Opinión

Ramón Reig

Neurosis obsesivas: Vox, el clima...

El líder de Vox y candidato a la Presidencia del Gobierno, Santiago Abascal, durante un acto de campaña electoral. / Tomàs Moyà - E.P.

El líder de Vox y candidato a la Presidencia del Gobierno, Santiago Abascal, durante un acto de campaña electoral. / Tomàs Moyà - E.P. / Ramón Reig

He buscado lo que Freud entendía por neurosis obsesiva y leo: “La neurosis obsesiva es un concepto acuñado por Sigmund Freud, para definir un trastorno asociado con tensiones de tipo psíquico, caracterizada por la presencia de pensamientos obsesivos que desencadenan comportamientos compulsivos”. Estamos siendo víctimas de, principalmente, dos neurosis obsesivas en los mensajes que brotan desde los medios: Vox y el clima. Personalmente, me es difícil aguantar esta carga de tortura diaria y si lo hago es porque me obliga mi profesión de profesor de periodismo y mi oficio de periodista que, por ahora, me impide pasar sin saber lo que ocurre en el mundo.

Por desgracia, en el mundo ocurre lo que deseen los medios que ocurra y de la manera que deseen que ocurra, lo cual me recuerda la secuencia de la película Ciudadano Kane en la que la señora del señor Kane, en uno de los desayunos de la pareja, le dice al magnate de la prensa norteamericana que los editoriales de sus periódicos son muy agresivos y que qué va a pensar la gente. Respuesta de Kane: “La gente pensará lo que yo quiera”.

Pues eso pretenden los medios de un lado y del otro con respecto a Vox: que la gente piense como ellos quieran. Lo de la SER es realmente una neurosis obsesiva. Su argumento editorial es insostenible, visto el comportamiento político de Sánchez, pero ahí que anda dale que te pego como rayo que no cesa con Vox: que viene el fascismo y que viene el recorte de libertades. Si tenemos que hablar del recorte de libertades hablemos de todos los recortes de libertades. Como apunto en mi texto que se publica hoy mismo, el fascismo y el recorte de libertades llevan en España años instalados y es algo que ha traído precisamente el progresismo que prohíbe con amenazas y violencias varias que uno pueda expresarse libremente. Vox tiene su ideario con aspectos a mi juicio impropios para este siglo, ahora bien, de ahí a que debamos tenerle más miedo que a una posible confrontación nacional a causa de las prebendas que está recibiendo el separatismo vasco y catalán y de las que puedan recibir, va un abismo. De ahí a que yo tenga que asustarme porque van a poner en su sitio la importancia de los idiomas oficiales del territorio español va otro abismo. De ahí a que me quieran colar que Vox desea que maten y maltraten mujeres coloco otro abismo, peor que lo han hecho las del feminismo disgregador y levantador de odios y definiciones de los varones como violentos por naturaleza y violadores potenciales es difícil hacerlo. Y si así fuera lo denunciaría como llevo denunciando desde aquí que me quieren engañar adoctrinándome con un progresismo que de progresismo tiene lo que yo de hitita.

Antes que la neurosis obsesiva Vox irrumpe en los informativos otra: la del clima. Se está sembrando una alarma social innecesaria, se trata ya a la gente como a críos, se va buscando enganchar al receptor a las noticias mediante el miedo. Las idioteces de las alarmas rojas o amarillas están llegando al grado sumo. Los micrófonos en la calle para que la gente se explaye son una ridiculez que hasta los mismos receptores ponen de manifiesto cada vez más: “Aquí todos los veranos hace calor, así que agua y a la sombra”, les dicen a los periodistas. ¿Con 8.000 millones de habitantes en el planeta no existe nada mejor para hablar que del calor en España en verano y en ese plan alarmista? Luego llegará que se están cayendo las horas y luego que han bajado las temperaturas y acaso venga una ola de frío. Por más calentamiento climático que haya enfocar el clima como se está haciendo es puro amarillismo y sensacionalismo, hasta que no tengamos una ola de frío polar en verano y una ola de calor sahariano en invierno no hay noticia real que valga, lo que hay es sensacionalismo.

Todo lo anterior –Vox, clima- en el fondo sólo es negocio: que no venga Vox o que venga, que viene el calor que mata, son mensajes exagerados con los que captar audiencia y con ella una publicidad que ya lo invade todo y que se intensifica en estas fechas en los teléfonos cuando ya se sabe que esa práctica no es legal precisamente. Se trata de evitar que el tándem PP-Vox alcance el poder –o propiciar que lo alcance- para preservar o lograr prebendas y con Vox y el clima se pretende asustar a la población para que no se despegue de la pantalla y esté todo el día hablando del calor y de dictaduras. La ambición de ganar dinero tiene su vertiente legal y lógica pero también su aspecto obsesivo con comportamientos compulsivos a primera vista puesto que estamos ante una neurosis meditada. Todo en exceso sienta mal, hasta el alimento más sagrado: el gazpacho.