Domingo de Ramos

La familia de las cinco generaciones que cambió el rumbo de La Amargura

Ángel Prados, patriarca de la saga, sale cada Domingo de Ramos con una túnica confeccionada en 1897 que ya portaran su padre y su abuelo

Domingo de Ramos: bendita espera y bendita palabra

Ángel Prados con la túnica centenaria de La Amargura de su familia.

Ángel Prados con la túnica centenaria de La Amargura de su familia. / Familia Prados

Clara Campos

Clara Campos

Ángel Prados se emociona al contar su historia. Una historia que es la de los miembros de su familia y la de la hermandad de sus vidas, La Amargura. Hoy -si la lluvia no lo hubiese impedido- este hombre de 73 años amante de las tradiciones sevillanas habría salido una Semana Santa más con la túnica de sarga blanca que ya portara su abuelo por primera vez en 1897 y que desde entonces no ha dejado de salir ningún Domingo de Ramos -solo cuando las inclemencias meteorológicas, como en este 2024, lo han impedido-.

Ángel Prados de nazareno llevando la bocina con la túnica.

Ángel Prados de nazareno llevando la bocina con la túnica. / Familia Prados

Un esparto centenario

Ángel -que también lleva un esparto más que centenario: es de pita y de 1907- sueña con ponerle la túnica a sus nietos, que aún, por edad, no pueden acompañar a los titulares de la Hermandad. Lo harán en un par de años. Ya serán, pues, cinco las generaciones que, desde finales del siglo XIX, harán su estación de penitencia en una familia que fue la artífice del cambio de modelo en La Amargura.

"Para mí llevar la túnica es llevar a mi abuelo, a mi padre, a mis hijos y a mis nietos, es una sensación indescriptible", reconoce, al tiempo que recuerda las palabras de su abuelo: "Por favor, que no os entierren con esa túnica", de manera que pase de generación en generación.

La familia Prados en el patio de la plaza San Martín donde se visten cada año.

La familia Prados en el patio de la plaza San Martín donde se visten cada año. / Familia Prados

"No sé cuánto tiempo aguantará, ya casi se deshace cuando se plancha, aunque sigue pesando muchísimo. En pocos años quedará para un museo, espero que el de San Juan de La Palma, por imponible", lamenta el que es hermano número 61 que, como anécdota, tiene el número 27 de socio en el Sevilla Fútbol Club.

Pasión por el fútbol

"En el fútbol estoy por delante", bromea. No en vano, su vida está también muy vinculada al club de sus amores, donde consta en el organigrama de la Asociación de Veteranos del Sevilla FC y, en relación al fútbol, es miembro del Comité de Competición y Disciplina Deportiva en la Federación Andaluza de Fútbol.

Dinastía del artífice del Silencio Blanco

Pero empecemos por el principio en una historia que comienza en los albores del siglo XX con una Hermandad jaranera de la calle Feria. "Mi abuelo decidió llevar a su mujer, Pilar Parejo, a ver a su Virgen de La Amargura. Cuando vio el tratamiento que se llevaba a cabo entonces con los titulares se llevó las manos a la cabeza: dejaban los pasos abandonados y se dedicaban a beber y a perderse por las calles del barrio, nada que ver con los mandatos de la Iglesia", recuerda Ángel.

Es por eso que José Prados Vera, mayordomo de La Amargura y su abuelo -procedente de de Almadén de Azogue (Ciudad Real) e ingeniero-, decide que le dará un vuelco a la hermandad, que en 1911 ya sale como Silencio Blanco, tal y como la conocemos en la actualidad, y con menos nazarenos.

"Es una Hermandad con gran personalidad, porque va de blanco, en silencio y lleva bandas detrás de sus titulares". Nos ayuda a recordar la hija de Ángel, Reyes Prados, periodista que ha pasado por Canal Sur TV, ETB y que ahora da clases de Periodismo en la Universidad del País Vasco.

El papel de las mujeres en una historia de raíces

Reyes pone en valor el papel de las mujeres en esta interesante historia familiar. "En realidad fue mi bisabuela la que impulsó el cambio en La Amargura a través de su marido, mi bisabuelo, y sin mi madre la tradición no se habría mantenido".

Mª de los Reyes cose las encomiendas en los antifaces.

Mª de los Reyes cose las encomiendas en los antifaces. / Familia Prados

En este sentido, recuerda que, cada año, es su madre, Mª de los Reyes, la que se encarga de planchar la túnica histórica y lo vive "con emoción, miedo y pena, porque cualquier día se deshace". También plancha el resto de túnicas familiares y cose las encomiendas de los antifaces año tras año.

"Mi madre no es hermana de nacimiento, se hizo hace 50 años, cuando se casó con mi padre y, desde entonces, se contagió por el amor a La Amargura y vela porque todos nosotros sigamos la tradición familiar con una templanza digna de reconocer", subraya Reyes, que tuvo fecha de bautizo en San Juan de la Palma antes de nacer.

2024, marcado por la lluvia

Este año, no ha podido ser. No han podido hacer su estación de penitencia los miembros de la familia Prados que, desde la Plaza de San Martín -se visten en casa de la tía de Reyes- bajan por Viriato hasta llegar a San Juan de la Palma para cumplir con una tradición que muchos no conocen pero que ha marcado el devenir de una de las hermandades más señeras de la Semana Santa de Sevilla.

Nazarenos de la familia Prados bajando por Viriato hacia San Juan de la Palma.

Nazarenos de la familia Prados bajando por Viriato hacia San Juan de la Palma. / Familia Prados

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