Misión de la Esperanza de Triana
La Esperanza contra los prejuicios de las Tres Mil: "Ha enseñado que hay mucha gente buena aquí"
La Esperanza de Triana ha formado un gran entresijo de peregrinaciones e historias que todas giran en torno a una misión que ha revolucionado el barrio más pobre de España

Tres mil emociones, tres mil caminos y una sola Esperanza / Pablo García Torrejón

Las tardes en el Polígono Sur están siendo distintas en estos días, un trasiego inusual se mezclan con lágrimas de emoción y alegría de saber que la Esperanza está más cerca que nunca. La frontera de los prejuicios se ha roto temporalmente: en las Tres Mil estos días hay gente de Triana, del Aljarafe, de Montequinto o de la Sierra Sur. Todos visitan el barrio más pobre de España donde allí les espera la Esperanza. “Llevo diez años haciendo esta línea y nunca había visto nada igual a lo de estas dos semanas”, comenta Daniel; uno de los conductores que realiza el trayecto de la línea 32 de Tussam.
Es un goteo constante de peregrinos el que llega a la parroquia salesiana de Jesús Obrero. Allí la comunidad eclesiástica, los recibe con los brazos abiertos. No faltan los puestos de venta ambulantes, la ambientación con incienso y hasta un servicio de ambigú en el patio de la parroquia facilitado por la hermandad del barrio, Bendición y Esperanza. “Las misiones de la Esperanza de Triana están ayudando a crecer al barrio pero también a la hermandad ya que muchas personas se han acercado a preguntarnos sobre el poder hacerse hermano”, cuentan desde detrás de la barra los miembros de la hermandad. En ese mismo ambigú se encuentran vecinos como Joaquín que se emociona al pronunciar la palabra Esperanza. “Que la Virgen haya venido a vernos hasta aquí nos da mucha esperanza al barrio”, dice con la voz entrecortada.
En el ambiente hay alegría, no paran de entrar ramos de flores blancas para situarlos a las plantas de la Santísima Virgen que está a ras de suelo, a la altura de los fieles. Las oraciones, los “gracias por venir” a cada segundo.
Avanza la tarde y aparecen caras conocidas en el seno de la hermandad de la calle Pureza, miembros de la Junta de Gobierno y colaboradores, que no faltan a la cita casi diaria con la Esperanza. María es la camarera del Cristo de las Tres Caídas, imagen que aguarda el regreso de su Madre a casa en la capilla de los Marineros. “Esto es histórico, algo inimaginable y es algo mucho más lo que esperábamos; no paran de venir personas hasta el Polígono Sur aunque en casa ya se le echa mucho de menos”, explica con emoción.
Los vecinos del barrio, muchos de ellos con la medalla de la Hermandad de Bendición y Esperanza al cuello, llegan poco a poco a la parroquia. Este jueves les toca a ellos participar activamente en el Triduo que se celebra en la parroquia. Uno de ellos es Antonio Sánchez, una auténtica personalidad para los feligreses. Se presenta como colaborador de Radio María y ha encontrado en la fe un asidero a una vida que llevaba sin rumbo. El año pasado consagró su vida a la Virgen. Hoy para él es un día grande. Está emocionado, está muy feliz. Viste la dalmática, la tradicional prenda que distingue a los acólitos, para participar en la eucaristía del triduo de este jueves. “Que haya venido la Virgen aquí nos da mucha Esperanza. Ha roto muchos prejuicios que la gente tenía del barrio y ha enseñado que hay mucha gente buena aquí”, defiende sobre una misión histórica para el mundo cofrade y para un barrio en el que habitan tantos y tantos trianeros forzados a salir de su barrio a mediados de los 60.
Al lado de la puerta principal de la parroquia se encuentra una pequeña mesa en la que un cartel indica Recogida de alimentos. Un señor del barrio y feligrés de la parroquia se acerca lamentándose por lo pobre de la cesta. “Hay mucha gente con la Virgen pero pocas personas se acercan a la recogida de alimentos; solo hay dos botellas de leche y tres de aceite”. El rostro se le cambia cuando aparece el siempre sonriente párroco Sergio Codera, que intenta animarle. Es la única concesión a la tristeza en la parroquia.
En el altar donde está la Esperanza, se acercan muchas personas con sus bebés, en algunos casos con apenas unos días de vida. Esas madres buscan posar a sus niños en el manto de la Virgen, un gesto propio del besamanos de cada mes de diciembre que la Junta de Gobierno ha tenido a bien ampliarlo a estos días de la Misión.
En el Polígono Sur va cayendo la tarde. A lo lejos se escuchan petardos de los niños jugando, otros juegan al fútbol en el patio de la casa y otros se entretienen ajenos al ajetreo de la parroquia. Ese trasiego infantil se mezcla con las personas enchaquetadas y arregladas que llegan poco a poco para el rezo del rosario a las siete y media, a la que le seguirá la celebración de la eucaristía. Uno de ellos es Alejandro, un integrante del coro que la hermandad ha recuperado para esta ocasión. “Yo recuerdo cantarle a la Virgen en cultos, en los días grandes para nosotros que es diciembre, pero nunca me hubiera imaginado cantarle aquí. Esto es muy grande”, sentencia. Alejandro es vecino de Gelves y siempre lleva a su pueblo por bandera, pero su corazón está en el viejo arrabal, con la Esperanza de Triana. “Mi momento más especial de lo que llevamos de Misión es cuando la Esperanza se despidió para Triana y el que más espero es el pontifical en la Catedral ya que será el culmen de todo”.
En este escenario de fervor y emoción, de recuerdos que brotan de nuevo a la memoria, se erige una figura que husmea en el puesto ambulante que está en la puerta. Es Pedro, pero todo en el barrio le conocen como Pirulo, un trianero de los de siempre. Su baja estatura no le ha privado de sacar a la Esperanza de costalero de la que guarda muchas vivencias y emociones en las trabajaderas. A Pedro le impresiona verla lejos de la capilla, un espacio que conoce desde niño. Su padre era el el capiller en los Marineros, el encargado de abrir, cerrar, de limpiar un templo que es la casa de la fe para tantos trianeros: “La Esperanza le hace falta a mucha gente, yo soy hermano desde que nací y para mí es un orgullo pertenecer a la que es mi casa”.
La Esperanza de Triana no para de recibir visitas en sus últimos días de estancia en la parroquia, se apuran las horas hasta que este sábado emprenda el camino de vuelta. En la parroquia de San Jesús Obrero empieza el Triduo y con él se va acabando una jornada más de esta Misión de la Esperanza en la que tantas historias y tantos sentimientos se entrelanzan. Las Tres Mil reza. En las Tres Mil está la Esperanza. Las Tres Mil merece esperanza.
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