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Opinión | Tribuna

Catedrático de Universidad de Sevilla de la Escuela Superior de Ingeniería -

Nada cambiará si no cambiamos nada: Oporto 1, Sevilla 0

Togados al inicio del acto de Apertura del curso académico de la Universidad de Sevilla.

Togados al inicio del acto de Apertura del curso académico de la Universidad de Sevilla. / Rocío Ruz / Europa Press

La locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”

La frase, que muchos atribuyen a Einstein (como tantas otras), pero en realidad pertenece a la novela Muerte súbita de Brown (1983), podría resumir la diferencia entre dos universidades ibéricas separadas por menos de 700 kilómetros: Oporto y Sevilla.

Mientras la Universidad de Oporto escala puestos de forma constante en los rankings internacionales -del entorno del 500 al rango 201-300 en el ranking de Shanghái (ARWU)-, la Universidad de Sevilla permanece en el mismo tramo desde hace más de una década. El marcador académico parece claro: Oporto 1, Sevilla 0.

Evolución del ranking ARWU (2005–2025) de las Universidades de Oporto y Sevilla.

Evolución del ranking ARWU (2005–2025) de las Universidades de Oporto y Sevilla. / El Correo

Figura 1: Evolución del ranking ARWU (2005–2025) de las Universidades de Oporto y Sevilla.

El ranking no miente

El ARWU (Academic Ranking of World Universities) mide la excelencia científica de más de 2.500 universidades con seis indicadores objetivos: premios Nobel y Medallas Fields de exalumnos (10%), premios Nobel y Fields del profesorado (20%), investigadores altamente citados (20%), publicaciones en Nature y Science (20%), artículos en bases internacionales (20%) y rendimiento académico per cápita (10%). No se trata de percepciones ni de encuestas: mide resultados. Y los resultados muestran que Oporto progresa y Sevilla no.

El plan de Oporto: foco, incentivos y dirección

El ascenso portugués no es casual. La Universidad de Oporto lleva más de una década aplicando un plan estratégico claro, con objetivos medibles, mecanismos de rendición de cuentas. Ha apostado por priorizar la investigación de impacto internacional, concentrando recursos en los grupos más competitivos y fomentando la colaboración interdisciplinar.

Pero, sobre todo, ha introducido incentivos reales: quien publica en revistas de prestigio, atrae proyectos europeos o mejora su posición en indicadores, recibe reconocimiento institucional, apoyo económico y visibilidad. La excelencia se premia, y el esfuerzo tiene retorno.

El contraste sevillano: equilibrio sin impulso

En contraste, la Universidad de Sevilla mantiene un modelo de reparto equitativo, donde los recursos se distribuyen con criterios de equilibrio interno más que de rendimiento. Ese principio, que busca la paz organizativa, tiene un efecto perverso: diluye los incentivos. Los mejores grupos no crecen, los mediocres no mejoran, y el sistema se aplana.

Dos modelos, dos destinos

El modelo de Oporto es competitivo, exigente y orientado a resultados, y que aliena los incentivos de la Universidad y del Investigador, creando un círculo virtuoso que da ofrece resultados sotenidos; el de Sevilla, burocrático, homogéneo y autocomplaciente. Uno premia el mérito; el otro lo neutraliza. Y en un entorno global donde las universidades se miden por impacto y visibilidad, la diferencia de estrategia marca la diferencia en el marcador.

Mientras Oporto entendió que su progreso pasaba por una gobernanza universitaria moderna y autónoma, Sevilla sigue atrapada en una lógica administrativa más próxima al siglo XX que al XXI.

El riesgo del inmovilismo

La pregunta es evidente: ¿puede revertir esta tendencia una universidad dirigida durante más de dos décadas por los mismos grupos y estructuras? Los hechos sugieren que no. La cultura institucional se ha consolidado en torno a la continuidad, no al cambio. La estabilidad se confunde con éxito, y el consenso con avance.

Pero los rankings -más allá de su simbolismo- reflejan algo más profundo: quién lidera el conocimiento y quién se limita a conservarlo. Solo con esfuerzo, mérito, contribución, capacidad, actitud y aptitud se pueden transformar los resultados. Sin ellos, cualquier estrategia es una ilusión.

Seguir igual es rendirse lentamente

Oporto 1, Sevilla 0. No es una metáfora exagerada, sino la constatación de una estrategia frente a una inercia. Si seguimos haciendo lo mismo, seguiremos donde estamos: celebrando aniversarios mientras otros celebran avances.

Como recordaba Brown en su novela Muerte súbita: “La locura es hacer lo mismo una y otra vez, pero esperar resultados diferentes.” Después de cinco siglos de historia, la Universidad de Sevilla no sufrirá una muerte súbita, pero sí una lenta y previsible pérdida de relevancia si no asume que el cambio, la competencia y los incentivos no son amenazas, sino la única vía hacia la excelencia.

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