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Tribunales

Condenado por violar a la hija menor de su pareja en Sevilla: la madre le obligó a disculparse con su padrastro

El hombre le puso un carnet por puntos para levantarle castigos y a cambio le pedía favores sexuales

Un furgón de la Policía Nacional a las puertas de la Audiencia Provincial de Sevilla.

Un furgón de la Policía Nacional a las puertas de la Audiencia Provincial de Sevilla. / D. D.

Domingo Díaz

Domingo Díaz

Un varón ha sido condenado en Sevilla a ocho años de prisión por un delito continuado de agresión sexual a la hija de su pareja con la que convivía. La menor trasladó los tocamientos a su madre, que restó importancia al asunto y le pidió que se disculpara con su agresor sexual, al que llamaba "papi". El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha confirmado la sentencia de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Sevilla.

José convivía con su pareja y la hija de esta desde mediados de 2019. En diciembre de aquel año, la joven, de 15 años en el momento de los hechos, reconoció haber mantenido relaciones sexuales con un chico de su edad de manera consentida. Tras ello, sufría heridas y picores vaginales.

"El acusado, aprovechando el ascendiente que tenía sobre su hijastra dada su posición de completa autoridad y predominio en el seno familiar, que hacía que la menor le llamara ‘papi’, le dijo que no la llevaría al ginecólogo y, por sí o a través de la madre, le suministró una pomada hidratante", recoge el relato de hechos.

La sentencia continúa explicando que "con el propósito de satisfacer sus apetencias sexuales sobre su entenada, la convenció para que se la aplicara él, cosa que hacía untándose los dedos con el ungüento e introduciéndolos en la vagina de la menor y masajeando su interior, todo ello fuera de la presencia o conocimiento de la madre, persistiendo en esta conducta de diez a quince días ante la creciente desconfianza y malestar de la joven".

Estos tocamientos, además, eran grabados. "Le grabó sus partes íntimas mientras hacía lo anterior, so pretexto de que necesitaba la linterna del móvil para localizar las heridas o zonas excoriadas", apunta la sentencia de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Sevilla.

Llegó entonces el año de la pandemia. Antes del confinamiento, el varón se aprovechó de "que la menor gustaba de que sus abuelos o cualquiera de sus familiares, entre ellos el acusado, se tumbara en la cama junto a ella a la hora de dormir y charlar hasta que la venciera el sueño". Fue entonces cuando se "acostó a su lado y con una de sus manos le bajó la ropa interior y le introdujo, tras lamérselos, los dedos en la vagina, moviéndolos en su interior".

Momentos después, el acusado se levantó a fumar y luego se acostó. Al comprobar que volvía a la cama, la menor fue a contar a su madre lo ocurrido. "Ésta le quitó importancia al asunto, ante la frustración y alarma de su hija, aceptó las explicaciones de su pareja de que estaba dormido y le había tocado los genitales involuntariamente creyendo que estaba con ella y dijo a su hija de que era frecuente que al acusado le pasara eso al dormir, obligando a la menor a disculparse con su padrastro", explica la sentencia.

Forzada a realizar bailes eróticos

Llegada la fase de desescalada del Covid, el padre impuso a la menor castigos con distintas excusas. "El acusado manifestó que para el levantamiento de tales castigos le iría dando puntos o décimas de puntos hasta llegar a diez y que la forma de conseguir tales puntos era la de acceder a los favores sexuales que le demandara", explica la sentencia de la Audiencia Provincial.

"La joven se vio forzada a efectuar bailes eróticos, felaciones, masturbaciones y consentir penetraciones con el miembro viril o con los dedos que, si no eran del agrado del acusado, éste no puntuaba a fin de prolongar la situación. Si en alguna ocasión la joven se negaba o mostraba reticencia la agarraba de la cabeza para compelerla a la felación o le obligaba a la fuerza a abrir las piernas para penetrarla, cosa que hizo al menos una ocasión, introducirle los dedos o lamerle la vulva", continúa el relato.

La adolescente aprovechó una reunión familiar en la que no estaba su madre para contar a su tía lo que ocurría. No confiaba en ella "por su actitud". Su tío la acompañó a denunciar ante la Guardia Civil.

A consecuencia de lo anterior, la joven sufre un trastorno de estrés postraumático; trastorno depresivo de episodio único grave sin síntomas psicóticos en fase de remisión parcial en agosto de 2022; aversión al sexo e incapacidad para llevar una vida social normal y sigue en la actualidad tratamiento psicológico.

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