Mario Gas y Vicky Peña, en el Lope de Vega. / Pepo HerreraDos grandes de los escenarios, frente a frente en el Lope de Vega

. Mario_Gas y Vicky Peña ofrecen esta noche su última representación en Sevilla de Largo viaje del día hacia la noche, la obra maestra del estadounidense Eugene O’Neill, premio_Nobel y ganador de cuatro Pulitzer, que fue llevada al cine 1962 con Katharine Hepburn, Ralph Richardson, Jason Robards y Dean Stockwell como protagonistas.«Creo que no hace falta ponerse un chip especial para representar hoy a O’Neill», comenta Peña, «o tal vez hay que ponérselo con todos los autores. Lo que sí es bueno es conocer el terreno, saber algo del autor, leer otras obras suyas. Eso te ayuda a transitar mejor por tu trabajo, pero siempre hay un factor común: un ser humano que quiere expresarse, comunicarse con otros seres humanos», añade.

El elenco de Largo viaje del día hacia la noche se ha tomado la molestia de bucear en el mundo de O’Neill, en la vida de ese personaje llamado James Tyrone –trasunto de su padre, James, O’Neill–, célebre actor de teatro, que un bello día de verano en su casa junto al mar, rodeado de los suyos, verá cómo los demonios familiares salen a la luz de un modo fatal.

«Es un buen momento para O’Neill, para ese drama moderno lleno de angustias círculos cerrados e incomunicación», opina Mario_Gas. «Es una obra, eso sí, que requiere un poco de esfuerzo por parte del espectador, no es un jaja cualquiera».

El veterano actor y director cuenta que O’Neill abordó este texto como una obra autobiográfica, en cierto modo un ajuste de cuentas con su propia familia. «Tal vez por eso exigió que no se estrenara hasta 25 años después de su muerte, aunque su esposa permitió que se representara antes de esa fecha», apunta. «El dramaturgo habla de multitud de aspectos familiares. El hecho de que el personaje protagonista sea un actor no hace más que pigmentar el contexto, pero al fin y al cabo son todos ciudadanos con sus tics, sus miserias, sus circunstancias como inmigrantes y las aspiraciones que han dejado de lado».

Vicky Peña sonríe cuando se le pide que cuente algo de su personaje. «Poca cosa puedo decir, porque se va desvelando todo poco a poco, hasta llegar a una verdad oculta. Se trata de una madre de familia con dos hijos, además de otro que perdió. Es hija de irlandeses llegados a Estados Unidos a principios del siglo XX, alguien con una educación católica muy presente, que no adaptó su paso al incipiente feminismo, siguió siempre en el rol de esposa, y además esposa de alguien poco convencional». Una propuesta «llena de amor y de dolor, ambientada en esos veranos familiares que eran un gozo y también un pequeño infierno».

difícil situación. Junto a Gas y_Peña figuran en el cartel Juan Díaz, María Miguel y Alberto Iglesias, «espléndidos actores» según la actriz, con los que se han dado «las diferencias lógicas entre actores de distintas generaciones, si bien todos hemos remado en la misma dirección. hemos estado muy conjuntados dentro y fuera del escenario», agrega.

Sobre la situación actual de la profesión, Vicky Peña afirma que «no hay descanso, ni lo ha habido nunca», ni siquiera para los consagrados. «Esta crisis y la gestión del gobierno, tan fatídica para el teatro, la cultura y los ciudadanos en general, nos ha obligado a ponernos las pilas todavía más», denuncia. «Está siendo devastador, se han deshecho compañías, equipos técnicos enteros han ido al paro... Es como si nuestros gobernantes quisieran alejar a la ciudadanía de la cultura. Aún así, el teatro se ha reinventado, surgen nuevas dramaturgias y por suerte el público sigue teniendo sed de escena», dice.

Por su parte, Mario Gas asevera que «nuestra profesión es muy tozuda, y la gente que se dedica a esto lo hace porque es su manera de respirar y conectarse con el mundo exterior, de ser útil para uno mismo y para la sociedad que nos rodea».

«Quien abraza el teatro sabe por qué lo hace», prosigue el actor, «y sabe también que aquí hay que estar a las verdes y a las maduras. Pero espero sinceramente que en las próximas elecciones barran del panorama a este Gobierno inmisericorde, insensato y asesino de la cultura, que nos considera poco menos que entretenimiento y nos grava con un 21 por ciento de IVA que es simplemente aniquilador. Pero ellos pasarán y la profesión quedará», apostilla Gas