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Temporal

"¿Y la alerta roja?" Sevilla se inunda mientras las redes se preguntan por qué no se activó el máximo aviso

"Nuestra predicción ha salido bien. Si hubiéramos puesto el aviso rojo habríamos fallado", explicó un portavoz de AEMET a este periódico

Un coche atrapado por las intensas lluvias en Sevilla

Un coche atrapado por las intensas lluvias en Sevilla / Roberto Ruiz-Oliva / EFE

El Correo

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La escena se repite en decenas de vídeos compartidos este martes en redes sociales: calles de Sevilla convertidas en ríos por el temporal de lluvia, coches y motos atrapados en garajes y universidades y hospitales anegados por las intensas lluvias. Pero lo que más ha calado entre los hispalenses no ha sido solo la tromba de agua, sino la sensación de desprotección institucional por parte de la AEMET.

Mientras la ciudad acumulaba más de 115 litros por metro cuadrado, muchos sevillanos se preguntaban por qué la AEMET no activó la alerta roja, el máximo nivel de aviso meteorológico, como sí ocurrió en Huelva.

La indignación ha corrido como la lluvia por X, donde muchos usuarios han compartido imágenes, vídeos y mensajes de frustración bajo un mismo hilo: "Si esto no es una alerta roja, ¿qué lo es?".

Estas son algunas de las publicaciones que miden el termómetro del enfado ciudadano:

Fueron muchos los usuarios que pidieron explicaciones al Ayuntamiento, que respondió que las alertas"las decreta la AEMET" e hicieron lo que estaba en su mano.

Por su parte, fuentes de la AEMET consultadas por este periódico aseguraron que no se activó el aviso rojo por una razón sencilla: este se activa con una previsión que vaya a superar los 120 litros por metro cuadrado. Sin embargo, en Sevilla no se alcanzó tal registro. Los pluviómetros de la AEMET, los que son válidos para la agencia, recogieron 99 litros por metro cuadrado. "Nuestra predicción ha salido bien. Si hubiéramos puesto el aviso rojo habríamos fallado", explicó un portavoz de la agencia estatal a El Correo de Andalucía.

La jornada termina con el cielo abriéndose tímidamente, pero también con una sensación que no se disipa: la de una ciudad sorprendida por su propio clima. Porque si algo ha quedado claro es que, en tiempos de episodios meteorológicos cada vez más imprevisibles, la prevención no puede mojarse siempre la última.

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