Regionalismo

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07 nov 2017 / 19:18 h - Actualizado: 07 nov 2017 / 19:19 h.
"Fin de pista"

La ciudad ha reaccionado tarde aunque esperemos que lo haya hecho bien. Hablamos de la paralización de esa lista de derribos que pretendían borrar para siempre la huella regionalista del maltrecho catálogo arquitectónico de la ciudad. Los recientes ejemplos de los chalets de Nervión –que ya esperaban en el corredor de la muerte– han puesto de manifiesto la indefensión de un patrimonio imprescindible al que la historia reciente y la nefasta e imparable especulación urbanística –tan española– casi nunca trató bien.

La arquitectura del Regionalismo nunca tuvo buena prensa... hasta ahora. Pero es una de las pieles más genuinas de una ciudad que se miró en sus propios moldes para reinventarse espoleada por la muestra iberoamericana de 1929. Aquella apoteosis de los oficios artísticos y el mejor pasado no se puede entender sin el marco cultural en el que se desarrolla: la Edad de Plata.

La música, la arquitectura, la pintura, la literatura y hasta la Semana Santa o la Tauromaquia forman parte de un cuerpo común que alumbra un arte de todos y para todos lejos, lejísimos, de las expresiones estéticas de otras vanguardias entendidas para selectas minorías.

Los convulsos años 30 y la Guerra Civil dieron la puntilla a aquel empeño estético que podría haber alumbrado una nueva urbe vertebrada en torno al mismo estilo más allá de sus muros históricos.

La planta de la malograda basílica de la Milagrosa –en los terrenos de la Buhaira– es un ejemplo de lo que pudo ser y no fue. La partida la perdió Sevilla. ~