«Cualquier día lo puedo necesitar yo o alguien de mi familia y entonces querría que fueran solidarios conmigo», comenta Francisco, un jubilado de Renfe que comenzó a ser donante cuando fue a la mili. «Ya me han dado hasta una medalla por las 50 donaciones», relata, mientras abre y cierra su mano para que se llene la bolsa tumbado en uno de los sillones de donación de sangre en el Centro de Transfusión Sanguínea de Sevilla.El motivo de Francisco es casi un mantra entre los 80.000 sevillanos que el pasado año decidieron perder 10 minutos de su tiempo y 450 mililitros de su sangre para ayudar a los demás. Gracias a estos gestos de solidaridad y a ese «hoy por ti mañana por mí» que sale de la boca de muchos de ellos, «es posible mantener el sistema sanitario que tenemos actualmente», asegura el director del centro, Salvador Oyonarte. «Se han hecho multitud de avances en la medicina, pero aún estamos muy lejos de conseguir sangre artificial. Así, que si no es por la generosidad de la gente, no sería posible».No en vano, cada día, solo en Sevilla se realizan una media de 300 transfusiones diarias. Actualmente la balanza entre lo que se necesita y lo que se dona está «justita». «Nos abastecemos bien pero cuando hay una mayor demanda, nos desequilibramos», apunta Oyonarte. Por ello, aunque desde 2009 no hay una urgencia real, siempre trabajan con previsión. Es decir, procuran tener en stock la sangre necesaria para una semana, «pero hemos llegado a tener la cuarta parte, el consumo de dos días». Para prevenir este tipo de situaciones se organizan los llamados maratones que tienen «muy buena respuesta» y que tienen lugar previamente a las dos fechas más delicadas en cuanto a la bajada de donaciones: Navidad y verano. «Como la sangre (hematíes) se mantiene 42 días, con lo que se consigue esas jornadas nos permite seguir trabajando con normalidad». Porque aunque nos vayamos de vacaciones, «los tratamientos, los trasplantes... eso no descansa en ninguna época del año, por lo que la demanda de sangre no baja». «Por el simple hecho de haber tenido dos semanas prácticamente llenas de fiestas en Navidad, la primera de enero estábamos en niveles que representaban la cuarta parte de lo que deberíamos de tener», afirma Oyonarte.Los más solidarios se encuentran en la provincia. «Sevilla, como todas las poblaciones grandes, es un lugar más complejo y el índice de donación es algo más bajo». Así, el 20 por ciento se dona en el centro, que tiene una media superior a otros (hay uno por provincia) debido a su proximidad al Virgen del Rocío, y casi el 80 por ciento se obtiene gracias a los equipos móviles que recorren los pueblos y acuden además a facultades y empresas de la ciudad.Aún así, la media de Sevilla, que se mide según las donaciones por 1.000 habitantes al año, es algo más baja que la andaluza. La capital andaluza se encuentra alrededor de las 33 donaciones por 1.000 habitantes al año y la media de la comunidad está en 37 donaciones por 1.000 habitantes al año.Por ello, el director del centro de Manuel Siurot, en cuyo laboratorio se procesan y analizan las bolsas de Sevilla y Huelva y en breve se concentrarán las de toda Andalucía Occidental, hace un llamamiento a la donación, «sobre todo de gente joven». «Nos centramos mucho en ellos pues suelen serlo durante toda la vida». De hecho, la mayoría de los donantes se encuentran entre los 20 y los 40 años de media. Entre hombres y mujeres está más o menos equilibrado. «Aunque hay una ligera preminencia de varones quizá porque la donación está muy presente en las hermandades», comenta Oyonarte. Por grupos sanguíneos, los más habituales son el A positivo y el 0 positivo. Entonces, ¿cuál es el motivo de que la más demandada sea el 0 negativo? Pues «porque cuando hay una emergencia no puedes pararte a analizar el grupo, por lo que lo primero que se pone es esta sangre», que solo tiene el 7/8 por ciento de la población.Un dato que conocen los donantes pues, más allá de la solidaridad y la satisfacción de saber que con el gesto se salvan vidas, quienes se deciden a compartir su sangre tienen algunos beneficios como puede ser la garantía de que están sanos y que no sufren algunas enfermedades que son difíciles de detectar, gracias a los análisis a los que se somenten las muestras antes de ser trasfundidas: la serología clásica (estudio del suero) y la biología molecular (estudio del ADN).Y es que la sangre pasa por un laborioso proceso de análisis antes de llegar a quien la necesite. Para empezar de cada bolsa se obtienen tres elementos distintos. Por un lado están los hematíes, que básicamente se emplean en las anemias y que tienen una vida de 42 días. Por otro, las plaquetas, que tienen cinco días de vida y que se emplean en traumatismos, hemorragias, tratamientos oncológicos... Y por último, el plasma, que aguanta hasta dos años congelado y se emplea en enfermos que tengan problemas de coagulación. Además de sangre, en el centro se dona plasma y médula. Algo, que el año pasado hicieron 4.000 y 2.000 sevillanos, respectivamente. El proceso del plasma es similar al de la sangre salvo porque se alarga hasta media hora y que la cantidad es mayor, 600 mililitros. A cambio, se puede hacer cada semana.Diez minutos que salvan tres vidas. El proceso de donación es muy sencillo. Solo es necesario ser mayor de edad y menor de 65 años, para lo que hay que aportar el DNI. A pesar de lo que muchos piensan, esto no es una analítica, así que no se puede acudir en ayunas. Aquellos que deseen hacerlo, deben pesar más de 50 kilos y no sufrir enfermedades como diabetes o hipertensión. Una vez que toman los datos, un médico realiza una breve entrevista en la que determina si se cumplen todos los requisitos para hacerlo y se pasa a la sala de donación. Allí, en menos de 10 minutos, se llena una bolsa de sangre de solo 450 mililitros (el cuerpo es capaz de mover hasta tres litros de líquidos) con la que se puede ayudar hasta a tres personas distintas. Al acabar, además, hay premio: un refrigerio que le ofrecen los equipos sanitarios.