CUMBRE EN OSUNA

Cuando ellas mandan: "¿Qué hay que estudiar para ser alcaldesa?"

Ocho de las 25 regidoras de la provincia de Sevilla se reúnen en Osuna para compartir sus experiencias al frente de sus ayuntamientos, sus dificultades y los avances ostentando el bastón de mando

Las alcaldesas de la provincia de Sevilla reunidas en la Escuela Universitaria de Osuna.

Las alcaldesas de la provincia de Sevilla reunidas en la Escuela Universitaria de Osuna. / Ayuntamiento de Osuna

Isabel Morillo

Isabel Morillo

Debió durar una hora pero se alargó casi dos. Coincidieron el pasado enero en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) y se dijeron "vamos a juntarnos". Demostraron que son "aliadas", más allá de siglas o de ideologías. Fue un debate que derivó en una charla con mucha verdad, donde las alcaldesas, lejos de taparse y disimular sus preocupaciones o sus dificultades, compartieron los obstáculos que siguen teniendo cuando son ellas las que ostentan el bastón de mando. Todas han tenido que entonar en más de una ocasión en su despacho el 'aquí, mando yo' y se han sentido ignoradas en el lenguaje de las reuniones con sus colegas. Pero sobre todo, han oído algo que las impulsa: a esas niñas que, igual que saben que pueden ser futbolistas porque vieron a la selección española conquistar la Copa del Mundo, saben que pueden mandar porque las ven a ellas ejercer el poder en sus municipios. "¿Qué hay que estudiar para ser alcaldesa?", les preguntan en muchas ocasiones.

Reunidas por la alcaldesa de Osuna, Rosario Andújar, cinco regidoras socialistas, una del PP, otra de Con Andalucía y una octava del partido independiente Unión Local de La Luisiana se sentaron para dejar claro que el 8M es más que un día, cada día, en un debate moderado por la periodista de Canal Sur Radio, Carmen Rodríguez, y la directora de El Correo de Andalucía, Isabel Morillo (autora de esta pieza informativa).

Políticas de igualdad

Las alcaldesas tienen el papel más cercano al ciudadano, a sus puertas llaman los vecinos y también tienen en sus manos poderosas herramientas para llevar la igualdad a sus municipios, según todas compartieron. Más allá de las grandes leyes o los grandes pactos de Estado, tienen la primera llave, la de la educación en los colegios o en los institutos, en los equipos de fútbol locales y las instalaciones deportivas municipales. Tienen las políticas municipales para llevar la corresponsabilidad a las generaciones de padres y madres de sus pueblos, las laborales y de formación para que las mujeres tengan oportunidades en el mercado de trabajo y los instrumentos para "empoderar" a las mujeres más mayores, para que salgan "a bailar, a divertirse o apuntarse a los talleres y salir de sus casas".

De ellas dependen los centros de formación o los puntos de información a las mujeres, para que sepan cuáles sus derechos y puedan reivindicarlos. Y de las alcaldesas depende también parte de las políticas contra la violencia de género. "Esa es la parte más dolorosa", admiten en una semana negra, con una nueva mujer asesinada a tiros por su marido en Pizarra (Málaga) o de otro caso de violencia vicaria en Almería, en el que el maltratador asesinó a las dos hijas de la pareja con pesticida. "Es la cara más amarga", la que genera "impotencia" y más "sufrimiento". Todas conocen casos de mujeres maltratadas a las que saben que "les puede pasar algo grave en cualquier momento" pero no pueden hacer nada por remediarlo. Encima en pueblos pequeños, donde todo el mundo se conoce.

Machismo en el despacho

La frase que todas han pronunciado es esa de "a mí no me ha dado voces ni mi padre", porque todas, ya siendo alcaldesas, han tenido que levantar a algún hombre del despacho tras pedirle que se serenase y volviese para hablarle con respeto. La alcaldesa de Marchena, María del Mar Romero (PSOE), recordó ese momento de la primera negociación con la Policía Local cuando el jefe del cuerpo le puso el arma sobre la mesa antes de perderle el respeto. La alcaldesa Arahal, Ana María Barrios (Con Andalucía), lamentó que cuando se planta y pone límites, cuando ejerce su autoridad, le aplaudan diciendo: "que bien la alcaldesa que ha echado cojones". Ella, avisa, quiere mandar como mujer y no como un hombre. Sus vecinos se sorprendían de verla en el supermercado, porque en su casa también comen aunque ella tenga el bastón de mando, pero claro, a su antecesor nunca le habían visto haciendo la compra.

La alcaldesa de Cantillana, que se estrena en el cargo tras las últimas municipales, la socialista Rocío Campos, contó cómo ella hace muchas veces "más política en el parque" acompañando a sus hijos que en el despacho. "Esa cercanía es buena, te ayuda mucho a pisar la calle", defendió. La alcaldesa de Castilleja de Guzmán, María del Mar Rodríguez (PSOE) pidió que no le dieran la concejalía de servicios sociales sino la de obras y servicios porque ella lo que quería era acabar con los adoquinados que hacen un sufrimiento andar en tacones o empujando un carrito de la compra o de bebé.

Esa misma mañana, Rodríguez había estado en una reunión de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) donde todos hablaban en masculino y se olvidaban del lenguaje inclusivo, porque ellos son inmensa mayoría aún en órganos de este tipo, más aún en las empresas municipales o los consorcios, donde todos los directivos son hombres y las mujeres, como mucho aspiran a las vocalías. "Cuando entras en un pueblo te puedo asegurar que sabes si gobierna un hombre o una mujer", defiende la alcaldesa de Huévar, la única del PP, María Eugenia Moreno. Se nota en cómo distribuyen los recursos del presupuesto público, se aprecia en la limpieza de las calles y en que ponen más flores y más verde, menos cemento, porque quieren "pueblos más amables". "Se nota en todo, nuestro liderazgo es diferente. Ni mejor ni peor, distinto", defendieron al unísono.

El lenguaje

En el foro se habló de que ellas exigen tener "teniente de alcaldesa", que han tenido que pedir expresamente a la jueza que cuando le delegue la celebración de bodas escriba el cargo de la regidora en femenino, de cómo han cambiado con mucho esfuerzo el lenguaje de las ordenanzas municipales o como tras escribir muchas veces de su puño y letra "El/la Alcalde/sa" , emborronando a mano muchos documentos, se han plantado en el despacho ante el funcionario para decir: "O me lo traes bien escrito, o no firmo", contó la alcaldesa de Marchena.

La alcaldesa de Osuna narró que solo hacía unos días era la única mujer en una foto en su pueblo junto al Consejo General de Hermandades y Cofradías. "Todos hombres menos la alcaldesa y la pregonera". En Sevilla capital, el domingo ni eso, solo varones. Esas fotos frente a las que Andújar consideró que no hay que callarse sino plantarse, igual que con el lenguaje inclusivo, aún a riesgo de que muchos tuerzan el gesto y piensan "ya está otra vez la feminista pesada esta". Lo bueno de ser alcaldesa, recordó la más veterana, María del Valle Espinosa, es que ellas "son parte de la solución", porque la regidora de La Luisiana va al parque para poder ver a sus nietas y disfruta viendo como las amigas les dicen a las niñas: "Dile a tu abuela, que es la que manda, que queremos...".

Las cuotas

Las regidoras coincidieron en que las listas electorales cremallera siguen siendo imprescindibles, igual que las cuotas, aunque a veces quieran llevar de número dos a una mujer y no puedan. "Sería todavía más ambiciosa, a mi las listas cremallera se me quedan cortas, ellos siguen reservándose los mejores puestos, hay que ir a las listas horizontales", reclamó la alcaldesa de Espartinas, Cristina Los Arcos (PSOE). "El problema sigue siendo que nosotras muchas veces no nos lo creemos y te lo tienes que creer para que te respeten", avisó María Eugenia Moreno. "Es incómodo decirlo pero en los partidos políticos hay machismo porque son un reflejo de la sociedad", admiten todas.

Ana María Barrios habló de la "culpa" y de los remordimientos, de que habían operado a su padre de cataratas este martes y aún no había podido ir a verlo. La alcaldesa de Espartinas le advirtió de que ellos no sienten culpa y dejó claro que le "horroriza" que ellas "asuman ese discurso". Todas admiten que es una cuestión de educación y saben que la única solución está en la corresponsabilidad, en que ellos se ocupen de los cuidados al 50%. Si cuesta dar el paso a la primera línea, situarse en el primer frente de poder, más aún, recuerda la alcaldesa de Castilleja, cuando ese paso hay que darlo en muchos ayuntamientos sin cobrar un sueldo, porque en muchos pequeños municipios no hay salario. Entonces resuena de nuevo la pregunta y todo cobra sentido, la de muchas niñas en sus pueblos que las paran por la calle o aprovechan una charla en el colegio para preguntarles: "¿Qué es lo que hay que estudiar para ser alcaldesa?".