Final Copa del Rey

El fútbol en los ojos de un niño

El 7 de abril de 2024 el Athletic Club se proclamó campeón de la Copa del Rey en Sevilla 40 años después

Un niño sostiene la bandera del Athletic.

Un niño sostiene la bandera del Athletic. / Manolo Ruiz

Álex Mérida

Álex Mérida

“Si todo va bien, antes de las doce de la noche somos campeones”, dialogaba un pequeño del Athletic con su padre el día de la final camino de La Cartuja, horas antes del partido.

Lo cierto es que se demoró el encuentro y los vizcaínos alzaron la Copa del Rey el domingo 7 de abril, tras marcar Berenguer, dorsal 7 del Athletic, el cuarto penalti de la tanda.

A mediados de la semana pasada, los primeros aficionados fueron llegando a Sevilla, para, el viernes, invadir ya por completo la capital.

Uno de esos seguidores bilbaínos era un niño que seguramente no alcanzara los diez años. Por el Puente de San Telmo, junto a sus padres, paseaba agarrado de la bandera de su Athletic.

Quizá, su primer viaje con el equipo, y nada más y nada menos que para verlo un día después salir campeón de la Copa del Rey 40 años después. Igual, ni sus progenitores recuerdan a Zubizarreta en el 84 elevar el título en el Santiago Bernabéu tras vencer al Barcelona.

Más allá de lo que signifique deportivamente lo conseguido por los de Ernesto Valverde, este chiquillo recordará con el paso de los años que él estuvo en Sevilla.

Un trayecto largo hasta la otra ciudad eterna, por la que pudo ondear al viento su bandera del Athletic, probablemente sin ser consciente en plenitud sobre qué representaba.

Ni más ni menos, fútbol en estado puro. La felicidad y la inocencia de un niño son los valores de este irracional deporte.

“El fútbol es la cosa más importante entre las cosas menos importantes"

Una frase con controversia acerca de quién es su autor. Unos señalan a Jorge Valdano y otros a Arrigo Sacchi. Alejado de la polémica que tan poco importa, lo cierto es que resume a la perfección qué es el fútbol.

Y ese joven pequeño en Sevilla lo escenificó de maravilla. Con el tiempo irá descubriendo la profundidad y complejidad sobre once señores que defienden un escudo al que representan, con una zamarra y con un objetivo común para hacer felices a miles de niños como él.

Porque al final, todo adulto lleva dentro al niño que fue, por ello se emociona cuando su equipo marca un gol, llora cuando consigue un trofeo y se rebota cuando la dinámica no es la esperada.

Aficionados del Athletic Club de Bilbao en el entorno de la Catedral este viernes.

Aficionados del Athletic Club de Bilbao en el entorno de la Catedral este viernes. / María José López

El fútbol son sensaciones y vivencias, recuerdos que siempre te acompañarán en la vida

Y normalmente, el aficionado que es asiduo a viajar porque tiene la dicha o dedica parte de su vida a ello, lo hace por todo lo que despierta el balompié: conocer pueblos, ciudades, sentirte parte de un sentimiento común…

Las razones son variopintas para elegir un club. Muchos lo hacen por cercanía con su pueblo, transmisión de padres o abuelos, o por algo que les haya marcado.

Hay quienes ni encuentran un motivo de peso para sentirse representado por unos colores, pero hay un momento en sus vidas que el fútbol les marcó y les hizo partícipes de esta locura de seis letras.

Sevilla rompió la maldición del Athletic Club tras seis finales sin levantar la Copa del Rey

No sólo Muniain alzó en La Cartuja la Copa del Rey. Este título también es de los Julen Guerrero, Etxeberria, Yeste, Javi Martínez, Laporte, San José, Urzaiz, Gurpegui, Susaeta o Tiko, entre otros, que forman parte de la leyenda del Athletic Club.

También es el trofeo de todos aquellos que estuvieron en Sevilla, la inmensa mayoría sin entrada, pero sabedores de lo que significaba para su equipo, con una idiosincrasia inigualable, levantar un nuevo título.

40 años después, La Gabarra surcará la ría de Nervión. Miles de niños disfrutarán de su Athletic. Miles como él, que flameaba la bandera sobre el río Guadalquivir un día antes de que todo sucediera. No hace falta ser athleticzale para verse representado en los ojos de ese pequeño.