Opinión

Ramón Reig

5.000 millones de muertos

El sitio web de National Geographic España publicaba hace un par de días, en información firmada por Héctor Rodríguez, que un conflicto nuclear entre Estados Unidos y Rusia, podría provocar que 5.000 millones de personas, dos tercios de la población mundial, murieran de hambre. El informador se basaba en un estudio que bajo el título Global food insecurity and famine from reduced crop, marine fishery and livestock production due to climate disruption from nuclear war soot injectionse publica esta semana en la revista Nature Food. Para llegar a sus conclusiones, la experta en estudios climáticos y de cultivos de la Universidad de Rutgers, Lili Xia, autora principal del artículo, y sus colegas, calcularon, sobre la base de los arsenales nucleares declarados por distintos países, la probable inyección de hollín en la atmósfera tras una semana de conflicto nuclear. También su impacto en los principales cultivos, la pesca o la actividad ganadera.

Posteriormente, los autores utilizaron estos datos para estimar el suministro global de calorías una vez se agotaran los suministros de alimentos almacenados. Lo que encontraron es que, incluso con medidas de mitigación, como la reducción del desperdicio de alimentos o la reorientación para consumo humano de cultivos que hoy tienen como destino la alimentación animal o la producción de biocombustibles, la producción de alimentos sería insuficiente para garantizar el abastecimiento en la mayoría de las naciones.

Rodríguez evocaba el famoso meteorito que supuestamente chocó con la Tierra hace 66 millones de años. “Hace aproximadamente unos 66 millones de años, tres cuartas partes de todas las especies que habitaban la Tierra desaparecieron cuando un asteroide de 10 a 15 kilómetros de diámetro llamado Chicxulub que viajaba a 72.000 kilómetros por hora se estrelló contra nuestro planeta en lo que hoy es el Golfo de México. Sin embargo, tras tamaño impacto, lo peor solo estaría por llegar. Así, la colisión de Chicxulub provocó que millones de toneladas de sulfatos y hollín se elevaran en la atmósfera, evitando la llegada de la luz solar a la superficie del planeta. Como consecuencia indirecta la Tierra se enfrió, el clima cambió y la productividad primaria se derrumbó”.

Multitud de especies murieron aunque únicamente nos acordemos de los dinosaurios. Hoy, no sólo puede llegarnos otro asteroide sino que estamos experimentando las evoluciones volcánicas y los movimientos de placas tectónicas como los efectos que se observan en los terremotos de Turquía y Siria. A ello se une una posible confrontación mundial nuclear. Hay dos puntos especialmente calientes en el planeta: Ucrania y Taiwán. ¿Quién los calienta? Los contendientes es la respuesta más fácil. Pero hay que apuntar más, ¿quién posee mayor grado de responsabilidad? Que cada cual piense lo que quiera, yo creo que he expresado mi opinión de alguna manera aquí mismo, siendo coherente conmigo mismo y arriesgándome a salirme de la visión de que otros piensen por mí y deseen implantármela, cuando podría perfectamente colocarme del lado que se supone correcto y rascarme la barriga mientras cobro del Estado por mis clases en la universidad donde cada vez hay menos libertad absoluta de cátedra. Tengo fuentes personales de información en Taiwán y, si bien admiten la amenaza china, también me hablan del hambre de armas que posee una élite y de cómo los vendedores de muerte presionan para que Taiwán se rearme.

En este mundo no te respetan si no tienes armas nucleares, de ahí que Corea del Norte siga con sus pruebas balísticas. EEUU se indigna por la posible venta de armas de China a Rusia pero él y la UE hacen lo que quieren con Ucrania, con Taiwán y, de paso, con la ONU. La ONU, que fundamos nosotros mismos para preservarnos de las guerras, es un instrumento inútil arrinconado por una pugna en la que el humano no domina su mundo con la razón sino con el hígado. El posthumanismo ha llegado: la máquina, la Inteligencia Artificial, empieza a dominar a la natural, tanto, que pueden acabar las dos en una caverna. Y aún dentro de la caverna, algunos se lanzarían pedradas mientras comen lo que puedan: raíces o animales muertos, como cuando éramos carroñeros.

National Geographic está impulsada por la institución educativa National Geographic Society. El accionista principal de National Geographic, con más del 70% de las acciones, es The Walt Disney Company. El actual director ejecutivo de Disney es Robert Allen Iger. Disney está empeñada en colocar muchos más de sus productos en China que ha rechazado bastantes de las producciones Disney alegando adoctrinamiento occidental. Ni a Disney ni a Iger parece que le interesen una guerra nuclear. Ahora habrá que ver qué les interesa a otros accionistas de la marca: los fondos de inversión Vanguard Group, Inc., Blackrock Inc., o la banca Morgan Stanley. La paradoja es que mientras los señores de la guerra desean un conflicto en Taiwán y que siga el de Ucrania, otros elementos del Poder se unen en macroempresas en las que se pueden dar cita accionistas chinos, estadounidenses o rusos. A ver quién vence, nosotros mirando, como casi siempre, y haciendo lo que nos digan los medios de comunicación.