25 años sin Gloria Fuertes, la poeta que animó a los soldados a declararse en huelga

Se cumple un cuarto de siglo de la muerte de nuestra más popular poeta de posguerra, cuyos profundísimos versos sobre amor, soledad o ecologismo quedaron tapados por los globos de la televisión

Gloria Fuertes en Vespa

Gloria Fuertes en Vespa / Álvaro Romero

Álvaro Romero

En su triple condición de mujer, lesbiana y pobre, la poeta Gloria Fuertes (Madrid, 1917-1998) no tuvo el privilegio de aparecer en esos libros de texto que clasificaban la poesía de posguerra en existencialista primero y social después, según habláramos de la primera década o la segunda, porque todas las antologías que pulularon luego hablaban de Blas de Otero, de Gabriel Celaya, de Victoriano Crémer o de Gil de Biedma. Todos hombres. Como si en pleno corazón de Madrid, haciéndose la tonta, como decía ella de sí misma, no hubiéramos contado en ese entonces ya con una poeta hecha y derecha que hubiera tocado igualmente la profundidad existencialista, el surrealismo, la poesía social, la poesía íntima, el pacifismo, el misticismo, el feminismo, el animalismo, el drama de la incomunicación y hasta el absurdo. Sin embargo, como habría de recordar al poco de morir la escritora, hace hoy 25 años, la presidenta de la Fundación Gloria Fuertes, Paloma Porpetta, solamente Gloria y Gabriela Mistral (Premio Nobel en 1945) fueron las únicas mujeres incluidas en la antología norteamericana Norton que agrupó a cien poetas en lengua castellana.

Hoy, al cuarto de siglo de haberse convertido en eterna su voz absolutamente única, también el Ministerio de Cultura, a través de la Dirección General del Libro, del Cómic y de la Lectura se ha acordado de este XXV aniversario en una acción dirigida especialmente a niños de Infantil y Primaria. La actuación ha consistido en el diseño de unos puzles ilustrados que contienen poemas de Gloria Fuertes, adaptados por tramos de edad y acompañados por distintas fichas de actividades, para que los niños y niñas trabajen de una forma divertida con los poemas en el propio cole, en la biblioteca o en casa. El objetivo de la campaña, evidentemente, es reivindicar la figura de la escritora –también bibliotecaria durante tanto tiempo- Gloria Fuertes, ofreciendo recursos que fomenten el conocimiento de su obra de acuerdo con los compromisos del Plan de Fomento la Lectura 2021-2024 que lleva por lema “Lectura infinita”. Los poemas que se han escogido para la efeméride de hoy han sido “Mi cara”, para niños de 1 a 3 años; “Doña Pito Piturra”, para niños de 4 a 7 años; e “Historia de un perrito”, para niños de entre 8 y 12 años. En todo caso, el material está disponible para su descarga e impresión en la web del Ministerio de Cultura.

Enamorada

Más allá de su perfil de poeta para niños, que tanto impulsó la televisión pública de nuestro país a través de programas infantiles en plena Transición española -¿quién no recuerda aquellos tres globos y la luna como “globo que se me escapó”?-, Gloria Fuertes tiene una obra poética mayúscula y absolutamente universal que no termina de ser reconocida. Estudió lo máximo que se le permitía a una niña en aquellos años 20: taquigrafía, mecanografía, higiene, puericultura, historia sagrada y sus labores. Pero hay que recordar que, al margen de toda aquella actividad obligada, con cinco años ya escribía e ilustraba sus propios cuentos. Al quedarse huérfana de madre, con 17 años, empezó a trabajar en Talleres Metalúrgicos como contable, secretaria y mecanógrafa en sus oficinas. Poco después organizó una Biblioteca Infantil ambulante con la que iba por los pueblos más pobres y pequeños, como un epílogo de lo que habían supuesto las Misiones Pedagógicas de la II República.

En 1955, cuando estudió biblioteconomía e inglés en el Instituto Internacional de Madrid, empezó a cambiar realmente su vida, pues fue entonces cuando conoció a la hispanista estadounidense Phyllis Turnbull. “Tus besos cambian el curso / de mis aguas / y me humedecen la sequía / de mis desiertos interiores”. Su relación con ella duró 15 años, pues Turnbull murió en 1971. Gracias a ella conoció la beca Fullbright en Estados Unidos, y allá que marchó para impartir clases de Literatura Española en la Universidad de Pennsylvania. Ella misma diría años después: “La primera vez que pisé una universidad fue para impartir clases”. Y no mentía.

Una poeta universal

Gloria había participado en el Postismo de Carlos Edmundo de Ory, y continuó haciendo vanguardia cuando los demás consideraron que había pasado de moda. Había publicado ya títulos tan significativos como Aconsejo beber hilo (1954) o Todo asusta (1958). Había relanzado su voz más personal en otros libros Ni tiro, ni veneno ni navaja (1965), Poeta de guardia (1968) o Cómo atar los bigotes al tigre (1969); y había escanciado todo el sabor de su personalísima lírica de apariencia espontánea en poemarios que no le concedían una vuelta atrás, como Sola en la sala o Cuando amas aprendes geografía, ambos poemarios de 1973. Fue entonces, mientras colaboraba en la inolvidable revista de humor La Codorniz –de Miguel Mihura-, cuando llegó la televisión, con aquellos programas infantiles que se llamaban Un globo, dos globos, tres globos o La mansión de los Plaff. En 1982, estrenó en Madrid una obra de teatro ya muy adelantada y que tuvo éxito: Las tres reinas magas. Pero su poesía para adultos no tuvo fin. “Tengo miedo de morir sin haber / amado bastante”. En otras composiciones de los años 80 escribirá: “Gracias, amor, / por tu imbécil comportamiento / me hiciste saber que no era verdad eso de / “Poesía eres tú”. / Poesía soy yo”.

Entre sus intensos y breves poemas, destaca todavía hoy aquel que decía: “Dos Españas. / Dos Europas. / Dos Américas. / Dos sexos. / Dos amores. / ¿Y cuándo una España, / una Europa, / una América, / un sexo, / un amor?”. Entre sus deseos, el del pacifismo. Hoy, con guerras en Ucrania y en Palestina, hubiera estado encantada de repetir: “Deseamos: / que no vuelva a haber otra guerra, / pero si la hubiera, / ¡que todos los soldados se declaren en huelga!”.

Su poesía es también profundamente religiosa: “Lo más triste de Dios / es que no puede creer en Dios. / Ni ponerse el sombrero nuevo / para ir a misa como tú y como yo. / Tampoco puede dar las gracias al Señor; / ni hacer novillos / ni tirar una piedra a un farol. / ¿Qué sería sin nosotros de Dios?”. Entre sus poemas de esta índole, destaca un Padrenuestro muy particular: “Que estás en la tierra Padre nuestro, / que te siento en la púa del pino, / en el torso azul del obrero, / en la niña que borda curvada / la espalda mezclando el hilo en el dedo. / Padre nuestro que estás en la tierra, / en el surco, / en el huerto, / en la mina, / en el puerto, / en el cine, / en el vino, / en la casa del médico. / Padre nuestro que estás en la tierra, / donde tienes tu gloria y tu infierno, / y tu limbo que está en los cafés / donde los burgueses beben su refresco. / Padre nuestro que estás en la escuela de gratis, / y en el verdulero, / y el que pasa hambre, / y en el poeta, -¡nunca en el usurero!- / Padre nuestro que estás en la tierra, / en un banco del Prado leyendo, / eres ese viejo que da migas de pan a los pájaros del paseo...”.

Siempre tan sabia, se fue de este mundo dejándonos un consejo imperecedero: “La gente corre tanto / porque no sabe dónde va. / El que sabe dónde va / va despacio / para paladear / el ir llegando”.

TEMAS