Cultura

Israel Galván, el percusionista de Stravinsky

El Teatro Central acoge este fin de semana el estreno en España de su 'Consagración de la primavera', en la versión que el propio compositor ruso escribió para dos pianos

La Consagración de la Primavera

La Consagración de la Primavera / Jean Louis Duzert

Charo Ramos

Charo Ramos

Un verdadero acontecimiento. Por fin se estrena en España la aclamada lectura que el bailaor sevillano Israel Galván (1973) preparó de La consagración de la primavera, la más famosa de las colaboraciones que Igor Stravinsky realizó por encargo de Sergei Diaghilev para los Ballets Rusos de París.

“Bailar esta partitura de Stravinsky era algo familiar para mí porque desde la primera foto que vi de la coreografía de Nijinsky, la Consagración ha sido una guía en mi carrera”, rememora Galván en un receso en los ensayos de la obra, que el Teatro Central ofrece este viernes y sábado (21:00) con entradas prácticamente agotadas.

La coreografía de Vaclav Nijinsky, uno de los más grandes bailarines de principios del siglo XX, causó tanta o más conmoción que la música en el estreno en mayo de 1913 en el Teatro de los Campos Elíseos de Le sacre du printemps. El eco del escándalo tardó años en apagarse y, desde entonces, esta obra vanguardista permanece encumbrada como una de las más importantes y revolucionarias del siglo XX y ha inspirado a los mejores coreógrafos, con lecturas míticas a cargo de Maurice Bejart y Pina Bausch, entre otros.

El braceo inconfundible de Israel Galván en un momento de ‘La consagración de la primavera’

El braceo inconfundible de Israel Galván en un momento de ‘La consagración de la primavera’ / Jean Louis Duzert

A esa estela se sumó en 2019 el bailaor sevillano Israel Galván, que partió de la versión para dos pianos que Stravinsky compuso para ser usada en los ensayos del ballet. La Consagración de Israel Galván, que tuvo su estreno absoluto en el Teatro Vidy de Lausanne (Suiza), es una síntesis asombrosa de todas las influencias de su carrera (no faltan guiños a su amor por los toros y el fútbol) que nunca pierde de vista el legado de Nijinsky ni el visual que Pablo Picasso inyectó en su etapa como colaborador de los Ballets Rusos.  

El baile personal y poliédrico de Israel Galván, su potencia rítmica, dialogan con las disonancias, silencios, ritmos ajenos a la música occidental y homenajes al folklore eslavo de la partitura de Stravinsky en un espectáculo donde se transita por emociones muy diversas hasta el catártico final. 

La idea de rito y sacrificio está muy presente en la partitura pero también en nuestro trabajo. Desde la primera nota y por mucho que ensayemos matemáticamente, esta música de Stravinsky tiene vida propia y nosotros tenemos que entregarnos completamente a ella. Así que sí, el público va a ver realmente un sacrificio”, continúa.

La idea de rito y sacrificio está muy presente en la partitura pero también en nuestro trabajo.

Israel Galván

— Bailaor y coreógrafo

Lo más singular de la propuesta, no obstante, tiene que ver con el hecho de que Israel Galván, además de coreografiar y bailar, asume el rol de intérprete musical al igual que los dos pianistas que están siempre junto a él sobre el escenario, Daria van den Bercken y Gerard Bouwhuis, hasta el punto de convertir su cuerpo en una caja de resonancia. “Soy el percusionista de la obra, que se toca a cuatro manos, y tengo que memorizar la partitura porque, además de bailarla, actúo como músico intentando sacar con mis suelos el sonido clásico que Stravinsky escribió para dos percusionistas”, detalla de un rol para el que se apoya en elementos repartidos por la escena, como tablones de madera y tierra volcánica.

Con La consagración de la primavera Israel Galván se ha dado el lujo “de girar por el mundo junto a pianistas que a veces ni siquiera conocía y comprobar, al trabajar juntos en Italia, Francia, Inglaterra o Japón que Stravinsky es el idioma que nos une a todos cada primera vez. Su partitura y su lenguaje nos llevan siempre a un sitio nuevo”.

Galván conoció en Holanda a Daria van den Bercken y Gerard Bouwhuis, con quienes colabora en su proyecto más reciente, Seises, y la complicidad que se ha generado entre los tres es otra de las bazas de este estreno español.

Para completar el programa, y admirar el virtuosismo de los dos pianistas, con una carrera internacional extraordinaria, el público del Teatro Central escuchará también la Sonata K87 de Domenico Scarlatti y Winnsboro Cotton Mill Blues de Frederic Rzewski, además de una sevillana del siglo XVIII, homenaje de Galván a su ciudad natal.

Vivo en Sevilla y me preocupa un poco este estreno porque luego vienen mis hijos y mi familia y quiero quedar bien con todos ellos, no es como bailar en Finlandia donde luego no me encuentro a nadie conocido por la calle”, bromea el Premio Nacional de Danza 2005, una leyenda viva del flamenco, a quien nunca el temor al fracaso le ha hurtado la felicidad de lanzarse sin red a nuevos retos coreográficos.

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