Opinión | El Camarlengo

La cofradía de los heterodoxos

Cartel del Triduo Heterodoxo de la Semana Santa de Sevilla de 2023

Cartel del Triduo Heterodoxo de la Semana Santa de Sevilla de 2023 / La Muy / Cicus

Se puso de moda, no hace muchos años, intitularse como heterodoxo con la finalidad de enmascarar una pose de enfant terrible cuando, en realidad, lo que había detrás de eso era algún señoro bien que necesitaba una válvula de escape. Toda olla a presión necesita su pitorro. Ser heterodoxo es cabalgar entre lo outsider y lo borderline. Hasta dónde habrá llegado la cosa, que el pregonero oficial de la Semana Santa se ha atrevido a decir que su pregón será «heterodoxo». En unas sorprendentes declaraciones, el exaltador evidenció que confundía la heterodoxia con la pluralidad de las formas. La doxa, en el significado clásico del término, hace referencia a las creencias, una afirmación antiplatónica, que proponía como vía del conocimiento la episteme, es decir, el pensamiento. Si el director de Canal Sur Radio ofrecerá un pregón heterodoxo, entonces, será imaginable que exalte las procesiones de las asociaciones civiles de la periferia, que vea con buenos ojos la opción de ver cofradías sin pisar una iglesia, que anime a que cada nazareno se confiese con su Cristo sin necesidad de sacerdote alguno y que, por supuesto, confirme que es posible ser creyente abjurando de los dogmas. Puede que, si verdaderamente Juan Miguel Vega ofrecerá un pregón heterodoxo, de él no podamos esperar ninguna arenga a favor de la vida, que se atreva a defender el derecho de los divorciados a presidir hermandades, así como a los homosexuales a no ser rechazados por su opción vital. Conjeturas aparte, el pregón oficial de la Semana Santa nunca, jamás, podrá ser heterodoxo. A todo lo más que aspira es a describir la realidad plural que representan las cofradías y eso no es ninguna novedad porque ya lo hicieron Antonio Burgos con su «estáis puestos», en ese relato introductorio magistral sobre cómo la multitud de lo profano es capaz de congregarse como parte indisoluble de lo sagrado, y la lección irrepetible de Antonio García Barbeíto al evocar a ese Cristo que cree en el hombre a pesar de que el hombre no creyese en él.

Venía a cuento esto de la heterodoxia porque, con gran pesar, la cofradía de los verdaderos heterodoxos de Sevilla no sale este año. Al periodista Javier Gotor y compañía se le adeudan la creación de la revista LaMuy y el Triduo Heterodoxo, valga la redundancia, compendio de la verdadera heterodoxia sevillana. Por las tablas de sus conferencias y tertulias han pasado las más genuinas visiones sobre la Semana Santa desde la perspectiva de la historia, el arte, la música, el periodismo o las letras. Mucho tuvieron que ver en esto en los últimos tiempos, por ser justos, el historiador César Rina y el editor de El Paseo Editorial, David González Romero. A pesar de que las inclemencias organizativas hayan dificultado la salida de la cofradía, la militancia heterodoxa tiene sus propios tabernáculos, sus códigos y sus redes de resistencia. Aunque diseminada y oculta, la heterodoxia seguirá caminando en silencio y disgregada en los foros, en las tertulias improvisadas a pie de barra de algún bujío extramuros -ya se sabe que el intramuros es colonia oficial del lobby turístico por la gracia del Excelentísimo Ayuntamiento de Sevilla, el cual no ha tenido pudor en permitir la venta de la ciudad a cambio de una riqueza que se queda en las manos de unos pocos a cambio de un empleo miserable- y en la revista Nazarenos, que sigue funcionando como faro de lucidez, inteligencia y pluralismo.

Qué viva la Semana Santa

Afirmo y sostengo, a través de las palabras del antropólogo Manuel Delgado, que el empleo de la voz religiosidad popular es falaz porque se construye en contraposición a la idea de religión oficial, confirmando la hipótesis de la desviación enunciada por la Iglesia católica. Delgado prefiere llamarlo denominacionalismo católico, como una variante del catolicismo o, simplemente, religión. Concretamente, la religión cofradiera. Cabría también decir, sin pretender oposición, que la Semana Santa representa una forma alternativa de catolicismo, sabiendo que convive con un catolicismo normativo. En mitad de estos pucheros es donde está empadronada como sistema de creencias.

La verdadera heterodoxia reside en esas formas de religión alternativa que coexisten con el cofrade de misa dominical, latines de función principal y cabezazo episcopal

La verdadera heterodoxia reside en esas formas de religión alternativa que coexisten con el cofrade de misa dominical, latines de función principal y cabezazo episcopal. Lo relataba con brillantez Antonio Núñez de Herrera: mientras unos gritaban ¡Qué viva la religión católica, apostólica y romana! Otros diez mil contestaban: ¡No, qué viva la Semana Santa! Ser cofrade, en palabras de Chaves Nogales, es hacer la Semana Santa, que no es cosa de los curas ni de los concejales sino de todas esas personas implicadas en hacer visible lo sagrado elevando la arquitectura secular de un paso de palio. La Semana Santa la hacen por igual los capiroteros y los que limpian la plata, las bandas, los tríos de capilla, las cuadrillas de costaleros, las saeteras, las bordadoras, los que se sientan sobre un cojín y los que cargan con la sillita made in China. Detrás de ese aunar fuerzas que obra el milagro de una cofradía, hay una sociología que todavía nadie ha desentrañado. A la heterodoxia se le atribuye una ideología, una edad y hasta un estatus socioeconómico. Todo esto debería ponerse en duda.

Ante la falta de certeza sobre cómo es el capillita medio -alguien debería hacer una encuesta a pie de cofradía, como en las protestas-, sí que existe la seguridad de la fuerte tensión por imponer el ‘sentido común’ de la fiesta. Una pugna encarnizada de la que participa la Iglesia, las juntas de gobierno, los medios de comunicación, las tertulias, las bandas, las cuadrillas de costaleros, los tuiteros influencers y hasta el anónimo cofrade que tiene su impresión más íntima que solo comparte con sus más allegados. Definir el modo correcto de la Semana Santa -qué es y cómo es adecuado vivirla- es el deporte favorito de muchos aunque, siento notificar este disgusto, nunca podrán conseguirlo.

Epílogo

Si la Semana Santa tiene algo de heterodoxa es porque en ella participan los que comparten la opinión legitimadora de la Iglesia como administradores de los bienes de salvación, en palabras de Bourdieu, y quienes con absoluta naturalidad niegan la posibilidad de que la Iglesia ostente el monopolio de lo sagrado. Seguramente, los heterodoxos son mayoría aunque muchos ni sepan que lo son. Sin duda, los ortodoxos, que son minoría, controlan la fiesta. Ahora bien, uno de los peligros actuales son los zorros disfrazados de ovejas. No pocos ortodoxos se echan por encima el capote de la heterodoxia con fines espurios, pervirtiendo el verdadero valor de la disidencia. A esos, ni agua.