Opinión

María de los Ángeles Infante, más que hija del Padre de la Patria Andaluza

La hija de Blas Infante ,Mari Angeles Infante, durante su intervención ante la estatua de Blas Infante

La hija de Blas Infante ,Mari Angeles Infante, durante su intervención ante la estatua de Blas Infante / JUAN FERRERAS / EFE

Cumplía seis años cuando arrancaron de su casa a su padre. Era el 2 de agosto de 1936, en que también celebraba su santo, y ya nunca volvería a verlo. Pocos días después, en la noche del 10 al 11 de agosto, sería asesinado en el kilómetro 4 de la antigua carretera de Sevilla a Carmona, en el lugar donde hace unos años la Fundación Blas Infante erigió un monumento a su memoria en el que puede leerse: “Andalucía ha de cumplir un ideal como realidad distinta y completa, como unidad espiritual viva, consciente y libre”. Esta aspiración, cimentada en la definición de Andalucía como pueblo-nación, está ya explicitada en Ideal Andaluz (1915) y constituyó el eje de toda la trayectoria intelectual y política de Infante.

María Ángeles siguió viviendo en la Casa de la Alegría, en Coria del Río, en la colina sobre el Guadalquivir, muchos años. Primero con su madre, sus dos hermanas y su hermano, asfixiados económicamente por la multa que impuso a la víctima la infame sentencia de muerte dictada para “legalizar” su asesinato cuatro años después de este, por “revolucionario” y “organizador del andalucismo”. Un castigo directamente encaminado a destruir a su familia. Pero Angustias, la viuda, se mantuvo firme, capeó el largo temporal, sacó adelante a sus hijos e incluso, sin atender los consejos que le daban, mantuvo el azulejo con el escudo de Andalucía sobre la puerta de la casa familiar. María de los Ángeles heredó de ella la capacidad de resistencia, la fortaleza y la dignidad. Con ellas defendió durante toda su vida la memoria de su padre y el legado del pensamiento de este, sin dejarse vencer por los dramas personales a los que tuvo que hacer frente: temprana muerte de su marido y luego de su hija María, cuando esta consolidaba su carrera como abogada.

El 4 de Diciembre de 1977, junto a sus hermanas María Luisa y Alegría, sacó del arcón la bandera verde, blanca y verde para que encabezara en Sevilla la manifestación principal del día en que los andaluces nos autorreconocimos como Pueblo. Y en 1983, al crearse la Fundación Blas Infante, no hubo ninguna duda de que ella debía de ser la presidenta. Lo ha sido durante cuarenta y un años. A lo largo de estos, su actividad ha sido inmensa. El objetivo primero era dar a conocer a un Blas Infante que había sido totalmente silenciado bajo la dictadura. Con su nombre se comenzaron a rotular calles, escuelas, polideportivos y hasta estaciones de metro. Bustos y estatuas se erigieron a su memoria a lo ancho de Andalucía y también en no pocas localidades de Cataluña y otros lugares con importante emigración andaluza.

El parlamento autonómico lo nombró “Padre de la Patria Andaluza”, aunque todos estos reconocimientos no fueron acompañados de la necesaria acción institucional para difundir su pensamiento en escuelas, institutos, universidades y a través de los medios públicos de comunicación. La Fundación trató de llenar, en lo posible, este vacío organizando congresos (hasta hoy se han realizado 17) y ciclos de conferencias, creando un premio de investigación y reeditando o coeditando las obras de Infante. María de los Ángeles se involucró plenamente en esta tarea, a pesar de que continuó trabajando diariamente hasta edad avanzada. Dirigió la Fundación con firmeza, prudencia y apertura de miras, aunque siempre estuvo vigilante respecto a quienes podía sospechar que se acercaban a esta con objetivos personalistas. Por encima de todo, defendió la independencia de la Fundación y su no manipulación por ningún partido político ni institución, aunque ello nunca haya significado aislarse ni estar cerrados a diversas colaboraciones, sino todo lo contrario, siempre que estuvieran dirigidas a la difusión del pensamiento infantiano y a su aplicación a nuestra realidad actual. Una aplicación no solo posible sino necesaria -con las adaptaciones consiguientes- porque Andalucía se encuentra estructuralmente en una situación muy similar a la que sufría cuando vívia don Blas. Mucho han cambiado muchas cosas, pero seguimos soportando el mismo papel obligado de colonia interna del Estado: dependencia y extractivismo económicos, apropiación o banalización de nuestra cultura y total subalternidad política.

Ha muerto no solo la hija de Blas Infante sino una andaluza que, por sí misma, ha sido una mujer de luz. Un ejemplo que seguirá señalándonos el camino a quienes tenemos el honor de pertenecer al patronato que tiene como responsabilidad la de regir la vida de la Fundación que lleva el nombre del Padre de la Patria (o, quizá mejor, Matria) Andaluza. Y, aunque sea a título póstumo, a ver si pronto María Ángeles es reconocida como Hija Predilecta de Andalucía. Sería de justicia.

Isidoro Moreno es Catedrático emérito de Antropología | Miembro del Patronato de la Fundación Blas Infante.