Opinión

José Manuel García Bautista

Sillitas: alto y claro

Sillitas: alto y claro

Sillitas: alto y claro / José Manuel García Bautista

De los aspectos más criticados esta pasada Semana Santa ha sido el uso de las «sillitas» portátiles en la calle y, más allá de estas, hasta las familias que sacaban las sillas de la playa para estar, en la larga espera, lo más confortable posible.

Mucha polémica y más de una pelea -en grado menor o verbal- se han visto en esta Semana Santa en la calle. El argumento que se expone por estas personas es «si hay sillas oficiales que ocupan un espacio por donde no dejan pasar siendo la calle de todo yo por qué no puedo tener mi silla y estar igualmente sentado/a, todos tenemos el mismo derecho» y puede que razón no le falte pero hay matices.

Las sillas de la «Carrera Oficial» obedecen a un acuerdo que también rinde beneficios a las hermandades y a muchas bolsas de caridad, beneficios que son necesarias para sostener muchas de esas ayudas y el propio mantenimiento de la Semana Santa. Igualmente están en un recorrido regulado.

El problema de las «sillitas», bajo mi modesta opinión, es que se sientan en un determinado lugar y no dejan pasar a nadie, crea embotellamientos de personas, bloquean salidas a las bullas y muchas de las personas que se sientan en ella no se mueven ni un milímetro cuando ven a una masa de personas que intentar seguir las salidas lógicas de las bullas. Esto origina un serio problema de orden público y este año han proliferado como ningún otro.

Leía estos días que el Ayuntamiento de Sevilla iba a tomar, por fin, cartas en el asunto e iba a controlar todo este problema pero... ¿No estaban prohibidas?¿No había carteles que indicaban que no se podían usar las sillitas? Yo los he visto por muchos recorridos y.... ¿Para qué han servido? Les respondo yo: para nada.

No es una crítica al equipo de Antonio Muñoz, el alcalde de Sevilla, que creo que ha sabido hacer muy bien las cosas esta Semana Santa, controlando ruidos, botellonas y demás. Pero el punto negro es, precisamente, las «sillitas». Es difícil de controlar.

Escuchaba a personas, mientras veía las cofradías en el centro: «Por ahí no se puede pasar hay «sillitas» y dicen que no se mueven», esto es un ejemplo de insolidaridad y de crear atascos y embotellamientos. ¿A dónde vamos a tener que llegar? ¿A que una masa de gente provoque una avalancha y haya víctimas?

Entonces será muy tarde ya y una sola muerte ensombrecerá una semana que bastante luto tiene ya. ¿Vamos a tener que llegar a ese extremo? ¿Se va a tener que crear una unidad especial en Semana Santa que multe a los usuarios de «sillitas»? ¿De verdad vamos a tener que llegar a esos extremos?

Hay personas, mayores, inválidas, o con motivos sanitarios o de salud, que precisan de ese asiento y también hay que tener consideración con ellos, permitírselo, pero que no sea la excusa para el que esté sano se vaya de picnic a ver una cofradía.

Hay que regular y regular ya, por el bien de todos y de la Semana Santa de Sevilla.

Y, por último: la comodidad no está reñida con la educación. Que ha habido demasiada poca vergüenza con las «sillitas» este año.