Concierto Gran Sinfónico | Inmaculada Almendral Compositora

"La Sinfónica cambió la vida cultural de Sevilla"

La compositora Inmaculada Almendral, que atesora una estrecha relación con el Teatro de la Maestranza, del que ha sido durante 16 años maestra de luces y encargada de subtítulos, repasa los hitos de su carrera y la importancia de la educación musical en los jóvenes antes del estreno de su obra 'Primavera'

Inmaculada Almendral, en el Teatro de la Maestranza.

Inmaculada Almendral, en el Teatro de la Maestranza. / Jorge Jiménez

Juan José Roldán

Juan José Roldán

La próxima cita con la Sinfónica, este jueves y viernes en el Maestranza, vendrá marcada por el recuerdo del clarinetista Piotr Szymyslik, cuyo fallecimiento justo al empezar el nuevo año ha impedido que participara en este décimo programa del ciclo Gran Sinfónico de la orquesta hispalense. Pero será también una cita llena de ilusión para quien ha colaborado durante muchos años con el Teatro de la Maestranza, la profesora y compositora Inmaculada Almendral. Nos hemos acercado a su figura y obra para descubrir una persona entrañable, llena de amabilidad y con esa ilusión inmarchitable que no responde a edades ni currículums.

¿Qué vamos a encontrar el próximo jueves cuando estrene su obra Primavera?

Es una obra que arranca desde el recogimiento del invierno, de una tierra dormida, con la vida latiendo desde dentro, desolada, y poco a poco se va restableciendo por el impulso imparable de la propia vida. Habla del estallido de la naturaleza y de ese mismo resurgir hacia la vida en ese estallido desordenado de los humanos, cuando aparece la pasión, la alegría o los grandes cambios de esa naturaleza de la que formamos parte. He utilizado como referente toda esa música que he escuchado y que me ha ido transportando a los distintos estados y situaciones de la vida, aunque sea en el subconsciente. Música de penitencia, de muerte, de fiesta, pero también de desolación, estados que se van sucediendo como una especie de transcurrir hasta que se disuelven.

¿Disfruta esta música que va a presentar del carácter programático que caracteriza casi toda su obra, en trabajos para el teatro, danza, espectáculos de marionetas o televisión?

Sí, yo siempre intento ir contando historias a través del lenguaje abstracto de la música, y en ese sentido he tenido en mi cabeza una historia que he querido ir desgranando. Técnicamente utilizo varios lenguajes, combinando efectos tonales y atonales de diversa índole, pero buscando siempre contar una historia.

¿Podríamos considerar que su música, en contraposición con la de sus compañeras Elena Mendoza y Lula Romero, que han estrenado obras relacionadas con el otoño y el invierno, entronca más con el romanticismo y con el concepto tradicional del poema sinfónico, o busca también nuevos lenguajes?

Es una música híbrida, en el sentido de que juego con nuevos lenguajes y efectos, pero en general se trata de una música tonal que sólo rompe en la forma, no es escolástica y va introduciendo elementos que rompen el discurso.

Inmaculada Almendral

Inmaculada Almendral, en el patio de butacas del Teatro de la Maestranza. / Jorge Jiménez

Tanto este proyecto de la ROSS para esta temporada centrado en las estaciones del año, como en Castillo de Damas, dedicado a Manuel Castillo en el que intervino en 2007 por encargo del Festival de Música Española de Cádiz, están centrados en mujeres compositoras. ¿Cree que es la mejor forma de potenciar vuestro trabajo o considera más interesante obviar esa particular cuestión de género?

En primer lugar quisiera destacar la enorme satisfacción que para mí ha sido que la ROSS me haya encargado una obra. Una orquesta que cambió la vida cultural de la ciudad y que acerca la música que se hace en Europa a muchos de nuestros estudiantes, que hoy ocupan puestos destacados en algunas de las mejores orquestas del continente. El proyecto de Cádiz nació en un momento en el que era necesario potenciar la música compuesta por mujeres, que no estrenaban con asiduidad y les resultaba más difícil pertenecer a círculos propicios para cultivar la música. Esto ha cambiado mucho y estamos muy cerca de no necesitar este tipo de proyectos para dar su lugar a las mujeres que componemos. Todavía queda mucho por hacer pero el recorrido y la lucha han dado muchos frutos.

Su vinculación con el Teatro de la Maestranza ha sido muy estrecha, ya que durante dieciséis años fue maestra de luces y encargada de subtítulos. ¿Qué siente al estrenar una obra suya en este espacio?

Para mí es una enorme ilusión y una gran responsabilidad, no es igual estrenar aquí que en cualquier otro sitio. Pero a la vez siento también muchos nervios, como si volviera a asistir a la Universidad.

El programa del jueves, que se repite el viernes, incluye el famoso Concierto para clarinete de Mozart y la Sinfonía nº 5 de Prokofiev. ¿Conocía de antemano el programa a la hora de abordar su composición? ¿Influyó en la manera de trabajar o se sintió completamente independiente?

Cuando recibí el encargo me interesé inmediatamente por el resto del programa, aunque luego sufrió un cambio por el desdichado fallecimiento de Piotr Szymyslik, lo que obligó a sustituir el Concierto nº 2 para dos clarinetes de Krommer por el de Mozart que interpreta solo José Luis Fernández y que a mí me encanta, sobre todo el adagio. También la Sinfonía de Prokofiev me gusta mucho, pero mi curiosidad consistía en saber dónde encajaba mi obra, en qué contexto sonaría. No creo que influyera en mi trabajo, aunque tampoco lo sé porque los músicos a menudo no sabemos de dónde nos viene la inspiración, empezamos a componer y de pronto notamos cómo la obra va andando sola.

Hemos hablado del concierto y de su obra, pero ¿quién es Inmaculada Almendral en sus propias palabras?

Pues una compositora que antes de serlo, muy joven, estudió medicina y piano, saqué plaza en el conservatorio y empecé a dar clases. A la vez me dediqué a componer para el Teatro del Velador, porque Juan Dolores Caballero, entonces mi novio, lo había fundado. Luego mis hijos también se dedicaron a la música y hemos acabado siendo una familia muy farandulera. A mí el teatro me ha aportado mucho, porque he aprendido mucha música a través de él, y viceversa, porque están muy unidos. El teatro te enseña a contar con la música sin subrayar lo que está sucediendo en la escena. Me gustan mucho los compositores que emplean un estilo intimista, tipo Nino Rota. El teatro todo lo amplifica; una sola nota en un violonchelo, aunque sea un pizzicato, puede encogerte el corazón. .

Pero sí que ha trabajado para la televisión, en un reportaje sobre la fibromialgia que se emitió en Informe Semanal en 2008, y un documental de 2005 sobre el Centro de Alta Seguridad Biológica titulado La era del virus, que contaba con guion de su hermana Graciela, que es periodista?

Podríamos decir que conozco también ese lenguaje, sobre todo la comodidad de poder reflexionar con tiempo sobre lo que vas a trabajar, ya que en el teatro todo es inmediato y sujeto a continua modificación, pues una escena puede cambiar de un día a otro, convirtiéndose en una carrera contra reloj hasta el estreno. Por eso trabajar para el cine resulta más cómodo, es una maravilla, y me encantaría que alguien me lo propusiera.

¿Es muy diferente su proceso de creación cuando trabaja para el teatro, la televisión o la sala de conciertos?

Con el teatro la música surge del texto, y de la música a la vez puede surgir un personaje que no tiene que ser necesariamente el protagonista para que centre mi interés, y que me va conduciendo por el resto de la partitura. Para mí lo más difícil es componer cuando lo hago para mí misma, pues estoy acostumbrada a hacerlo para otro medio, con más de cincuenta obras a mis espaldas, y trabajar paralelamente como docente. Por eso cuando me enfrento a una obra como la que estreno este jueves, algo que he hecho pocas veces, puedo estar perdida varios días. De hecho con esta obra empecé a escribir una historia y a partir de ahí comenzaron a surgir las ideas. Estaba bloqueada por no tener un referente.

Nació en Madrid pero desarrolló su infancia y juventud en Granada.

Sí, mi padre era de Zamora y mi madre de Madrid. Se vinieron aquí porque él era ingeniero de caminos y le salió trabajo en Andalucía. Mi madre volvió a Madrid para dar a luz, pero viví en Andalucía todo el tiempo. Me vine a Sevilla en 1986 porque Juan Dolores estaba aquí y yo pedí cambio de destino desde Jaén, que es donde tenía la plaza. Coincidí con los años pre Expo que tanto significaron para la ciudad, cambiándola por dentro y por fuera. Vivía en calle Baños y fui testigo de la caída del muro de Arjona que aislaba las vías del tren y de la colocación del Puente de la Barqueta. Fue una transformación emocionante, también a nivel musical.

Coincidí con los años pre Expo que tanto significaron para la ciudad. Vivía en calle Baños y fui testigo de la caída del muro de Arjona que aislaba las vías del tren; fue una transformación emocionante, también a nivel musical

Se crearon conservatorios en todas las localidades de Andalucía, orquestas sinfónicas y un florecimiento en general del que algún día se ocuparán los libros de historia. Se crearon también teatros públicos y centros culturales en todos los pueblos y ciudades. Fue una época apasionante.

Lo malo es que demos pasos atrás.

Porque todo esto se debe asociar a la educación en el respeto a la cultura, fomentar la asistencia de los más jóvenes a conciertos y teatros. Gracias a la Sinfónica fueron muchos los alumnos que alcanzaron un gran nivel y pudieron empezar a competir en Europa. La asistencia a espectáculos culturales debe fomentarse desde los espacios académicos como parte de la formación, dejando de considerar la cultura como algo elitista.

"La asistencia a espectáculos culturales debe fomentarse desde los espacios académicos como parte de la formación, dejando de considerar la cultura como algo elitista"

Es importante ofrecer a la juventud herramientas para que conozcan lo que tienen a su alrededor en términos de cultura, y a partir de ahí que decidan lo que les gusta y lo que no. Se trabaja mucho con niños, llevándolos a teatros, haciéndoles participar en programas sinfónicos, pero se les abandona cuando se hacen adolescentes. Yo he tenido muchas experiencias con jóvenes que nunca habían ido a un concierto, y cuando por fin lo han hecho, por ejemplo al ensayo general de una ópera, se les han saltado las lágrimas. Hay incluso muchos docentes, en colegios e institutos, que no fomentan la cultura porque ellos mismos piensan que es elitista. La base está sin duda en la educación.

Y para terminar, ¿qué espera de su trabajo con Marc Soustrot, el director de la Sinfónica?

Lo conozco poco pero estoy entusiasmada con la fortuna que he tenido de que sea precisamente él quien dirija mi obra. Es un gran director y un magnífico músico. Sólo espero tener las respuestas absolutamente claras a todas las preguntas que haga sobre mi partitura.