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Halloween

Una antigua tradición andaluza revive para Halloween en este pueblo de Sevilla

Esta noche, las niñas y niños del pueblo están invitados a ver los farolillos de melón con los que antaño se celebraba la fiesta de Todos los Santos

Farolillos de Melón Cañada Rosal.

Farolillos de Melón Cañada Rosal. / El Correo

El Correo

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Sevilla

Los farolillos de melón vuelven a iluminar las calles de Cañada Rosal por Halloween, en una celebración que combina tradición y fiesta moderna. La Asociación Las Crujientes ha recuperado esta costumbre centenaria con un taller intergeneracional junto a los mayores de la residencia local, quienes compartieron recuerdos de cuando, siendo niños, sacaban sus farolillos para celebrar Todos los Santos.

Tradición centenaria recuperada

Las calles de Cañada Rosal volverán a iluminarse esta noche con decenas de farolillos de melón, gracias a una tradición en la que han participado los vecinos del pueblo, reunidos la tarde del 30 de octubre para elaborarlos.

La Asociación Las Crujientes realizó el taller junto a las abuelas y abuelos de la residencia de la localidad, en una cita en la que los mayores colaboraron en su realización y contaron sus vivencias de cuando eran pequeños y sacaban los farolillos de melón por las calles.

Farolillos de Melón en Cañada Rosal

Farolillos de Melón en Cañada Rosal / El Correo

Halloween con sabor local

Esta noche, las niñas y niños del pueblo están invitados a visitarlos con sus disfraces de Halloween. Además de los caramelos, los pequeños podrán ver los farolillos de melón con los que antaño se celebraba la fiesta de Todos los Santos.

De esta forma, tradiciones del pasado y fiestas del presente se encuentran en Cañada Rosal, que se distingue por mantener vivas sus costumbres populares.

Una herencia de los colonos del siglo XVIII

Los meloncillos se decoran siguiendo el modelo de los colonos centroeuropeos que fundaron el pueblo a mediados del siglo XVIII.

Hasta los años 60, los mayores fabricaban farolillos con los melones tardíos del huerto, frutos desechados para el consumo humano y destinados a los animales, a los que se dio este uso creativo y festivo.

Las mujeres del municipio recuerdan cómo sus madres y abuelas elaboraban los farolillos para entretener a los niños, que al anochecer iluminaban las calles del pueblo, en una fiesta infantil y comunitaria en tiempos de escaso alumbrado público.

Estas actividades permiten hoy a los vecinos de Cañada Rosal disfrutar de una noche de Halloween única, que fusiona historia, identidad y diversión.

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