Semana Santa

Viernes Santo de tormentas e intimidad en los templos

Al igual que ocurriera con el Jueves Santo y la ‘Madrugá’, ninguna de las siete cofradías de la jornada se arriesgó a ponerse en la calle

Hermandad de La Mortaja.

Hermandad de La Mortaja. / Jorge Jiménez

Antonio Puente Mayor

Antonio Puente Mayor

Además de por la lluvia, la Semana Santa de este año será recordada por las escasas lágrimas de los cofrades a causa de las suspensiones. Una de las razones fundamentales es la precisión de los meteorólogos, quienes, con sus aciertos y errores, nos fueron haciendo el cuerpo desde la víspera del Domingo de Ramos. Otra es la fuerza de la costumbre, fraguada a base de comunicados y discursos de Hermanos Mayores, que conforme van pasando los días, han llegado a convertirse en rutina. Pero, sobre todo, la implicación de los niños, quienes a falta de cortejos en las calles, se las están ingeniando para que los pasos estén presentes, independientemente de su tamaño y factura, con todo el ingenio del que son capaces. En consecuencia, durante la tarde del Viernes Santo, vimos “procesiones en miniatura” recorriendo la plaza de la Gavidia y el entorno de Santa Ana, incluyendo redobles de tambor, sones de corneta y esa ilusión a raudales que define nuestra fiesta. Es la Semana Santa que debe prevalecer, la que inculcada desde la infancia, es capaz de rescatarnos de un Jueves Santo vacío, de una Madrugada en blanco, o un Viernes Santo inclemente.       

Del Patrocinio a la Carretería

Precisamente fue el Viernes Santo la jornada que más llovió sobre la capital. Lo hizo antes de amanecer y después de ponerse el sol, y las nubes que obraron el suceso ni siquiera nos permitieron disfrutar de la luna de Parasceve, esa que marca el inicio de la Pascua en la que renació todo. Esto trajo como resultado una jornada desierta en lo que al culto externo se refiere, pero repleta de belleza en la intimidad de los templos. En el Patrocinio, las insignias luciendo en el altar y los cirios sin repartir fueron indicio suficiente para que los nazarenos de negro y blanco supiesen que este año no recorrerían la calle Castilla. Aunque fueron las palabras del Arzobispo de Sevilla, en su visita matutina a Triana, las que evidenciaron la postura de la Hermandad presidida por José Luis Aldea. Saiz Meneses, con la amabilidad que le caracteriza, habló del “sacrificio de no realizar la estación de penitencia”, un mensaje que se hizo extensivo al resto de cofradías del día, y que poco después se materializo en el comunicado de la Carretería. Sin salida en la antigua Valflora ni gitanos aguardando al Cachorro, la jornada comenzaba a truncarse antes de las cuatro de la tarde. 

Lirios, claveles y cifras

Tampoco hubo sorpresas en San Buenaventura, donde su Hermano Mayor, José Ramón Losada, declaraba al micrófono de COPE: "Somos una Hermandad muy pequeñita, muy sencilla, muy familiar, muy franciscana, y las cosas las tenemos muy claritas. Y entre ellas el cómo debemos hacer la estación de penitencia". Unas palabras tan cristalinas como elogiadas por la masa que fueron el prólogo de las visitas tras la suspensión. Por cierto que el paso de la Soledad iba exornado de manera exquisita, con lirios y rosas en tonos morados, lo cual fue muy valorado por quienes accedieron al convento. Y qué decir de María Santísima de la O, cuyo palio engalanado de claveles y su preciosa candelería con los nombres de los niños nacidos bajo el amparo de la Fundación de la Hermandad, fue un edén a orillas del Guadalquivir. Lejos del mapa de cofradías del día, pero estrechamente ligada a la jornada por su carácter austero, la Capilla Universitaria celebró la ceremonia de Adoración de la Cruz durante los tradicionales Oficios, ofreciendo una imagen “desvelada” del Señor de la Buena Muerte que sobrecogió a más de uno. Por su parte, en la Basílica del Gran Poder —que como otras muchas corporaciones recibieron a cientos de devotos— decidieron ampliar el horario de apertura hasta las ocho de la tarde; noticia que contrastó con la negativa de Montserrat a permitir las visitas a los pasos. Y eso que, a las cinco y media de la tarde, muchos se agarraron a la esperanza de “conversar” con el Cristo de Juan de Mesa tras ver cómo se montaba la rampa en la puerta. Los mentideros de las cafeterías y las tertulias improvisadas en las colas de los templos evocaban las virales petaladas en Pureza y la concordia de la Macarena y el Gran Poder retransmitida por televisión —ambas incluidas en la lista de escenas polémicas de esta Semana Santa—, al tiempo que los capillitas echaban la cuenta de las estaciones de penitencia no realizadas por culpa de la lluvia —un 66% al finalizar el día—. 

recogida sillas

Recogida de sillas. / El Correo

El sonido de las sillas de la Campana

Únicamente quedaba escuchar a los cofrades de la Costanilla y el ex convento de la Paz, los cuales, tras cancelar sus respectivas salidas, se dirigieron a Sevilla a través de la radio y la televisión. A las 21.20, Gonzalo Ruiz, Teniente Hermano Mayor de la Sagrada Mortaja, recalcaba a María Mena, de 101TV, que "el patrimonio humano es lo más importante para nuestra Hermandad”; una frase que, por repetida, no deja de ser verdad en una celebración cuya savia son las personas. Por su parte, José Manuel Rubio, Hermano Mayor de San Isidoro, le decía a Alberto Romera que los hermanos “habían acudido masivamente con el hábito nazareno", y si bien no habían podido realizar la estación de penitencia material a la catedral, sí habían llevado a cabo la espiritual con el rezo del Vía Crucis y las preces de Reglas “como hacemos todos los Viernes Santos". Dicho esto, el sonido de las sillas de la Campana cerrándose por tercera vez sin usar, sería el preludio de una tormenta que azotó las calles hispalenses durante largos minutos, encogiéndonos aún más los corazones y dando la razón a los responsables de la AEMET. Un mensaje que venía a profetizar que, a falta de dos jornadas, a la Semana Santa de 2024 sólo le resta el regreso de los Titulares del Buen Fin.