labor inspira a seguir manteniendo viva esta hermosa tradición en el corazón de todos los que participan en ella.
El vino se nos termina. Sus obligaciones le hacen marcharse y yo, como no puede ser de otra forma, me quedo con mi curiosidad saciada al haber conocido, mucho más de lo que esperaba, a quien está detrás de la figura del presidente de la Hermandad Matriz del Rocío de Almonte, pero no me gustaría finalizar sin antes mandarle un mensaje a Rocío y a Ángela. En cada paso que deis, llevad con vosotras las enseñanzas y el ejemplo de vuestro padre, a quien tanto admiro. Su pasión, su dedicación y su calidez humana son faros que iluminarán vuestro camino y os inspirarán a seguir creciendo como personas ahora, y como profesionales en el futuro. “Dichosa la rama que al tronco sale”.
¡Feliz Rocío, amigo!
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