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Opinión | Tribuna

Autor del libro 'Desde el Tercer Armario' -

Maspalomas

Un fotograma de la película 'Maspalomas', dirigida por José Mari Goenaga y Aitor Arregi.

Un fotograma de la película 'Maspalomas', dirigida por José Mari Goenaga y Aitor Arregi. / El Correo

El protagonista de Maspalomas, Vicente, vive en el armario, en un armario infinito. Vicente no vuelve al armario en la residencia (como afirman los resúmenes más al uso), porque Vicente nunca había salido de él. Vicente solo se escondía en un gigantesco armario convertido en parque temático, Maspalomas.

Maspalomas, sin embargo, nos saca a él y a todos del armario. A todos, que estábamos tan cómodos sobre el colchón de plumas toleradas. Por mor de Maspalomas, la heterosexualidad woke que acude a nuestras bodas ahora sabrá qué es el cruising y que nos encanta, sabrá que existen las saunas en lasque nos limpiamos los bajos y los altos y que en Grindr el match más general se logra con una buena polla.

Algunos del colectivo tildarán de exhibicionismo innecesario las escenas de la película de búsqueda de sexo o de sexo explícito en el cruising o en cuartos oscuros, temerosos de que los homófobos lo usen como arma contra nosotros y nos acusen de viciosos y pelanduscos, obsesionados con el sexo.

Otros del colectivo se avergonzarán de sí mismos al reconocerse expuestos en tales escenas.

¿Acaso las películas en prostíbulos o la presencia de la prostitución en la filmografía ha avergonzado aalgún heterosexual de serlo? Al menos, nosotros en esos espacios practicamos sexo consentido y respetuoso, colaborativo incluso diría yo. Nosotros no explotamos a nadie como ellos en los burdeles.

Es verdad que la película describe una realidad, la búsqueda de sexo como paliativo, paliativo de la soledad, de la homofobia interna, de la falta de autoestima... Pero esa es otra cuestión.

Maspalomas nos emociona porque ninguna película nos narra tan realistamente. Cuando narra nuestra hermaricandad (la necesaria sororidad entre maricones) con nuestros amigos, sustitutos de la familia abandonada. Cuando narra cómo el mundo App está terminando con los bares de ambiente y de socialización. Cuando narra las relaciones entre jóvenes y mayores. O cuando narra nuestros respingos al oír inopinadamente “¡Maricón!¨en la calle.

Pero Maspalomas alcanza el realismo mágico al visibilizar a un maricón invisible, a uno de los nuestros: un hombre normal, vasco y casado y padre, que para ser él mismo, rompe con su Euskadi, con su cuadrilla, con su mujer y con su hija. Aese perfil pertenecía, o pertenece aún, la mayoría del colectivo. Hombres que no existían, que no existen. Escondidos primeramente de sí mismos, después, de la homofobia social, y finalmente, del rechazo de su familia, y en especial, de su hija; este último el llamado tercer armario, explicar a tu pasado que tú, hombre heterosexual y normativo, ya no lo eres o nunca lo fuiste. Un hombre 3H, un hombre gay casado con una mujer. Eran, son, tantos, que el bosque no deja ver los árboles. Tan normalizados, que se desdibuja su contorno, tantos, que la película podría titularse Vicentes, haberlos, haylos.

Resulta tan realista, que al ver la película volvemos a meternos en el armario y volvemos a sentir que nos asfixiamos. Porque en Maspalomas ciudad podemos respirar libremente, aunque sea un gran armario, pero alentrar en la residencia,Vicente se asfixia, y necesita abrir una ventana para salir del armario. Tiene dos ventanas a su disposición, pero no las ve. La primera, en la figura de su compañero de habitación, quien más que una ventana se le aparece como un muro de hormigón. Y la segunda ventana es su hija. Una hija que vive, tan encerrada como él, en el armario de su padre.

Maspalomas, una gran película sobre la vida dentro del armario, sus consecuencias en nuestras vidas y en la de quienes nos rodean y sobre la salida del tercer armario. Una película que nos desnuda, que nos muestra en nuestra crudeza y nuestra vulnerabilidad. Una película que nos descubre.

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