En Las plantas, la obra que se representa hoy en el Teatro Central (20 horas, sala B, entradas a 17 euros), se nos anuncia que vamos a asistir a cómo una mujer gestiona su resaca y su soledad. Pero no se llamen a engaño por lo tremendo que esto puede sonar, porque un mensaje final optimista cierra una obra, que por cierto nació de un regalo, de Reyes Magos para más señas. «El texto me lo regaló Pablo Messiez», cuenta la actriz sevillana Estefanía de los Santos, que vuelve a su ciudad para defender este monólogo durante 50 minutos largos.Si Fernando Trueba dijo cuando ganó el Oscar que no creía en Dios pero sí en Billy Wilder, con De los Santos la afirmación se actualiza: «Yo no creo en los Reyes Magos, pero en Pablo Messiez sí creo», y define al autor argentino como «un mago como persona y como dramaturgo». «Ha sido el mejor regalo de mi vida, junto con una bici», confiesa la actriz, a la que es más frecuente ver en Madrid, donde vive. Las plantas es la tercera ocasión con la que, tras Urtain y Las palabras, pisa el Central, el único espacio escénico sevillano por cierto por el que ha pasado.El regalo empezó llamándose La pena, «porque tengo una coletilla muy mía que es hay qué lástima, hay qué pena». El texto nació con nueve páginas, que al final crecieron hasta las 19 que tiene el que se lleva a escena, para lo que estuvieron rebuscando en otras piezas de Messiez, que también se encarga de la dirección pero que no estará hoy en Sevilla porque se va a montar una obra a Rusia.¿Y de qué va la cosa? Pues de «la soledad, la búsqueda del amor y el ser feliz sobre todo», porque ya queda dicho que la conclusión final es «un canto a la esperanza». Y entre la resaca y la soledad de su personaje, lo que De los Santos ve peor es «la soledad, claro, porque la resaca se te pasa», aunque todo junto no es precisamente plato de gusto... «La soledad no elegida es lo peor, es hasta antinatural, porque como especie tendemos a juntarnos», reflexiona la actriz.Una actriz, dicho sea de paso, que se declara «más de teatro», pese a que admite que la tele (un medio en el que se la ha podido ver en Cheers, Luna, el misterio de Calenda y Bienvenidos al Lolita, por ejemplo) «te acerca más al público». «El teatro es lo que más me fascina porque es adrenalina, es compartir una historia en presente puro», así que si ya de mayor no puede subirse a unas tablas amenaza con apuntarse a «clases de paracaidismo o algo así» para intentar suplir la sensación. «Pablo Messiez me ha dicho que no me preocupe, que si ahora me ha escrito Las plantas cuando sea viejecita me hará Las ramas secas para que siga en el teatro».Y después está el cine, claro, en el que ha tenido ocasión de trabajar con los dos directores sevillanos en mejor racha: con Paco León («le quiero que me lo como») en Carmina y amén y con el gran triunfador de los últimos Goya, Alberto Rodríguez («le amo»), en Grupo 7, en la que daba vida a Caoba, por la que fue nominada al Goya como mejor actriz revelación.