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Opinión | Universidad de Sevilla - Elecciones a Rector

Sevilla - Catedrático de Derecho romano de la Universidad de Sevilla

La Universidad en hora

Uno de los patios del edificio central del Rectorado de la Universidad de Sevilla

Uno de los patios del edificio central del Rectorado de la Universidad de Sevilla / Jorge Jiménez

Llegó al fin la hora largamente esperada por quienes durante los años de travesía en el desierto defendimos la imperiosa necesidad de que eligiésemos rector por sufragio universal ponderado en la Universidad de Sevilla. Para quien lo hizo como yo antes, durante y después de su década como Decano de Derecho, como Presidente de la Conferencia de Decanas y Decanos de Derecho de España en el Ministerio o como profesor con su voz individual, en claustro o en la prensa sevillana y nacional, se trata de una hora emocionante. Tuvo que ser una ley orgánica -porque de otro modo no se hubiese conseguido-, contra cuya aplicación se pronunciaron tantos que ahora ven desplegadas las posibilidades de una contienda democrática más plural y más abierta en la que participar. Una contienda que esperemos se juegue limpiamente y cuyo desarrollo y desenlace es crucial para el futuro de nuestra Universidad, su personal, sus estudiantes, las mujeres y los hombres que la integran y los que desde fuera la aman.

Porque no estamos en hora ya es hora de apostar por una Universidad sin peajes con el pasado ni vinculaciones con intereses exteriores partidistas, a los que no deberían supeditarse los nuestros estrictamente universitarios; por una Universidad dialogante hacia dentro, inclusiva e igualitaria, que vele por el bienestar y la formación de sus estudiantes, con un programa de ayudas efectivas a la residencia de los foráneos, y que ofrezca a su personal las mejores condiciones de trabajo y conciliación, comprometiéndose inequívocamente a terminar con la precarización de buena parte de nuestras plantillas y a la salvaguarda de los más vulnerables; pero también en permanente diálogo hacia fuera, con una relación diáfana y directa con las instituciones políticas, sociales y culturales de nuestro entorno, en permanente contacto con el sector productivo, abierta y no cerrada al mundo que nos rodea, con un potenciamiento de la realidad física y virtual de nuestros campus; por una Universidad sin rudezas ni clientelismos, forjadora de un hábitat de libertad con carreras pautadas, previsibles y dignas para los que han dedicado su vida a ella en condiciones muchas veces de gran incertidumbre; por una Universidad de la cultura, derramante de su inmenso patrimonio en la ciudad, que se convierta en un activo centro irradiador de referencia, liderando acontecimientos como el Centenario –tan profundamente sevillano- de la Generación del 27; por una Universidad despojada de las burocracias parapetantes que lastran, a veces penosamente, las actividades docentes y de investigación y no derivan directamente de normas inevitables de rango superior; por una Universidad descentralizada realmente, dotada de recursos humanos y económicos suficientes que devuelva la prevalencia autónoma a los centros, que es donde se desarrolla la vida universitaria en su vitalidad todos los días cambiante; por una Universidad que pueda convertirse en lo que realmente es y no ha sido por razones espurias: un núcleo galvanizador de ciencia y cultura, formación y transferencia referencial en el Sur de Europa.

Por una Universidad despojada de las burocracias parapetantes que lastran, a veces penosamente, las actividades docentes y de investigación

Para ello será imprescindible un rearme moral, compromiso sustantivo de no poca gente y refinamiento técnico, que se base en la clarificación y desburocratización de los procedimientos jurídicos y en la implantación de un modelo de financiación más descentralizado y autogestionado por los centros, auténticos despositarios de la sensibilidad, las prioridades y necesidades de nuestros diversos entornos, que no quede en una -por lo demás necesaria- revisión de la fórmula de cálculo de su presupuesto anual, de modo que los Servicios Centrales garanticen ante todo el control jurídico de legalidad, incrementándose de modo substancial el presupuesto anual asignado a facultades y escuelas, reduciendo la dependencia de las convocatorias del Plan Propio. Es urgente reconsiderar los contratos mayores y los convenios con empresas, priorizando la eficiencia económica en un sentido integral y no aparente, asegurando, desde el desbrozamiento jurídico técnico de lo superfluo respecto de lo impuesto por las leyes, el cumplimiento de los fines asumidos por los proyectos de los investigadores que han captado los fondos, como ocurre en otras universidades. Es urgente reconsiderar los contratos mayores y los convenios con empresas, priorizando la eficiencia económica en un sentido integral y no aparente

Es urgente reconsiderar los contratos mayores y los convenios con empresas, priorizando la eficiencia económica en un sentido integral y no aparente

Es prioritario actualizar periódicamente las dietas, comisiones de servicio y condiciones de alojamiento y recepción, con mayor flexibilidad para su gestión desde los centros, en aras del propio prestigio de la Universidad de Sevilla, sus facultades y escuelas, agilizando de modo definitorio la tramitación de solicitudes de suministros que no supongan obras de carácter estructural. Es imprescindible racionalizar y flexibilizar la relación con nuestros proveedores, agilizando los acuerdos marco y abriendo -y financiando- otras vías mucho más eficaces, previstas por la Ley de contratos del sector público, como los sistemas dinámicos de adquisición, las centrales de compra o los sistemas de homologación de proveedores. Hay que reforzar los procedimientos internos con el fin de alcanzar un mayor rigor en el cumplimiento y observancia de los plazos de aprobación y rendición de las cuentas anuales, así como adecuar su contenido, fijando vías de colaboración y comunicación en el campo de la supervisión y la fiscalización, en la mejora de la transparencia y la rendición de cuentas.

Hay que reforzar los procedimientos internos con el fin de alcanzar un mayor rigor en el cumplimiento y observancia de los plazos de aprobación y rendición de las cuentas anuales

Deben adoptarse medidas que garanticen el cumplimiento de las obligaciones de remisión de información y documentación en materia de contratos y convenios, con los listados oportunos, en los plazos y forma indicados por la Ley de contratos del sector público, la Ley de régimen jurídico del sector público, así como en el acuerdo de procedimientos dictado al efecto por la Cámara de Cuentas de Andalucía, ya que además de exigencia legal constituyen un elemento clave para la transparencia. Deben ser definidas certeramente las buenas prácticas, los indicadores de control y las auditorías externas, así como su seguimiento, y debe avanzarse en la implantación de un sistema de control de costes o contabilidad analítica, en el desarrollo y operatividad de un modelo que sea, a la par que efectivo, homogéneo y comparable.

Hay que delimitar en el Plan Estratégico y en los Presupuestos anuales los objetivos, actividades e indicadores reforzando el análisis de eficacia en el cumplimiento de aquellos, formalizando las instrucciones necesarias con vistas a normalizar el proceso y los procedimientos para la elaboración del anteproyecto del presupuesto con bases y criterios claros. Es necesario que la financiación se ajuste al Presupuesto Universitario (fundamentalmente, la transferencia que se recibe de la Consejería e ingresos por tasas y precios públicos), ante los últimos problemas económicos de las Universidades, que han llevado a que se les permita utilizar los remanentes de tesorería.

Será imprescindible activar un Plan Integral de Infraestructuras que revise de modo completo el estado de nuestras instalaciones y acometa como objetivos prioritarios la finalización de las grandes obras emprendidas (Politécnica, Agronómicas), así como el acometimiento de aquellas imprescindibles para ampliar los espacios de los centros con notables problemas (Ingeniería, Farmacia, Turismo y Finanzas, etcétera) y la tan incomprensiblemente no acometida prioridad estratégica -y moral- de una nueva sede para la Facultad de Medicina.

Estas y otras medidas de regeneración son imprescindibles y para ello es necesario respaldar un proyecto renovador y no continuista con el estado de cosas arrastrado en la última década, despolitizado en el sentido partidista, profundamente implicado, absolutamente independiente. Un proyecto que permita, entre otras cosas, que los equipos de gobierno de la Universidad vuelvan a parecerse a nosotros mismos.

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