Rocío 2024

Triana inunda las calles para despedir a las carretas del Rocío

Nadie ha querido perderse el paso de las carretas de la Hermandad del Rocío de Triana por el arrabal

Salida de la Hermandad del Rocío de Triana

Jorge Jiménez

Victoria Flores

Victoria Flores

En el jardín de San Jacinto no cabe nadie más. Se repiten los vivas y todos rezan una salve. Están los vecinos, los devotos y hasta los políticos, en la misa de romeros no han faltado ni Manuel Alés, el delegado de Fiestas Mayores, ni el eurodiputado Juan Ignacio Zoido. Nadie mira al afamado ficus porque todos tienen su vista puesta en el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Triana, que ya sale de la que durante muchos años fue su casa.

Mientras los caballos enfilan su camino un grupo de adolescentes se abrazan y lloran. Algunas van vestidas de flamenca y otras llevan el uniforme de los Salesianos. “Tú te vas, pero yo me quedo aquí estudiando”, comenta una de ellas entre lágrimas, que tampoco pueden contener las amigas que realizarán la peregrinación. No son las únicas, las mochilas se mezclan con los volantes por la arteria peatonal del barrio y entre los sombreros de ala ancha con cinta verde se asoman las cabezas de los niños con chándal escolar.

No es Domingo de Ramos, pero por la que conecta Triana con Sevilla suena Estrella Sublime. Los bares se llena de romeros que se calientan en una mañana fresca y cargan fuerzas para cruzar el Aljarafe y los turistas hacen fotos o a todo lo que se les cruza por delante. De fondo, además de las marchas, se oyen unos tímidos cohetes, pese a la ley de bienestar animal.

Triana se vuelve una fiesta

La comitiva se separa la llegada a Rodrigo de Triana, a diferencia de años anteriores, la carreta visitará la parroquia de Santa Ana y la capilla de los Marineros antes de recuperar su camino habitual por la calle Castilla. Los peregrinos y vecinos de barrio toman las calles, cuyos balcones están adornados con mantones y colgaduras.

La comitiva de Triana comienzan a entrar por la calle Castilla

La comitiva de Triana comienzan a entrar por la calle Castilla / Victoria Flores

Al párroco de Santa Ana le ha faltado tiempo para cambiar la sotana por el sombrero de ala ancha y observa a dos señoras bailar sevillanas al son del tamboril delante de la caballería. La muchedumbre aumenta conforme se avanza por la calle Castilla y llega al culmen en la puerta de La O, donde decenas de romeros esperan el paso de la carreta.

Rompen las campanas. Al llegar al dintel, el hermano mayor, Federico Flores, se baja de su caballo, entra en la iglesia para rezar ante Nuestro Padre Jesús Nazareno y grita los vivas desde el suelo junto al hermano mayor de la corporación del Viernes Santo. Son sus dos hermandades y sus padres y toda su familia lo miran emocionados desde el público. 

Quienes quedan en Triana esperan el jueves para reencontrarse con los suyos

Cerca hay un profesor universitario chileno que no para de grabar y comenta junto a sus colegas sevillanos lo mucho que le fascinan las fiestas de la ciudad. Está haciendo una estancia en la Universidad de Sevilla y las ha vivido todas, aunque eso no evita que siga sorprendiéndose cada vez que conoce una nueva. “Solo vida, solo salud”, comenta. Junto a él, un grupo de chicos toma las primeras cervezas de la mañana, son las 10:30.

Hay muletas, bastones y andadores. Nadie quiere quedarse sin decirle adiós y sin rezarle una última vez antes de que la carreta se gire para despedirse. La puerta del Cachorro es un tapón. La basílica es parada obligatoria para muchos peregrinos antes de marchar a la aldea y después de rezar una salve a la carreta, un grupo de rocieros le toca una sevillana al crucificado.

Triana coge la carretera de camino a las marismas y en el Altozano y en los balcones del barrio quedaron sus vecinos más mayores, quienes ya no pueden andar con ella. Lipasam recoge los pétalos y las ramitas de romero que los devotos le prepararon al Simpecado y baldea los suelos. Un grupo de vecinos se resiste a reconocer que su Hermandad ya ha dejado atrás la Torre Pelli y baila sevillanas frente a un ultramarinos. Los bares recogen y la rutina vuelve a la antigua cava. Pese a todo, las calles permanecerán decoradas hasta el próximo jueves, cundo las carretas vuelvan a recorrer el arrabal.