Opinión

Ezequiel García

Amnistía para Andalucía

Amnistía para Andalucía

Amnistía para Andalucía / Ezequiel García

Es el momento de tomar posición y, sí, has leído bien. Andalucía está decidida a reclamar su amnistía. No aceptamos un silencio por respuesta, Pedro Sánchez. La que dice el diccionario de la Real Academia Española que significa olvidar, la de perdonar ciertos delitos cometidos. Si la Cataluña de Puigdemont y Junqueras la pide, ¿por qué nosotros íbamos a ser menos? Nuestro principal delito por el que nos debes perdonar, amado líder, es el de aspirar a un progreso mayor, en cuestionar la burocracia de Madrid sin pedir permiso para ello y en elevarnos como un cohete mientras que en la Meseta nos ven como un simple tren extremeño.

Existe la cuestión andaluza, al igual que la cuestión catalana, ésa de la que hace 90 años Ortega y Gasset y Manuel Azaña hablaban durante la Segunda República. Por aquel entonces, Blas Infante intentaba arrancar ese Estatuto de Autonomía al gobierno tricolor para nuestra tierra que quedó en el olvido, al igual que ahora Andalucía sigue estando olvidada en algún cajón de su despacho en Moncloa, presidente aspirante. Cuánto nos estamos lamentando hoy de no tener en las Cortes Generales parlamentarios de la blanca y verde, y no seis decenas con carnés de los grandes partidos y su bono para el AVE.

Lo repito: Queremos nuestra amnistía. Ya no somos esa Andalucía atrasada, de charanga y pandereta, de bufones y pedigüeños. Andalucía es agrícola y ganadera, pescadora y jornalera; pero también tecnológica, científica y humanista. Un sector primario digitalizado que quiere más. Andalucía sigue celebrando sus tradiciones centenarias, llora con sus romerías y fiestas religiosas, contiene la respiración ante una verónica en el ruedo y pasea en caballo cuando le apetece; pero cuida de sus montes y sus dehesas como nadie, o es capaz de lanzar un cohete al espacio desde Mazagón. Perdón por no lanzarlo desde Sant Cugat del Vallès, ni pedir permiso por ello. Apúntelo para la amnistía: el delito de querer tocar el cielo mucho antes de lo que su vicepresidenta, Yolanda Díaz, deseara.

Andalucía es acogedora y hospitalaria, ofrece un turismo de calidad, pero sufre porque no llegan los millones para renovar infraestructuras que pertenecen al gobierno de Madrid. Es la huerta de Europa, entre plásticos y sequía, aprovechando la última gota de agua para que usted coma; y ahora es también imán para empresas que quieren quedarse aquí, porque nuestro clima, nuestra forma de vida y nuestra gente siguen con el espíritu de abrir puertas y ventanas de par en par. Otro delito en la lista: dejar entrar a cualquiera sin pedirle el carné.

Sigue siendo Andalucía la de las casas blancas, el olor a puchero, la del ensayo de un costalero de Semana Santa, la de la copla de Carnaval que se clava en las entrañas de la clase política a la que despelleja por Febrero; pero también es la que investiga contra el cáncer, la que mima a sus pacientes y tiene en sus hospitales a los mejores profesionales. Hospitales, por cierto, que reclaman más y más médicos que no llegan desde Madrid, en ese afán por seguir mermando nuestra sanidad, tan necesaria, tan maltratada. Otro delito más que perdonar en nuestra amnistía: médicos que se van por querer cobrar más y no pueden decir ni adiós. Qué maleducados, presidente aspirante.

Es Andalucía la del 4 de diciembre recuperado, la del 28 de febrero, la de ferias y verbenas; y la del verdeo, el algodón, la agricultura de precisión y la recuperación del olivar y el lince ibérico. Porque Andalucía es capaz de disfrutar y trabajar como nadie en España. Es Andalucía la que organiza finales deportivas, cumbres europeas o eventos internacionales a pesar de tener trenes decimonónicos y no terminar de vertebrar nuestro inmenso territorio. Y, a pesar de ello, viene usted aquí a pedirnos el voto, a que seamos siervos y lacayos, a que volvamos al caciquismo, al turismo, al atraso.

Andalucía le está pidiendo una amnistía, Pedro Sánchez. La amnistía del olvido secular que han tenido con nuestra tierra. Nuestro delito ha sido pedir lo mismo que el vecino, y nos dicen que no es lícito por no tener voz propia en Madrid. Apúntelo en su lista. Otro más. Por eso le pedimos una amnistía que permita saldar la deuda en miles de millones que históricamente se quedaron en Cataluña o País Vasco cuando iban camino del sur, ese eufemismo mesetario para hablar de Andalucía, con el único fin de ensanchar las carteras del nacionalismo, las autovías de sus territorios y las fábricas y empresas que se marcharon de aquí para nunca más volver. La tierra que es más España que nadie y más única que cualquier otra región exige lo que le pertenece. Ni más, ni menos.

Es lo que ha pedido en realidad el pueblo, que no es lo mismo que lo que piden muchos de nuestros diputados y senadores que deben plegarse a su disciplina de voto, disciplina que algún día deberá romperse como ya se hace en las grandes democracias mundiales como el Reino Unido o Estados Unidos. Sí, lo que lee, futuro señor presidente del gobierno, la disciplina de voto y el miedo a cerrar el grifo.

Sé que este artículo puede resultar algo reaccionario para aquellos que creen que Andalucía está bien como está. No. Andalucía es ya una región competitiva que lucha por salir del vagón de cola y que ya es una de las regiones españolas donde más empresas quieren asentarse tras Madrid y Cataluña. La historia ya nos ha dado demasiadas lecciones y han intentado rompernos, resquebrajarnos, desde Ayamonte a Pulpí, de Los Pedroches a Tarifa. Y ahora, la realidad es que si usted pasa por cualquier desayuno de cualquier capital, ciudad o pueblo andaluz, verá que la gente está pidiendo a gritos su propia amnistía: la de dejarnos progresar como nos merecemos, sin barreras, sin imposiciones, sin cortafuegos. Así sea saltándose unas leyes hechas por gobernantes que miran únicamente su ombligo y hacia la periferia nacionalista e independentista, no importa el pasado de plata y plomo, de referendos y urnas en las calles. Ya lo demostramos aquel 4 de diciembre de 1977 que somos imparables. Si hay que volver a inundar las calles, allí estaremos. Así sea sin permiso. Somos hombres y mujeres de paz, no arderán nuestros pueblos y ciudades. Y si, una vez protestando, cometemos delito, apúntelo en su lista para nuestra amnistía. Que nadie nos corte nuestras alas, que queremos seguir volando alto, rápido y fuerte. Por eso Andalucía quiere su amnistía: olvídese de nuestros pecados y déjenos avanzar.

PD: por si no son suficientes delitos los cometidos, apunte el de haber publicado, antes de su aprobación en las Cortes Generales, el escudo de Andalucía y el Himno de nuestra tierra en este santo periódico llamado El Correo de Andalucía. Que no prescriba casi medio siglo después.