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QUE NO TE FALTE CALLE

Una casa de cuento y una plaza en pie por sus derechos: así es el rincón más revolucionario de Sevilla

En el corazón del Cerro del Águila, en la zona del Parque Estoril, se ubica la casa del artista Manuel Salas, un reclamo que enamora a los vecinos único en la ciudad

VÍDEO | Así es la plaza Poeta Miguel Hernández de Sevilla

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

Rocío Soler Coll

 A simple vista, la Plaza Poeta Miguel Hernández, popularmente conocida como la zona de Parque Estoril, es un lugar de paz, tranquilidad y reposo. Los bancos, los parques infantiles, el centro vecinal y la pista dura de fútbol están envueltas de árboles, naranjos y todo tipo de vegetación que adornan este enclave sevillano. La banda sonora es el sonido de los gorriones y las voces de los pequeños de la guardería de la esquina y el colegio público Emilio Prados, lo propio en un lugar donde el tráfico y el bullicio no llega.

Pese a su aparente normalidad, la realidad es que este es un espacio de lo más revolucionario. No debió ser causalidad que lo bautizarán con el nombre del poeta activista de la Generación del 27 porque aquí el arte y la lucha se encuentran. En este punto del Cerro del Águila, los vecinos son referentes en la ciudad por su tesón a la hora de velar por los derechos del barrio y el arte rebosa en una esquina a escasos pasos de la plaza, un rincón donde los residentes se paran a diario para contemplar una casa que parece sacada de un cuento.

El arte de compartir entre vecinos

No hay nada igual en Sevilla, porque este lugar es desconocido para la inmensa mayoría de los sevillanos. Solo unos pocos tienen la suerte de toparse con este rincón lleno de arte mientras pasean por la calle Francisco Carrera Iglesias, la más próxima a la plaza. ¿Quién está detrás de semejante obra? ¿Es esto un espacio público?

Fachada de la casa del artista Manuel Salas, en Parque Estoril.

Fachada de la casa del artista Manuel Salas en Parque Estoril. / Rocío Soler Coll

Es una casa particular, aunque no parece la de un vecino corriente. Su fachada es como la de un museo de arte dedicado a Vincent Van Gogh: un fondo en homenaje a La noche estrellada que cubre toda la pared principal de la casa aguanta multitud de obras y esculturas con colores alegres.

Para su autor y dueño de la casa, cada pieza tiene un mensaje y un valor único. “Por ejemplo, este espejo donde solo pone “Quiérete”, en el fondo dice mucho más, si te miras lo verás”, dice Manuel Salas, tapicero, artista y vecino del Cerro desde hace 24 años. Un pozo con agua, una escultura de alambre dedicada a Don Quijote y Sancho Panza, una pareja de enamorados hecha de retablos de madera, o la figura de un señor sentado en un banco. “Simboliza la importancia de levantarse, el verdadero triunfo de la vida”, apunta.

Una obra de Manuel Salas en la entrada de su casa a pie de calle.

Una obra de Manuel Salas en la entrada de su casa a pie de calle. / Rocío Soler Coll

Su caótico taller siempre está abierto al público para saludar a vecinos como Inma. “Siempre está disponible para todo el mundo, él va con su sombrerito y su pelito blanco y habla con cualquiera. A mí, en momentos difíciles de mi vida, como cuando me trasplantaron el riñón, pasear por aquí y hablar con él sobre sus obras me ayudaba muchísimo. ¿A que su casa es diferente a cualquier otra que hayas visto nunca? Pues él también”, sentencia esta vecina.

Una obra de Manuel Salas en la entrada de su casa a pie de calle.

Una obra de Manuel Salas en la entrada de su casa a pie de calle. / Rocío Soler Coll

Manuel está muy comprometido con su barrio. Tanto, que presume de que sus obras, a pesar de estar en plena vía peatonal, jamás nadie se ha atrevido a robarlas o vandalizarlas. “La gente sabe que también son suyas y las respetan”, dice. Esta es su manera singular de reivindicar el barrio que le ha visto convertirse en artista.

La revolución comienza en una plaza

Además de Manuel, el arte y la revolución del barrio también se defiende desde el epicentro de la plaza, uno de los lugares más frecuentados por Carmen Petit. Esta vecina se conoce la zona como la palma de su mano desde que “por fin” se inaugurara en 2007 la plaza. Ella luchó por este espacio, el único pulmón verde del primer barrio de extrarradio que tuvo Sevilla en los años 20. También peleó junto a Toñi, Mari Carmen y otros compañeros, para que el barrio tuviera un lugar donde poder reunirse y tras 14 años reclamándolo consiguieron que la junta del Distrito les entregara el Centro Vecinal Utopía en 2020.

Con la llegada del verano, en esta zona hay apagones de forma regular de hasta cinco horas

Carmen Petit

— Miembro de la junta directiva de la Asociación de Vecinos Parque Estorial

“Este es un espacio para la cultura, el único libre que tenemos en el barrio y un lugar de encuentro con la gente y eso no se puede desaprovechar”, explica Carmen, que le ha abierto las puertas del centro a este periódico para hablar junto a sus compañeras de la asociación sobre los retos que tiene por delante el barrio.

Miembros de la junta directiva de la Asociación de vecinos Parque Estoril frente al centro vecinal Utopía.

Miembros de la junta directiva de la Asociación de vecinos Parque Estoril frente al centro vecinal Utopía. / Rocío Soler Coll

Esta no es una asociación de vecinos al uso, alumnos de universidades y colegios estudian la transformación en el barrio que ha conseguido esta entidad en Sevilla, convirtiéndose en referentes del movimiento vecinal para toda la ciudad. “Ahora mismo necesitamos más comunicación con el delegado y el director del distrito, cada vez que reclamamos algo se eterniza y no nos hacen caso”, asegura Toñi León, secretaria de la asociación vecinal.

Entre sus acciones, este lunes se reunirán en el centro de la plaza para hablar junto a profesionales del sector sobre el apagón que paralizó España hace unas semanas. “Con la llegada del verano, en esta zona hay apagones de forma regular de hasta cinco horas”, puntualiza Carmen. A pesar de que desde la asociación sostienen que se ha votado en el pleno que se cambien los transformadores y se pongan unos con más potencia para acabar con los apagones, por el momento, aseguran que nada ha cambiado.

Una vecina que lleva 45 años viviendo en la Plaza Poeta Miguel Hernández lee el periódico en un banco.

Una vecina que lleva 45 años viviendo en la Plaza Poeta Miguel Hernández lee el periódico en un banco. / Rocío Soler Coll

Además de talleres de escritura y teatro, o clases de móviles, esta plaza, que recibe el nombre de un poeta activista de la generación del 27, es también conocida por ser el escenario de varios eventos culturales anuales. Sin embargo, este año, tanto la Fiesta del Agua, como el Festival Pepe Suero o la Velá del Cerro -la segunda más antigua de Sevilla- penden de un hilo. Eventos que se han celebrado durante años con total normalidad, ahora son un dolor de cabeza para los vecinos. “Nosotros no somos abogados, solo somos vecinos y hacemos las cosas de forma altruista y desde hace dos años sentimos que no nos escuchan”, añade Toñi. “Incluso nos ha llegado el rumor de que se quieren llevar el Festival de Pepe Suero a otro barrio”, lamentan.

Desde la organización señalan problemas de limpieza en todo el barrio y de urbanismo, como las múltiples aceras levantadas, pero también el cuidado de la vegetación y el mantenimiento de los parques. “Ahora nos han puesto una reja en uno de los dos parques infantiles de la plaza y es peligroso para los niños, pero nadie hace nada”, remarca Mari Carmen Jiménez, miembro de la junta de la asociación y representante en el Pleno del Distrito Cerro Amate del Ayuntamiento de Sevilla.  

A los miembros de esta asociación vecinal todavía les queda mucho por pelear. Por el arte, la cultura y la vida de barrio.

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