Olga Carmona y otras heroínas del balón

Olga Carmona y otras heroínas del balón

Olga Carmona y otras heroínas del balón

Manuel Bohórquez

Los que hemos jugado al fútbol sabemos bien que en los sesenta siempre había niñas merodeando por los campos de los pueblos y los barrios de las ciudades sin atreverse a pedir permiso para jugar. A veces las veíamos pelotear en calles y plazas, como apartadas. Las solían llamar marimachos o machorrillas. Algunas jugaban de maravilla, pero hasta ahí. Ayer me emocioné mucho viendo la final del Mundial de Fútbol Femenino y celebré la victoria de las jugadoras, que dieron una lección de buen fútbol y entrega. Me impactó sobre manera la sevillana Olga Carmona, por cómo corría la banda izquierda y el golazo que marcó, que nos dio una merecida victoria.

Luego sufrimos el terrible mazazo de la noticia de la muerte de su padre, que le ocultaron para que no le afectara en el partido. Tremendo. Olga es gitana, sí, pero no es lo que más me importa, porque hay que normalizar que una mujer gitana pueda ser un crack del fútbol, una buena torera o licenciada en Filosofía y Letras. Los gitanos llevan siglos en nuestro país y no creo que haya que señalar su origen étnico ni para lo malo ni para lo bueno. Es verdad que cuando detienen a un delincuente gitano siempre se suele decir en los medios. Olga Carmona es gitana, se ha dicho hasta la saciedad y vale, ya está bien. Me importa más que sea mujer, de Sevilla, y, sobre todo, que juegue al fútbol de ensueño.

Nunca me ha interesado el fútbol femenino, porque en España ha sido siempre algo marginal. Del masculino me aparté hace años, aunque alguna vez veo al Real Betis. Viendo ayer el partido escuché decir muchas chorradas, sobre todo después de acabar. “La mujer conquista hoy la cima del mundo”, por ejemplo. ¿De verdad? “Un país entero en la calle”. ¿En serio? Me eché a dormir la siesta después del partido y no vi a nadie dando brincos en mi calle. “Es un antes y un después en la historia del feminismo”. ¡Toma ya! De verdad que me alegro y que lo celebro, pero sobre todo por aquellas niñas que en los sesenta iban a los campos del barrio por si los niños las dejábamos dar una patadita y que eran siempre víctimas de comentarios groseros.

Nadie les ha regalado nada a estas muchachas, se lo han ganado a pulso y a lo mejor no son aún conscientes de la que han liado. Pero no olvidemos que es sólo fútbol y que ahora las van a colmar de regalos, lisonjas y promesas. Dejemos algo para esas otras muchachas que se levantan muy temprano cada día a trabajar por seis euros la hora o que están criando hijos con miles de fatigas, trabajos frágiles y sin posibilidades de darles un futuro. La mujer española es un ejemplo desde hace siglos, no desde ayer. Lo de ayer fue una gesta histórica, sin duda, porque juegan bien al fútbol en un país donde este deporte sigue siendo de machos ibéricos.