Feria de Abril

Sevillana, sevillano, ¿es este tu referéndum?

El futuro de Sevilla no pasa por el formato de su Feria de Abril, sin duda un debate apasionado que interesa a muchos ciudadanos. El espejo de la fiesta revela que las debilidades son otras y no son menores

'Alumbrao' de la portada del Real de la Feria de Abril de Sevilla 2024

'Alumbrao' de la portada del Real de la Feria de Abril de Sevilla 2024 / Raúl Caro /Efe

Isabel Morillo

Isabel Morillo

No me cabe ninguna duda, porque soy ferianta y ‘jartible’, de que al sevillano el referéndum convocado por el Ayuntamiento de Sevilla para decidir el modelo de Feria del año próximo le interesa. No solo le interesa, en ocasiones hasta levanta pasiones en las discusiones familiares y entre amigos alrededor de la mesa de la caseta. El activista que está haciendo campaña quiere cambiar al modelo tradicional. De hecho una de las noticias más vistas de este periódico ha sido una que se centraba en esa consulta popular tras un jueves de Feria vacío de día. “¿Cómo hay que hacer para votar?”, ha sido una de las preguntas más repetidas en el Real.

No nos indignamos como debiéramos por el alarmante déficit de infraestructuras, los problemas de movilidad o por las carencias en sus servicios públicos que tiene una ciudad que va a estallar sus costuras, como la flamenca que se pone el traje de gitana de hace veinte años como si nada hubiera pasado o el feriante que va con el botón de la chaqueta a punto de restallar. Nos apasionamos con el referéndum...

Poder de seducción

Sinceramente, lo preocupante no es cuántos días de Feria queremos. La realidad es que tenemos una fiesta que atrae como un imán a miles de personas, con una capacidad de seducción impresionante, que ha permitido que este año se hayan pulverizado todos los récords en cifras de impacto económico y turistas y no tenemos una ciudad bien preparada para atender a esa avalancha de visitantes ni un modelo económico de futuro. Lo preocupante es que podemos morir de éxito porque la Sevilla del siglo XXI sigue contando con los mismos servicios públicos en materia de transporte e infraestructuras que hace veinte años. Nos condenó la Expo del 92 y aquí seguimos, pidiendo perdón al resto de Andalucía por habernos llevado aquellas inversiones que planeó, ojo, Felipe González. El sábado de Feria, Canarias estallaba y se echaba a la calle contra el modelo turístico. Que nadie desprecie esas imágenes. ¿En qué nos queremos convertir? ¿Cuál es nuestro proyecto de ciudad?

Sevilla, una urbe de 1,5 millones de personas con su área metropolitana, la cuarta ciudad de España, tiene una sola línea de metro, una red ferroviaria deficiente y una sola ronda de circunvalación. Llevamos más de treinta años con la segunda proyectada, la SE-40, construyéndose a ritmo de tortuga, con tantos errores en su proyecto y en su ejecución que se han enterrado más de cien millones de euros de dinero público. Una auténtica vergüenza que no tiene color político, porque diez ministros de todos los colores, de PSOE y PP, han fallado estrepitosamente a la ciudad. Por eso es alucinante que llegue el actual titular de Fomento, Óscar Puente, y decida abrir su propio referéndum: "¿Qué decidan si quieren AVE a Huelva o SE-40?". Un insulto a la inteligencia porque lo de echar a pelear a dos provincias andaluzas les dará rédito pero es populismo del malo. Ni Huelva, que proyecta un valle de Hidrógeno Verde calificado de interés prioritario para Europa, se merece la impresentable red de infraestructuras que padece, ni Sevilla las alarmantes carencias en su red viaria y de transporte.

Campaña por el referéndum

Está bien vivir con pasión las tradiciones. Es bonito y no debe ser motivo de ningún reproche. Decidimos, con una participación francamente ridícula en 2016, alargar la Feria de Abril con dos fines de semana, algo que anhelaban empresarios hoteleros y hosteleros por la gran oportunidad de negocio que se abre para la ciudad con un modelo de estas características. Solo participaron 40.000 sevillanos, el 8% del censo y el 61,8% dijo sí a empezar la fiesta el sábado del Pescaíto. El 81% dijo sí además a tener un día festivo durante la semana.

Ocho años después de estrenar este modelo, esta Feria ha sido la de la campaña de aquellos que quieren volver al formato tradicional, al antiguo, al que empieza un lunes. En 1980, un anacrónico Lauren Postigo entonaba auspiciado por la derecha aquello de “Andaluz, este no es tu referéndum”. Desde luego que en 2024, el “Sevillano, este sí es tu referéndum" habría triunfado como lema.

En mitad de uno de los momentos más polarizados de la historia política del país, hasta el referéndum tiene sus connotaciones ideológicas. Ahora resulta que si quieres la Feria tradicional eres de derechas y si optas por el modelo actual, que curiosamente es el que más beneficio trae a los sectores económicos que viven del turista, eres de izquierdas. Que la Feria actual, dicen, es más beneficiosa para los trabajadores. Habría mucha tela que cortar en ese sofisma.

Las preguntas importantes

Sevilla decidirá la semana próxima, del 23 al 25 de abril, sobre su modelo de Feria y las preguntas importantes de verdad no deberían quedar sin realizarse. 2024 ha sido una convocatoria de absoluto éxito. Es cierto que ha habido jornadas de Feria vacía durante el día pero todas las noches han colgado el cartel de lleno. Hay Feria para todos los públicos, hay público para cada día de la Feria. Hasta el sábado, el Real estaba sorprendentemente lleno y, además, agradable. Se han pulverizado todas las cifras y ha habido menos incidentes violentos que nunca. Podemos sentirnos muy orgullosos.

La Feria de 2024 ha puesto un espejo a la ciudad de Sevilla y ha demostrado que la capital andaluza tiene una capacidad de seducción y enamoramiento increíble. Nos guste o no, la gran industria sevillana en estos momentos es la del turismo. Estamos triunfando. Deberíamos aspirar a que nuestro motor económico sea otro, posiblemente. El aeronáutico nos da buenas noticias pero es insuficiente. De momento vivimos de esto. Miremos a lo que está ocurriendo en Canarias. Morir de éxito es una muerte dulce pero es una forma más de morir. Que no se nos olvide. Votaré, claro, convencida de que este referéndum tiene más fuegos artificiales que el broche de oro de esta Feria magnífica.