Hollywood
Robert Downey Jr., de la clínica de rehabilitación al olimpo de los Oscar
El actor estadounidense ha levantado la estatuilla a mejor interpretación masculina de reparto por su papel en 'Oppenheimer'
Nando Salvà
“Quiero dar las gracias a mi horrible infancia y a la Academia por este premio”. Así ha agradecido Robert Downey Jr. su primer Oscar en su discurso de aceptación, en el que ha explicado que estuvo mucho tiempo sin estar asegurado y que su publicista se pasó años sacándolo de la cárcel, en referencia a su etapa más salvaje. Como todas las quinielas auguraban,
y ha accedido finalmente a un lugar en el olimpo hollywoodiense que en realidad se le tenía reservado desde prácticamente el inicio de su carrera y del que ya estuvo muy cerca dos veces -la primera, hace poco más de 30 años; la segunda, hace 15 exactos-, en ambos casos justo antes de que las circunstancias lo empujaran a un camino opuesto al que conduce a esa peculiar forma de gloria artística encarnada por la estatuilla.
Gracias a títulos como ‘Golpe al sueño americano’ (1987) y ‘El cazachicas’ (1987) se lo consideró el mejor intérprete de su generación, antes de que su estilo de vida empezara a poner su prestigio bajo sospecha. Cuando fue nominado al Oscar por su papel protagonista en el biopic ‘Chaplin’ (1992) ya había sido arrestado varias veces por posesión de sustancias ilegales, pero es en 1996 que su carrera empezó a irse a pique tras un control policial en el que se le requisaron una pistola y grandes cantidades de cocaína y heroína. Después de eso pasó años transitando entre centros penitenciarios y clínicas de rehabilitación, y alimentando su malditismo a través de sucesivos conflictos con la ley. Y aunque entretanto no dejó nunca de trabajar, y obtuvo papeles de relieve en ‘Jóvenes prodigiosos’ (2000) y la serie ‘Ally McBeal’, ninguno de ellos obtuvo tanta atención por parte de la prensa como las fotos de sus fichas policiales.
Downey Jr. se casó, y cambió de vida; abrazó la filosofía oriental, la meditación, las artes marciales y el pilates. En paralelo a ese proceso emprendió un renacer profesional a través de la comedia negra ‘Kiss Kiss Bang Bang’ (2005), de su trabajo a las órdenes de David Fincher en la intriga criminal ’Zodiac’ (2007) y de las dos ficciones que protagonizó en 2008: la sátira ‘Tropic Thunder’ le proporcionó su segunda nominación al Oscar; ‘Iron Man’ supuso el inicio de su relación casi monogámica con el cine de superhéroes, que se tradujo en un total de nueve largometrajes hasta 2019, y que le reportó alrededor de 430 millones de dólares. Desde entonces y hasta ‘Oppenheimer’ solo trabajó un desastre llamado ‘Las aventuras del Doctor Dolittle’ (2020), su peor película y su peor interpretación hasta la fecha.
Hace unas semanas, en su discurso de agradecimiento tras recibir el premio BAFTA, Downey Jr. sugirió que trabajar en el biopic sobre el padre de la bomba atómica, en la piel del oscuro burócrata Lewis Strauss, era una forma de reponer su “menguante credibilidad” o, dicho de otro modo, de recordar al mundo que sigue siendo uno de los mejores.
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