15 años sin Enrique Puig, fallecido ‘repentinamente’ en Sevilla (I)

Un querido empresario del perfume catalán murió, súbitamente, justo hace tres lustros. Desde entonces hay orfandad e incógnitas. Pero su ‘seny’ lo trasciende todo

De izda. a dcha. Enrique Puig, Juan Carlos I y Mariano Puig en Palma.

De izda. a dcha. Enrique Puig, Juan Carlos I y Mariano Puig en Palma. / Juan-Carlos Arias

Juan-Carlos Arias

La apacible tarde hispalense del jueves 18 septiembre de 2008 fue inolvidable para la pomada de VIPs y celebrities española. Había una cita carismática al sur del sur. Sobre las 20H un agudo dolor se apoderó de la vida en Enrique Puig Planas.

El magnate empresarial ultimaba su puesta a punto, junto a esposa Eulalia Alsina, en una habitación del Hotel AC Ciudad de Sevilla en Avenida Manuel Siurot. Ambos estaban invitados, en Casa Pilatos, a la cena que vestía de largo la presentación de la embajada española del Vanity Fair. La esperada presencia de Puig, nacido en 1939 en Barcelona, la echaron de menos con suma tristeza los casi 400 invitados a la gala.

Mientras tanto, un equipo sanitario no pudo luchar un –supuesto- infarto que fulminó la vida de un renombrado empresario catalán. Oficialmente, y así lo recogen las crónicas del óbito, tal patología cardiaca causó la muerte de Puig.

Sin embargo, el certificado de su defunción del Registro Civil especifica que un Juzgado de Instrucción tramitó averiguaciones de las que poco, o acaso nada, se supo. La preceptiva autopsia se sumaría al expediente oficial ante la sospecha de que las causas del óbito no fueron naturales, según las diligencias judiciales.

Tras el fatal desenlace, los restos del infortunado barcelonés regresaron a la Ciudad Condal. Hay versiones sobre la rapidez que lograron sus deudos habría chocado con los plazos y formalidades legales para el traslado de cadáveres bajo trámites judiciales. Nada o poco se sabe del secretismo con que obró lo concerniente a esta inesperada muerte.

No obstante, en el Tanatorio de Les Corts barcelonés se vivieron momentos de desolación, de respeto y tributo entre amistades, empresarios y autoridades. Todos daban el último adiós a alguien bondadoso, campechano y ejemplar.

El unánime homenaje a una persona inigualable quedó patente en los pésames que recibieron su viuda, hijos y familiares en el triste empeño de asumir una muerte tan inesperada como repentina para una persona que gozaría de una salud propia de alguien que se la cuidaba, según concurrirían testimonios al respecto.

Alma náutica y liderazgo

Enrique Puig fue en vida muchas cosas. Ejerció como padre ejemplar de 4 hijos, fue licenciado en farmacia e hijo menor de Antonio Puig Castelló. Este creó, en 1914, lo que hoy conocemos como Puig Beauty & Fashion Group. Nos referimos a la mayor multinacional española del sector perfumes y la moda. Facturó en 2021 casi 2.600 millones de euros.

Tras ser Consejero-Delegado de Antonio Puig SA (antigua matriz de la referida multinacional catalana) y copropietario vitalicio de la patrimonial EXEA, Enrique Puig presidió Colipa (Asociación Europea de Perfumería, Higiene y Cosmética) y Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética) desde 1998. Quienes le conocieron destacaban siempre de Enrique Puig su don de gentes y habilidades sociales.

Tales atributos multiplicaron el legado empresarial de su padre junto a sus hermanos mayores (Antonio, José María y Mariano). Acostumbraban a actualizar mediante cónclaves familiares en Les Ginesteres, mansión que el patriarca de los Puig erigió a finales de los 30s en Vilassar de Mar. En esa localidad barcelonesa fue donde vino al mundo Antonio Puig.

Los incontables amigos de Enrique Puig lo describen como una persona simpática, de trato fácil y cercano. Además de tener una agenda plagada de contactos de élite, dentro y fuera de España, tuvo pasión por la náutica. Otro hábito recurrente para Enrique Puig fue desconectarse en su segunda residencia de Calella de Palafrugell, según concurren amistades y noticias periodísticas sobre este inolvidable empresario.

Navegar en veleros le unió al Club Náutico barcelonés. Lo presidió muchos años, al igual que el Salón Náutico, que logró internacionalizar más incrementar las cifras de las transacciones. Enrique Puig maridó su pasión privada con los negocios y la reputación corporativa como patrocinador de la Copa del Rey de Vela en Palma, desde 1984 hasta 2006.

Las marcas de las fragancias AZUR y AGUA BRAVA eran omnipresentes en la bahía palmesana, junto a uno de los veleros que patroneaban o tripulaban miembros de la Casa Real española, cuyo armador además era la acreditada empresa de perfumes. Su estrecha amistad con el hoy Rey Emérito Juan Carlos I facilitó el fructífero mecenazgo.

Grande fue la huella que dejaron los Puig en las regatas palmesanas como patrocinadores de la Copa del Rey mientras duró el mismo. En 2011, tres años después de fallecer Enrique Puig, le otorgaron a su viuda un homenaje. Culminó con la entrega de un trofeo a la misma en el Real Club Náutico de Palma (RCNP). Se conmemoraba el 30º aniversario de dicha Copa.

A la gala asistieron miembros de la Casa Real española, autoridades locales y autonómicas de Baleares, la directiva del RCNP y conocidos personajes de la náutica, entre ellos el armador del Bribón que patroneaba el último Rey Juan Carlos I, José Cusí.