Gastronomía

Después del boom de la ginebra: qué nos queda de la copa de tarde por excelencia

Hace algo más de una década que dos albañiles de Carmona revolucionaron el mundo de la ginebra con Puerto de Indias. Repasamos el panorama actual que nació tras el apogeo de esta bebida

Hace unos años el gintonic era omnipresente

Hace unos años el gintonic era omnipresente / Laure Noverraz / Unsplash

Carlos Doncel

Carlos Doncel

Hubo un tiempo en que parecía que las terrazas españolas solo servían gintonics. Aquel clásico ron cola en vaso de tubo dio paso a la sofisticación: ginebras extranjeras en copas de balón con pintas de balcones a la calle. Hoy el consumo de esta bebida se ha estabilizado, y de aquel boom quedan algunas marcas que lograron asentarse en las barras y otras más pequeñas que quisieron subirse a la ola cuando todo era amargo y con tónica.

A tal punto llegó la fiebre por este destilado, que según datos de Statista, en 2017 España fue el país donde más se consumió de toda Europa, con 1,07 litros por persona al año. “Hace algo más de una década se puso de moda poner las copas con un poco más de cuidado, y esa elegancia en el formato ayudó a que creciera la categoría”, apunta François Monti, periodista gastronómico de origen belga afincado en España y firma de referencia en espirituosos. “También influyó aquello de ver la bandeja y decir: ‘Yo quiero lo mismo’”, señala Monti.

Cuando comenzaron a subir las ventas de ginebra, Larios y Rives, dos empresas centenarias y andaluzas, de Málaga y del Puerto de Santa María, ya estaban ahí. Aunque, tal y como afirma François Monti, “las marcas protagonistas en el inicio de ese boom eran de fuera, como Beefeater o Hendricks”. El impulso definitivo, por contra, vino desde Carmona con un destilado novedoso y algo más dulzón que sus competidores: Puerto de Indias.

La línea de producción de Puerto de Indias

La línea de producción de Puerto de Indias / El Correo

El pelotazo rosa: de la obra a triunfar con Puerto de Indias

“Mi hermano Francisco y yo éramos albañiles, y en 2003 decidimos comprar junto a unos amigos la destilería de anís Los Hermanos para que no se perdiera”, cuenta José Antonio Rodríguez, uno de los fundadores de Puerto de Indias. Tras la crisis de la construcción se fueron los socios y se quedaron Francisco y José Antonio, que decidieron apostar por el negocio: “Hicimos muchísimas pruebas: un licor de limón, un pacharán… pero no dábamos con la tecla”.

En una de esos intentos, maceraron fresas en ginebra para venderlas luego para los cócteles. Pero claro: era abril y estaban en Carmona, así que en lugar de frutas compactas les salió una especie de mermelada alcohólica no muy recomendable para desayunar. “En vez de tirarlo a la basura se nos ocurrió destilarlo con enebro. ¿Suerte? No, insistencia”, comenta José Antonio. “A partir de ahí hicimos muchos ensayos y los resultados se los dimos a probar a nuestros familiares y amigos. Si la bebida iba a estar enfocada al consumo general, no tenía sentido llamar a catadores expertos”.

En septiembre de 2013 lanzaron esta ginebra con sabor a fresa al mercado y el boca a boca hizo el resto. “Vivimos un crecimiento rapidísimo: en el 2014 vendimos cerca de 300.000 botellas, por ejemplo. Y en el 2018, cinco años después del comienzo, seis millones”, cuenta Rodríguez, que tras vender sus acciones de Puerto de Indias dirige Andalusí Beverages, también dedicada a elaborar bebidas alcohólicas como vodka o ginebras afrutadas.

ginebras andalusí beverages

De mora o melocotón: hay ginebras para todos los gustos / Andalusí Beverages

“Hubo un momento que este combinado duro y amargo estaba tan de moda, que lo tomaba incluso gente a la que no le gustaba. Y justo Puerto de Indias era un gintonic para la gente que no bebía gintonic”, dice François Monti. “Estuvieron en el sitio adecuado en el momento oportuno, y tuvieron un éxito alucinante. Al poco tiempo incluso las grandes marcas inglesas como Beefeater lanzaron sus propias ginebras rosas”, relata este periodista gastronómico.

Del anís a la ginebra

Como pasó con las mascarillas o con los cigarrillos electrónicos, cuando algo está de moda, muchos se tiran a comercializarlo a pequeña escala. También ocurrió con esta bebida alcohólica, por supuesto: “En muchos casos fue gente que tenía licencia de destilería, vieron una oportunidad en el mercado y crearon su propia marca”, cuenta Monti. “El whisky hay que añejarlo durante siete u ocho años, pero la ginebra la puedes sacar al momento y hacer dinero. Es más fácil y barata de elaborar, y el retorno es mucho más significativo”. Con esa perspectiva de negocio, como para no sumarse.

Una de las que aprovecharon el tirón fue El Clavel, una empresa situada en Cazalla de la Sierra y con más de un siglo de experiencia en la destilación de anisados. Hasta hace 15 años elaboraba anís dulce y seco y licor de guindas, un catálogo reducido y tradicional. A partir de entonces comenzaron a sumar nuevos productos a su oferta hasta que en 2016 lanzaron Carnation Gin: “Los anises están en decadencia, así que aprovechamos ese apogeo de la ginebra y sacamos una con toques cítricos”, explica José Rogelio Navarro, responsable de producción de la compañía. “Hoy día, al haber tantas marcas en el mercado, la estamos vendiendo a nivel provincial. No la elaboramos en grandes cantidades”.

Al igual que El Clavel, algunas firmas andaluzas con historia como Martes Santo, en Higuera de la Sierra, o Destilerías de Constantina -con la famosa Exótica- también completaron su oferta con ginebras clásicas y afrutadas. Otras que se fundaron en plena fiebre por esta bebida no corrieron la misma suerte, como Íbera Gin, de Alcalá de Guadaíra, que cerró recientemente. “Cuando ven que hay algo que funciona todo el mundo quiere apostar, aunque muchos son proyectos oportunistas que no tienen razón de ser”, asegura François Monti.

“Cuando ven que hay algo que funciona todo el mundo quiere apostar, aunque muchos son proyectos oportunistas que no tienen razón de ser”

Una década después del boom, “el mercado en España está ya maduro, estabilizado”, tal y como afirma Monti. Los datos a nivel nacional han crecido hasta alcanzar los 1,3 litros por persona en 2022, según el Informe del Consumo Alimentario, y en la barra de los bares conviven productoras extranjeras “con una serie de marcas nuevas que han conseguido hacerse con una parte del pastel”. “Ahora sobre todo está subiendo mucho las cremas de tequila para chupitos entre los jóvenes”, cuenta el cofundador de Puerto de Indias. Quién sabe si dentro de una década habrá que hablar de otro nuevo éxito andaluz.

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